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domingo, 8 de septiembre de 2013

Los jables de Sóo

Bueno, pues una vez puestas las aves, os describo someramente el paisaje que las alberga. Como asturiano hecho a los verdes praos, este paisaje resulta poco menos que extraterrestre.








Es un pasillo por el que se cuelan los alisios y llena de arena una superficie enorme, a modo de embudo, tal que lo que os pongo (extraída del visor de google maps).













Además, aunque el mar está ahí al lado, los volcanes de Pico Colorado, Caldera Trasera y Sóo le dan un trasfondo mágico a este paisaje, de nuevo la captura, con la ruta que trazó mi GPS sobreimpresionada, extraído del Google Earth.









Mientras caminaba por aquellas enormes extensiones de arenales me maravillaba por la paciencia que tenían los habitantes de Sóo al tratar de dominar estas arenas y además plantar en ellas, protegiéndolas con varas de palmera canaria y con pequeñas formaciones de cereales para que las dunas no inundasen lo cultivado.




La ignorancia es mala compañera de viaje, por esos es tan bueno leer y preguntar. In situ, me dio un poco de pena de los pobres agricultores por las condiciones tan estoicas en las que trabajar "la tierra" (que no había, literalmente).








Pero preguntando y leyendo, me enteré, a posteriori, que estas arenas, y la inteligencia de los agricultores, claro, son excelentes para el cultivo de la batata (Ipomoe batatas), un tubérculo que se exporta luego a media Europa y se consume también en la cocina canaria, y lo que tomé por un terreno difícilmente productivo, llega a producir ¡hasta 8 toneladas de batata por hectárea!
(Imagen: Wikimedia commons).



Vamos, que debería darnos vergüenza a los asturianos, con las tierras que tenemos, que no estén llenas de huertas, viendo lo bien que se las ingenian en Lanzarote para sacarle al terreno una excelente producción con 8 veces menos lluvia y una insolación terrible todo el año.





Los lugareños me comentaron que realmente, el principal enemigo de los cultivos no era ni el Sol ni la arena, sino el conejo, no vi ninguno, pero sí sus excrementos.











Hay varias pequeñas granjas de cabras, poco ganado, eso está bien, un poco de ganado, con sus excrementos, y sus cadáveres, como pude comprobar con este que rondaba el alcaudón, incrementan la cantidad de insectos grandes, y aumenta la biodiversidad.






Me encontré este otro cadáver, que ya no me hace tanta gracia: por una parte, adoro a los gatos, tuve una gatina 18 años que me enseñó muchas cosas de la vida, entre otras, los misterios del cariño y de la responsabilidad, pero considero que las islas en general, y las Canarias en particular, tendrían que ser tierra libre de gatos, la avifauna sufre mucho con los gatos asilvestrados, es una pena por varias razones.

Cambiando de tema, una anécdota simpática que ilustra lo mucho que nos puede confundir la ignorancia, y lo bueno que resulta juntar la curiosidad y la búsqueda de información.
Mientras caminaba por las arenas, intentaba metódicamente no pisar esta planta de la foto, me pareció extraña, preciosa por su color rojo y sus extrañas semillas en una especie de nido-receptáculo, y me dio por pensar que sería una rara planta endémica que merecía la pena evitar destruir.



Al llegar a casa y buscar qué planta era, con mucha curiosidad por mi parte, resultó que es común en Canarias, donde la llaman barrilla (Mesembryentemum cristallinum), y se cultiva desde hace al menos un milenio, ya que hay restos que confirman que los guanches recogían las semillas para hacer su gofio con el que alimentarse.
Después se usó como fuente natural de sosa, con la que hacer jabones, durante siglos.
Pues bien, esta planta está ahora de supermoda como ornamental, por una parte, y como alimento, por otra, por sus propiedades saludables, conociéndose en las herboristerías europeas como hierba de cristal o del hielo, por sus células que almacenan agua, este es su precioso aspecto al brotar las flores. (Fuente wikimedia commons). La de cosas curiosas por conocer.
Y yo pensando que era una super rareza...

Pues me despido de Sóo, un paisaje para conocer y disfrutar.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Los jables de Sóo: Bisbita caminero y otros.

Una de las aves que me encontré fue el bisbita caminero (Anthus berthelotii berthelotii). Por todas partes.










Ya fuese en la arena de la playa, entre los arbustos, en los jables, o incluso en el maravilloso malpaís del infierno geológico de Timanfaya, allí estaba el bisbita caminero sentando plaza.









A pesar de su abundancia, no es ave agradable para el fotógrafo, ya que, como suele suceder a todos los de su familia, no se para quieto nunca, y la oscilación corporal adelante-atrás no favorece la foto.









