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martes, 17 de mayo de 2016

Paraje natural de la Desembocadura del Guadalhorce (II)

Pues seguimos por las lagunas artificiales, se vieron cosas interesantes.

















Personalmente, lo que más me gustó fue reencontrarme con las malvasías cabeciblancas (Oxyura leucocephala), había una media docena, bastante lejanas.









Aunque esta lejanía deslucía el encuentro, desde Cádiz de hace bastantes años que no me las encontraba y me encantó volver a verlas.







En la lámina de agua también había otra media docena de porrones europeos (Aythya ferina).







No es que me lo esperase pero les eché un buen vistazo a estas 2 gallineta común (Gallinula chloropus) y focha común (Fulica atra), por si pudiesen ser una focha moruna. No hubo suerte esta vez.






Varios zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis) patrullaban la laguna, por los colores del plumaje, creo que intentarán criar.












Con todo, lo que más llamaba la atención era un trío de flamencos comunes (Phoenicopterus roseus).










Nos marchamos muy contentos con los avistamientos, nos sobrevolaron un montón de gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), de nuevo hubiese estado bien ver alguna picofina, pero qué se le va a hacer.
















También en migración estaba algún cormorán grande (Phalacrocorax carbo).





Y algunos ejemplares lejanos de garza real y garceta común (Egretta garzetta).












Siguiendo los tarayes (Tamarix africana) todavía tuvimos tiempo de ver más cigüeñuelas y avocetas.











Un paisaje que nadie diría que es completamente artificial, las marismas originales, destruidas hace años, tenían que ser maravillosas.










Fuimos abandonando con pena las zonas húmedas para volver por un bosquete de olivos (Olea europaea).











Por encima, un cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) cazando.












Y de vuelta a la civilización, y al autobús, pensábamos en lo bien aprovechada que fue la mañana.

jueves, 12 de mayo de 2016

Paraje Natural de la Desembocadura del Guadalhorce (I)

Aprovechamos la visita a Málaga para pajarear un poco por la desembocadura del Guadalhorce, un paisaje muy accesible desde Málaga gracias a la red de transporte público, que te deja en la urbanización Guadalmar en un periquete, así da gusto.









Solamente hay que cruzar un puente y ya estamos en el islote que realmente es este paraje, 67 hectáreas de terrenos que primero fueron marismas, después un terreno reventado por las extracciones de áridos (ilegales) y un vertedero, y finalmente, tras la recolonización natural de las lagunas dejadas en los boquetes que dejó "la civilización", un espacio natural protegido. Cosas de la vida.













Justo debajo del puente, una colonia muy grande de avión común (Delichon urbicum).










Aunque eran más frecuentes estos aviones (el aeropuerto está al lado).












El paseo completo, visitando todos los observatorios, se hace en un par de horas, el lugar es pequeño aunque está muy bien diseñado para tener varios ambientes diferentes.










En una primera zona muy humanizada aparecen especies vegetales naturalizadas, como palmeras datileras (Phoenix dactylifera), la delicia de los estorninos negros (Sturnus unicolor).











Un montón de plantas del púrpura y venenoso ricino (Ricinus communis).











Y mucho carrizo (Phragmites australis), la delicia de muchos pájaros.











Amén de muchos otros, yo pillé a la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)...














...o al jilguero (Carduelis carduelis).














Pero enseguida llegamos a las zonas más interesantes, las lagunas.












Ya en el primer observatorio, un buen bando de martinetes (Nycticorax nycticorax) nos sobrevoló, tanto a la ida como a la vuelta.










Nunca había visto tantos en vuelo.













Las lagunas, aunque pequeñas, tenían mucha vida, la más abundante, cigüeñuelas (Himantopus himantopus), había varias decenas y algún pollo, y eso que era una fecha muy temprana.







Muy cercanas.














Y siempre muy ruidosas y nerviosas en sus movimientos.











Abundantes también, pero mucho más discretas, las avocetas (Recurvirostra avossetta).













En las orillas de las lagunas, llenas de vegetación halófila, no mucha cantidad, pero sí variedad de limícolas, entre ellas las 3 especies más habituales de chorlitejos, empezando por el chorlitejo grande (Charadrius hiaticula)...





...acompañado de varios correlimos tridáctilos (Calidris alba).

Ambos de paso al Norte.











Varios ejemplares de chorlitejo chico (Charadrius dubius), desconozco si residentes.












