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domingo, 9 de octubre de 2016

Frutos de otoño por los Meandros del Nora.

Increíble la productividad de frutos al final del verano en estas sebes bien conservadas de los pueblos de Asturias.

Frutos poco comunes ya en muchos sitios, como los del bonetero europeo (Euonymus europaeus).

Uno de los frutos más guapos de ver, también de los más venenosos.








Como los de la nueza blanca (Bryonia dyoica ), aunque éstos lo son en menor medida.













Tampoco son comestibles los del aladierno (Rhamnus alaternus): forman parte de la orla de la encina.










Mismas características las de la zarzaparrilla (Smilax aspera).













El laurel (Laurus nobilis) aún no tenía frutos formados, pero también denota características de zonas de clima más cálido y seco.












Y hela aquí, apareció la encina (Quercus rotundifolia), penetrando por este valle termófilo por el Nalón y la disposición Sur de la ladera y su pendiente, el terreno calizo también ayuda.








Mezclados pero no revueltos, los elementos más oceánicos, como el carballo (Quercus robur).













Y el introducido, hace centenares de años, por el diámetro de algunos ejemplares vistos en ruta, castaño (Castanea sativa).










Como no podía ser menos, tenemos también una orla de arbustos que se corresponden con estos árboles, empezando por el avellano (Corilus avellana).











Muy frecuente es el cornejo (Cornus sanguinea), con frutos muy apetecidos por los pájaros.










No menos que la hiedra (Hedera helix), aunque en este caso los frutos, invernales, serán un maná para una época con tan pocas frutas en el bosque.










Los escaramujos del rosal silvestre (Rosa sp.), toda una fuente de vitaminas.












El saúco (Sambucus nigra), esos frutos que saben tan ricos en forma de vino o licor, y que tanto manchan la ropa...













Y finalizo con el espino albar (Crataegus monogyna), cuyos ásperos pero cardiotónicos frutos están tan de moda entre los amantes de la medicina natural.

Un simple paseo por los alrededores de un pueblo "de los de antes" nos da una lección de botánica, pero también de ciencia culinaria, de química y hasta de arte, los frutos de todo un año de un árbol o de un arbusto ante nuestros ojos, hay que aprovecharlos que se acaban rápido.












martes, 25 de septiembre de 2012

Pájaros y demás en la Senda fluvial del Piles y MAVEA en la Feria Ecosentido

Este fin de semana se va a celebrar la Feria ECOSENTIDO coincidiendo con el AGROPEC, que se celebra todos los años en el Recinto Ferial de Gijón.

A ella nos hemos apuntado MAVEA, y se van a celebrar talleres y charlas sobre ecología muy ineresantes, os recomiendo que si podéis, os paséis por nuestro stand.

Desde MAVEA, hemos estado trabajando por proteger y dar a conocer las virtudes del espacio natural que rodea a la Senda Fluvial del río Piles, en Gijón, y este es el tema estrella de nuestra aportación a la Feria.
Se trata de un área seminatural con muchos pequeños ecosistemas diferenciados, con bosques de ribera protagonizados por alisedas con muchas décadas de antigüedad, praderías de diente y 2 recientes pero importantes zonas húmedas, las charcas de la Aliseda Pantanosa, y del Ornitólogo Alfredo Noval.

Ya he hablado muchas veces de las bondades de esta pequeña zona natural de 65 hectáreas nada más, pero que sirve como corredor conectando Gijón y sus afueras con el espacio rural que lo rodea, atesorando rincones encantadores en los que la población puede disfrutar de una naturaleza insospechadamente rica y salvaje, sin tener que moverse apenas del casco urbano.

Es esta singularidad, unida a la fragilidad que todos estos valores poseen, lo que ha llevado a MAVEA a solicitar formalmente la declaración del MONUMENTO NATURAL DE LAS VEGAS BAJAS DEL RÍO PILES, declaración que añadiría seguridad jurídica y un marco normativo que proteja para las generaciones futuras toda la biodiversidad que nos podemos encontrar aquí.
Va a ser un camino largo, pero por ahora hemos conseguido, por ejemplo, que se cambie la normativa de pesca en este tramo fluvial, y que se tenga conciencia por parte del Ayuntamiento de Gijón de ciertas prácticas incompatibles con la preservación de la fauna y flora que lo habitan.

Pues nada, invitaros a pasarse por la Feria, intentaré estar personalmente allí, y recoger sugerencias.

Mientras tanto...sigo paseando por esta zona, y encontrándome pequeñas maravillas, como este mosquitero musical (Phylloscopus trochilus), uno de los muchos que llevan ya semanas pasando por Asturias camino de África.













Se les encuentra casi en cada árbol de la Senda, en los bosquetes de ribera.






Otro muy abundante, pero este es sedentario, el mito (Aegithalos caudatus), siempre muy curioso hacia los humanos.















Se mueve en grupos familiares, y casi siempre hay un ejemplar un poco más curioso que se rezaga un poco y te observa disimuladamente.







Esta otra ave es bastante menos discreta, y destaca a mucha distancia, es la garza real (Ardea cinerea).










También pasa por las copas de los árboles el busardo ratonero (Buteo buteo), buscando pitanza.