En todo caso, un bisbita tan bien adaptado a las islas Canarias que me atrevería a decir que es el paseriforme más típico de este archipiélago.
 También muy abundante, pero más asustadiza, es la gaviota patiamarilla (Larus michahellis atlantis), en su variedad atlántica. Iba dispuesto a hacer un buen reportaje fotográfico con las características personalizadas de esta variedad macaronésica de gaviota, pero solamente pude sacar fotos sueltas, ya que no fue tan abundante como imaginaba, ni tan fácil acercarse a ellas como suponía.










 
Si comprobé el tono distintivamente oscuro del plumaje del manto, aunque pongo en duda que sea lo suficientemente diferente como para diferenciarla a simple vista del resto de subespecies de michahellis, me hubiese gustado verlas en invierno con su famoso rayado cefálico.





 
Otra especie conflictiva en cuanto a la identificación es la tórtola turca (Streptopelia decaocto), que en estas islas, desde hace unos años, tiende a hibridarse con la más escasa y antes limitada a las ciudades tórtola doméstica rosigris, muy parecida.

Pude ver en Playa Blanca ejemplares de tórtola con una coloración muy clara, y con esas terciarias casi color pastel típicas de la rosigris, así que mientras las 2 especies convivan y se hibriden, asignar a una u otra especie es complicado, salvo que se vea a corta distancia, y aún así, con reparos, por lo que el ejemplar de esta foto se va a Streptopelia sp.


Y finalizo esta serie de los jables de Sóo con un curioso encuentro con una garcilla bueyera (Bubulcus ibis), que se fue al único sitio donde podía encontrar algo de vegetación y humedad acorde con su condición de ardéida, una pequeña granja con cultivo.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Los jables de Sóo: terreras marismeñas y abubillas

Ya había visto estas terreras marismeñas en Cádiz el año pasado, aunque esta variedad del este de Canarias en realidad es una subespecie diferente (Calandrella rufescens polatzeki).
A decir verdad, porque lo dicen las guías, pero las diferencias de coloración no las pude constatar en el campo, sencillamente son tan difíciles de ver, salvo cuando el bando levanta el vuelo, o cuando se las escucha, que posadas es imposible.





De eso viven, de recorrer incansables estos terrenos tan incómodos, en grandes bandos (yo vi 3 bandos, el más pequeño no bajaba de 10 ejemplares), volando de posadero en posadero, y cuando se despliegan en el terreno, aunque sabes que en el aire había una docena, no cuentas en tierra ni la 1/3 parte, increíble lo bien adaptadas que están al terreno.





Si no me creéis, echadle un vistazo a este bandito, hasta que no tuve la foto frente a mí un buen rato, se me escaparon la mayoría de las que estaban en el encuadre.








Por el contrario, la abubilla (Upupa epops), que también abunda, destaca igual en vuelo que en el suelo.











Mucho más confiada, pude disfrutar de su presencia en varios puntos, siempre bien visible, a esta pobre sí que le resulta del todo complicado pasar desapercibida.









Y es que parece difícil diseñar un ave más llamativa.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Los jables de Sóo: Alcaudón real canario.

Una de las aves a las que me encontré con cierta frecuencia (3 días) en este viaje fue el alcaudón real canario (Lanius meridionalis koenigi), una subespecie insular del alcaudón real.

















Es un alcaudón típico, de fuerte pico, aún más en esta subespecie, cabeza potente y musculosa, y un cuerpo compacto acompañado de una cola que en vuelo llama mucho la atención por su longitud, a gran distancia o cuando aparece de sopetón, se podría uno imaginar a una urraca por este detalle.










Lo vi varias veces, aunque no es demasiado abundante, ya que por desgracia nos estamos cargando su territorio, y sus presas, micromamíferos, pequeños reptiles, y los grandes insectos, que son los 1ºs que desaparecen cuando acabamos con los hábitats de cultivo tradicional, con cierres y multitud de arbustos desde los que otea a su comida.



Tienen la costumbre de hacer su reclamo desde los extremos de las ramitas, por lo que no resulta difícil localizarlo, y tiene bastante tolerancia al ser humano, por lo que no es especie esquiva al fotógrafo respetuoso.











En los jables enormes de Sóo me hizo mucha compañía con su simple presencia mitad pequeña ave de presa mitad gran pájaro, y aquí se lo agradezco.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Los jables de Sóo: Alcaraván.

Además de las avutardas hubaras, pude ver más especies, una que más que ver intuí fue el alcaraván (Burhinus oedicnemus insularum), una subespecie aún más críptica que su equivalente peninsular.
De nuevo, al igual que con las hubaras, en vuelo, encontrándomelo de sopetón, fue cómo más cerca lo vi.
Literalmente lo pisas antes de llegar a verlo.