Y los más interesantes chorlitejos patinegros (Charadrius alexandrinus), que sí que se reproducen aquí, aunque pude comprobar que por desgracia las vallas que delimitan su exigua franja de arena han sido arrancadas parcialmente, hay perros sueltos, basura, pescadores, en fin, lo de siempre...termino con este derecho a pataleo y en la próxima entrada seguimos contando qué otras cosas interesantísimas me encontré.




jueves, 5 de mayo de 2016

Cotorras argentinas en Málaga: una plaguita.

En nuestro viaje a Málaga nos encontramos a la cotorra argentina (Myiopsitta monachus).

















Muchas muchas veces.








De hecho, la sensación subjetiva fue que el ave urbana más abundante de Málaga no era el gorrión común (Passer domesticus)...












...ni la paloma doméstica (Columba livia), si no su compañera en la foto.










Digo subjetivamente porque tanto el gorrión como la paloma son muy discretos de aspecto y comportamiento y pasan desapercibidos.












Al contrario, la cotorra argentina es ruidosa, vuela en grupos sobre los árboles dejando caer las ramitas que lleva para hacer el nido, y además ese plumaje llama la atención incluso a los que no tienen ni idea de que haya loros sueltos en Europa.







Había, sin duda, muchas decenas de ejemplares, y estaban tan activas como hambrientas.













Acostumbrado al críptico y reducido grupito de cotorras de Kramer de Gijón, tuve que concluir que en Málaga tienen un problema muy serio con las cotorras argentinas.
Eso sí, guapas y simpáticas a rabiar.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Málaga para principiantes (II)

Menuda pateada nos dimos para acceder a la Alcazaba y al Castillo de Gibralfaro, pero fuimos para la cama cansados y satisfechos, guapísimas vistas.












La Alcazaba me pareció una maravilla, y eso que todavía no está abierta al público ni la mitad de la superficie. Tal y como me sentí en sus equivalentes de Granada o Almería, uno siente el frescor que buscaban en la Edad media al programar estos recintos, auténticos vergeles.










Aunque nada tienen que ver las especies vegetales presentes actualmente en sus jardines, la mayoría llegados de tierras que en aquella época eran ignotas, como América u Oceanía, no debía ser muy diferente la sensación de estar en un paraíso, con una arquitectura muy funcional, llena de requiebros por los que sopla la brisa, las vistas son un placer al doblar cada esquina y los materiales menos nobles como el yeso o la madera se enseñorean con la maestría en la decoración.


Dominando una colina frente al mar, y a un costado de la antigua Málaga se aseguraban un puesto defensivo extraordinario, y así son de magníficas las vistas en todas direcciones.











Desde lo alto veíamos el castillo a lo lejos, unido por una fortificación, cansaba sólo de ver lo alto que nos quedaba...












Después de comer excelentemente en el Pimpi, nos metimos una buena dosis de calorías necesaria para la fuerte subida, no sin antes visitar el Anfiteatro romano, a los pies de la Alcazaba.

La subida es dura, cierto, pero se ve recompensada por unos miradores escalonados que van presentando toda la ciudad paulatinamente, hay un montón de paradas donde admirarse por el paisaje y echar unas fotos.

Siendo una ciudad grande, desde la altura se hace enorme, aunque la sensación a pie de calle es que es perfectamente abordable, tiene el tamaño ideal.


El Castillo de Gibralfaro, siendo estéticamente, por razones lógicas, menos agraciado que la Alcazaba, tiene un paseo de ronda tan increíble que compensa hacer el esfuerzo de recorrer todo el lienzo de la muralla, ante tus ojos se abren cientos de kilómetros cuadrados y cuesta quedarse con una sola dirección en la que mirar.









Mucho más macizo que la Alcazaba por sus funciones defensivas, inteligentemente colocadas sus torres, hoy en día que afortunadamente no hay que disparar a nadie desde arriba, es un gozo disfrutar del recorrido.

Aunque con menor variedad y más recias, las plantas que aquí nos encontramos, fundamentalmente cipreses, son espectaculares.


















En definitiva, una visita muy agradable y evocadora, se nos olvidaron hasta las agujetas.










Al día siguiente nos fuimos de pajareo por la desembocadura del río Guadalhorce, y tuvimos tiempo por la tarde de visitar las playas del Oeste de la ciudad, en la zona de San Andrés, como excusa para visitar el muy recomendable Museo Ruso de Málaga, no decepciona.











Otro largo paseo que bien mereció alimentarse adecuadamente antes, ¡qué no falte el riquísimo espeto en una visita a Málaga!