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viernes, 4 de noviembre de 2011

Playas deliciosas: Playa del Silencio (Cudillero).


Bueno, esta playa es un clásico en Asturias. Tiene fama de ser la más bella de Asturias.
Sin querer entrar en polémicas, a mí no me gusta tanto, pero tengo que reconocer que paisajísticamente pocas están a su altura, aunque la mejor vista solo se da desde el mirador situado por encima de ella.

La playa en sí es demasiado rocosa para mi espalda, y no resulta fácil nadar en ella, ya que tiene unos fondos rocosos invisibles desde la superficie. 
Pero esto que es un inconveniente, se transforma en una experiencia muy gozosa cuando te pones las gafas y el tubo de buceo, porque en pocos sitios se pueden ver las maravillas que hay bajo la superficie del agua de esta playa.

Se accede con mucha facilidad por una pista señalizada desde Castañeras, aunque no resulta tan fácil aparcar, razón por la cual recomiendo madrugar un poco.

Bastante concurrida en verano, en invierno, con temporal resulta maravillosa, y muchos fotógrafos tienen fotografías increíbles de este lugar con estas condiciones.


Sin ser playa nudista, aquí cada uno se pone a su aire, en verano hay desde familias pixuetas de 3 generaciones, con la manta y la tortilla, hasta neohippies que duermen aquí de noche y se olvidan de la ropa durante unos días. Como en el chiste, “habiendo respetu” no hay problema, aunque a mí me da un poco de pudor, con tanto visitante...

Personalmente, tanto follón me agobia un poco en verano, pero es una playa maravillosa para los buceadores, para los fotógrafos, para los amantes de los perrinos (aquí no molestan a nadie y es una gozada entrar a nadar con ellos) y para los paseantes otoñales. Probadla.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Bañándonos con el cormorán moñudo


Mientras disfrutábamos a base de bien del veranillo del membrillo en la playa del Silencio (Cudillero), con el mar como un plato, y la marea bajísima, se nos acercó un joven cormorán moñudo (Phalacrocórax aristotelis), con el que pudimos compartir zambullidas durante un buen rato.











Las fotos no son gran cosa, pensé que iban a ser mejores, dada la cercanía, pero se me olvidó ponerle el ON al estabilizador del teleobjetivo, y salieron algo movidas, este bicho se mueve muchísimo.




En todo caso, sirven como descripción gráfica de lo fácil que les resulta a estos bichos localizar a los pequeños peces de las rocas, en este caso un babosu de buen tamaño, que por mucho que intentó, expandiendo aletas, no ser tragado, acabó en el gaznate de nuestro cormorán.







A mí me lleva ½ hora de mucha paciencia capturarle uno así para el “acuario” temporal de mi hijo; no es de extrañar (la envidia es muy mala), que ciertos pescadores les descerrajen (por acción directa o derivando el cabreo a los guardas) un tiro a los cormoranes: nos descubren cada día nuestras imperfecciones como torpes humanos, y determinadas personas no soportan que les digan que son mortales, mucho menos que son una piltrafa llena de debilidades evolutivas.

Allá ellos...creo firmemente en la humildad, y la muy difícil, pero posible, toma de conciencia de la poca cosa que somos, nos iría muy bien: como especie, y de uno en uno, como personas.

Pero no, es mucho más fácil cargarnos a todo animal que demuestre ser mejor pescador que nosotros, así se acabó la competencia, y si eso fuera poco, siempre se pueden encauzar los lagos y los ríos para que los peces no tengan escapatorias, y si esto falla, llenarlos de peces bobos que no conozcan el río hasta 5 minutos antes de llegar al agua, para ser inmediatamente pescados.





Somos capaces de eso, y como dirían los Welcome Culebras, “y eso aún no fue lo peor”.

Personalmente, prefiero llevar a mi hijo a nadar con los cormoranes...mientras quede alguno, porque me temo que van a ser los próximos araos: de verlos por miles, a verlos disecados en los museos.