Y misma situación: un ave que se camufla de manera maestra con los pardos y las arenas, pero que en vuelo descubre esas manchas blancas tan llamativas.









Tanto por encima como por debajo. Muy curioso.
eso sí, en cuanto se posaban de nuevo, al siguiente parpadeo, ya no los veías, por cerca que los tuvieses.










Solo tras una paciente prospección, y con el acostumbramiento del ojo, empiezas a verlos, había muchos.










Pero la distancia de seguridad, cuando veías que ya se empezaban a mover, signo de que los estabas poniendo nerviosos, era muy elevada, demasiado para la óptica que llevaba, y no quería para nada molestarlos, así que para verlos quietos tuve que hacerlo a varios cientos de metros.







Eran tan difíciles, que en esta imagen, apunté, y sé que era así, que había 2 ejemplares encuadrados, pero a  día de hoy, y por mucho que la miro, solo consigo encontrar a uno...¿lo veis sin aumentar la imagen? Complicado, ¿verdad?...magnífica adaptación la de esta especie.






Lástima que para lo que no estén adaptados sea a los vehículos, ya que el alcaraván es bastante nocturno, y tiene malos encuentros con los coches, caso de este pobre ejemplar que estaba muerto, parecía reciente, a un lado de la cuneta. Muy triste.

sábado, 31 de agosto de 2013

Los jables de Sóo: Avutarda hubara

Me fui con los dedos rotos a buscar a la avutarda hubara (Chlamydotis undulata fuertaventurae) a los extensos jables de Sóo, al Norte de Lanzarote, con un éxito total, que no me esperaba.

















Como en una premonición, en el punto que me marcaba el GPS para empezar a caminar, estaba esperándome una preciosa abubilla (Upupa epops).










Iba cansado y dolorido, así que me vino de perlas el clima neblinoso y casi oceánico que envuelve esta zona cuando los alisios empujan la niebla desde el mar, estaba casi frío ¡en agosto!, y había una luz fantasmal.





La 1ª hubara salió a varios cientos de metros sin que remotamente yo fuese consciente de que estaba a mi alrededor.










Era un terreno desconocido para mí, afortunadamente muy llano, pero intrincado, y el suelo era tan rico en pardos y amarillos que aunque salieron muchas aves, tuve que educar el ojo para encontrarlas yo a ellas y no ellas a mí.
También me di cuenta del gran poder del camuflaje de la hubara, que la hacía invisible...hasta que despegaba del suelo...








...porque entonces, entre la envergadura de gran águila...












...las manchas tan conspicuas, blancas, de la parte superior del ala...



















...y no digamos cuando daba un profundo aleteo y descubría sus inmaculadas alas por debajo...en vuelo es indescriptible la sensación de tenerla relativamente cerca, es un ave majestuosa, la reina de las Canarias, para mi gusto.







Resulta un caminar extraño lo de estos jables, es imposible perderse, ya que es llano, y siempre están claros los puntos de referencia, pero tanta arena confunde, y evitar salirse de los caminos marcados, cosa que debemos hacer para respetar a las aves esteparias, hace que vayas atravesando zonas de arena, algunos cultivos abandonados, y pequeñas lomas desde las que intentaba encontrar a alguna hubara sin que ella me viese a mí.

Acabó sucediendo.
Finalmente pude localizar, muy lejos, pero muy cerca para el punto de vista de la hubara, a este ejemplar, me tiré a la arena y disfruté un buen rato de su presencia y de su caminar de bailarina.










A pesar de haberlo leído cien veces en las guías, es increíble lo adaptado que está su plumaje a estas tierras, casi se esfumaba a ojos vista.










Finalmente, algún reflejo, o el ruido del obturador, hizo que se enterase de mi presencia, y se fue.







Me hice una idea de lo fácil que resulta molestar a esta ave y de lo necesitada que está de tener mucho mucho espacio para sobrevivir sin presencia humana.







Que por las diversas señales, intuí que no siempre es amistosa.










Aún pude, cuando ya me volvía al coche, ver a otros 2 ejemplares, muy lejanos y más confiados por la distancia que nos separaba, así que fueron en total 5 contactos, muchos más de los que esperaba, estaba alucinado.
Está claro que esta especie para ser disfrutada de verdad precisa de telescopio y mucha paciencia, quizás en otra ocasión, a mí me bastó con mis modestos 400 mm para disfrutar al 100% la experiencia.


Pude ver otras extraordinarias especies esteparias, que os pondré en sucesivas entradas, pero sin duda la gran estrella, y por lo que recordaré siempre a Sóo, fue la hubara.