Bajo los alisos, una paloma torcaz (Columba palumbus) con todos los signos de haber sido capturada por el halcón peregrino (Falco peregrinus), que caza muy frecuentemente por aquí, desde que yo era crío, y va para 40 años, siempre han tenido un buen cazadero, aunque hace ya décadas que no crían aquí.
El halcón se come lo 1º la pechuga de la paloma, y deja aquí el resto del cadáver.

Debería ser suficiente advertencia para otras palomas, pero al menos estas, seguían comiendo tan panchas.










En los pastizales, las jóvenes urracas (Pica pica) aprovechan a las vacas que pastan y levantan insectos para buscar su alimento.








Hasta que se canalizó el río muy recientemente, todos los extensos pastizales que rodean al río Piles se inundaban en invierno, con riadas que yo recuerdo perfectamente. Todo el aporte de sedimentos que traía el río hacían de estos prados súmamente fértiles, y daban un pasto suculento que aprovechaban ganado y ganaderos.






Yo me crié aquí, y me bañaba en este río, y era habitual que las vacas, que rondaban libres por los prados, bajasen al río a bañarse a tu lado, o a cruzarlo por pasos centenarios, que recordaban a pequeña escala los documentales de los ñúes en el Serengeti.
Ahora las vacas ya no se bañan con los niños, pero a veces una visión fugaz te transporta a la niñez.




De la niñez son también los recuerdos de cuando íbamos a robar fruta a las fincas que rodeaban los prados a la vera del río...sigue apeteciéndome entrar a por fruta tan buena como esta pera.
Y es que la fertilidad de estas vegas es prodigiosa.

La pena es que ya casi nadie recoge estos frutos.











Y que si entrase (vg) a robar estos figos, ya no saldría el paisano con el trabuco de sal y el perro ladrador a espantarnos, seguramente un triste furgón con guardia de seguridad vendría activado por las alarmas de los chalets que ocupan las antiguas casas de labranza.





Aunque el sotobosque está arrasado por el paso de la gente, estos alisos (Alnus glutinosa) conservan en sus tupidas ramas una variedad de aves extraordinaria, como doy fe cuando los censo cada año.
Hay que tratar de conservar esta inesperada riqueza natural periurbana con uñas y dientes, sería una pena perder estos valores para las nuevas y futuras generaciones.




Ya nadie hace vino ni licor con las bayas del saúco (Sambucus nigra), y su superproducción de ricas bayas acaba en parte en el gaznate de las aves que las disfrutan, y en parte en el suelo, una pena porque se pueden hacer productos ricos, sanos y estimulantemente nutritivos.







Representando a la riqueza entomológico de la zona, 2 mariposas: una pavo real (Inachis io), mostrándonos su engañosamente monótona coloración cuando cierra las alas.








Y una de las miles de anónimas mariposas que con su aportación llenan de flores y frutos nuestros campos, en este caso es una dorada de orla ancha (Ochlodes venata).








Pues nada, os invito a conocer esta maravilla, y después, a tratar de hacerla compatible con el trasiego humano. Para empezar, lo mejor es conocerla.

viernes, 24 de agosto de 2012

Lamentándome por la Senda fluvial del piles (I): Plantas y mariposas

A finales del mes pasado, iba yo divagando sobre las luces y las sombras, por la Senda Fluvial del Piles, entre la Charca de la Aliseda pantanosa y la Charca de D. Alfredo Noval.

La naturaleza, al Sol, se mostraba generosa, en colores, texturas y olores.
La hierba de San Antonio (Epylobium hyrsutum) brillaba con luz propia en los prados encharcados de las orillas del río Piles.


Y su néctar era consumido por los insectos, sin que les importunase mi presencia.











La cardencha (Dipsacum  fullonum), de aspecto amenazador y arquitectura acorazada, también atraía a más bichos.












La reina de los prados ( Filipendula ulmaria) más bien atraía a las mariposas.










Y mariposas había bastantes, aunque no muchas especies, como la lobito agreste (Pyronia tithonus).












Aquí con su guapa visión del reverso.











La siempre frecuente mariposa de los muros (Pararge aegeria), hasta en la sopa.












La conocida vanesa (Vanessa atalanta), siempre tan llamativa.











Los saúcos (Sambucus nigra) ya ofrecen su fruto en enormes cantidades, a beneficio de los muchos pájaros que vimos (ver en siguiente entrada).





Uno disfruta intensamente de esta naturaleza aún esplendorosa, pero cuando llegamos a la charca de D. Alfredo Noval, la magia sucumbe ante la poca capacidad de empatía con nuestras últimas glorias naturales.
Como me temía, y como ya dije hace tiempo, la colmatación, el abandono, y la falta de un caudal mínimo han secado la charca, dejándola en un estado calamitoso, y, claro está, sin aves acuáticas, odonatos o anfibios, menuda cagada.

Quizás a nuestros políticos y gestores solo les interese ir abandonando todo, y dejar que nos conformemos con paisajes desnaturalizados, e irrecuperables para la biodiversidad (la de verdad).

Nos conformaremos con plantas naturalizadas, como la alfalfa (Medicago sativa).







O directamente con plantas y animales traídos de muy lejos, como este arce neugundo (Acer negundus).
Quizás los que nos entierren ya no sean capaces de diferenciar la realidad de la ficción, la usurpación de la originalidad.
Yo, por ahora, sí, y aquí lo denuncio.