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miércoles, 22 de agosto de 2012

De excursión con MAVEA por los acantilados de Cudillero

A finales del mes pasado nos fuimos de excursión el Grupu d'Ornitoloxía MAVEA a hacer un mini-testing por los afloramientos rocosos que dejaba la marea en la playa de Doría, en Cuideiru.
Hacía un día increíble, y no pude evitar fijar la vista en la costa al Oeste del Cabo Vidío, que estaba así de espléndida.








El objetivo de la excursión era recopilar información sobre toda la fauna y flora de los pedreros, pero los pedreros resbalan, y no puedo permitirme que mi equipo fotográfico se caiga al agua, así que no os puedo poner ni una foto de las muchas cosas interesantes que se descubrieron, sí de la playa, tendréis que perdonarme.
En la bajada, larga, desde la rasa hasta la arena, viejas conocidas, como la madreselva (Lonicera peyclimenum peryclimenum).










La matacaballos ( Lobelia urens).









O los paxarinos (Linaria triornithophora).











De mariposas, también algunas muy comunes, como la blanquita de la col (Pieris rapae).







La mariposa lobito agreste  (Pyronia tithonus).
















O la (con alguna reserva) Thymelicus acteon.













De aves, poca cosa, algún cormorán moñudo y gaviotas varias, y en los matos de la ladera, tarabillas comunes (Saxicola torquata).







Colirrojos tizones, jilgueros y algunos pardillos comunes (Carduelis cannabina).







Aunque es posible que el mayor protagonista fuese el paisaje en sí, que desde la altura abrumaba.

Y al fondo, la siempre querida playa de la Vallina.






Recogimos algunos especímenes interesantes, como los restos de un alcatraz (Morus bassanus).
También un buen montón de invertebrados que fuimos clasificando entre todos.







Yo me llevé para casa varios huesos de artiodáctilos varios, para la colección "paleontológica" de mi hijo.














Pero sin duda alguna, lo más prestoso fue, además de aprender un montón con los expertos que había en la excursión...









...poder juntarnos unos cuantos amantes de la naturaleza, con muy poco de academia y mucho de ponerse a caminar y hacer cosas, muchas cosas, con poco presupuesto pero muchas ganas de pasarlo bien, sin malos rollos, y con ganas de echarnos unas risas, comernos unas tortillas y disfrutar al aire libre.
Y creedme, tal y como está el panorama, este espíritu asambleario, entre amigos, y de libre enseñanza y transmisión de conocimientos es casi un milagro.
Milagro que un solitario como yo disfruta de corazón y que espero que dure.

viernes, 17 de agosto de 2012

Alrededor de Frexulfe ( II ): Las plantitas

Bueno, antes de nada, si tengo mal clasificada alguna planta, me avisáis, queda muy feo dejar una entrada con datos falsos, y así aprendemos todos.

Pues nada, estábamos en Frexulfe, que tiene unas dunas interesantes, en las que crecen varias maravillas, entre ellas la muy fotogénica lechetrezna de las dunas (Euphorbia paralias).














También típica de nuestras dunas, la cola de liebre (Lagurus ovatus), siempre tan simpática.














Tampoco podía faltar la colleja (Silene vulgaris).








Una vez subidos al pinar, monocultivo de pino marítimo (Pinus pinaster). No me gustan nada los pinos (en Asturias), así que le niego mi objetividad, y lo saco feo, que se fastidie.
Cuando está entre las 100 especies invasoras más peligrosas del planeta, por algo será, digo yo...






Pero aún hay esperanza. Contra las idioteces de quienes opinan que si no hubiese pinos, en la costa asturiana no crecerían otros árboles, un roble (Quercus sp.), libra una dura batalla por salir entre los pinos. Si no llega el fuego, que favorece a los pinos, o la motosierra, en lo que tarde mi hijo en jubilarse, esto debería ser un robledal, pero el ser humano no suele dejar a la naturaleza imponerse a su estupidez, crucemos los dedos por el roble.







Mientras tanto, pocas especies salen en el sotobosque del pinar, entre ellas la humilde zarzamora (Rubus sp.).












Al salir del bosque, matorrales, ya respiro mejor, empieza la biodiversidad, también la biodiversión.
Si no me equivoco, la madreselva de los bosques (Lonicera peryclimenum peryclimenum).









Una gozada de trepadora con unas flores muy variables en color pero con una forma única y reconocible.
Si no me equivoco, esas últimas 2 hojas, no fusionadas, la delatan a nivel de género, y en Asturias, incluso como subespecie, pero eso se lo dejo a los que saben algo de esto (yo no).






Las flores son guapas incluso antes de abrirse.













Otra archiconocida, la malva (Malva moschata) asomaba al borde del sendero.








Otro arbusto conocido y letal, la dulcamara (Solanum dulcamara), ya va sacando frutos por estas fechas, hace un mes aún conservaba flores.









Y por fin entramos en la zona de praos de diente, mis favoritos, todo un estallido de color, y este sí que es un paisaje guapo y productivo.









Entre la hierba y las espigas, no faltan los tréboles, como el trébol rojo (Trifolium pratense), un alimento excelente para el ganado.














Olorosa y dulzona, la milenrama (Achillea millefolium).














O la centaurea, o garbanzón (Centaurea nigra).













Otra belleza destacada, los paxarinos (Linaria trionithophora).






Ahora nos inclinamos ante la para mí, reina de la belleza, la aguileña (Aquilegia vulgaris). De vulgar, poco.












Seguimos el camino, muy al borde del mar, en terrenos más fracturados, más ralos, con otro tipo de plantas, igual de interesantes. Como la carrasquilla azul (Glandora prostrata), una rastrera preciosa.







Otra que tapiza de color el camino, un jasión. Podría ser una (Jasione montana), pero tras el consejo del mucho más experto César Fernández, que cree que hay base para que también fuese la especie laevis, opto por dejarlo en (Jasione sp.).








No faltan los brezos. Tentativamente, meto a este en la especie (Erica mackaiana).










Y con algún reparo, a este otro en (Erica vagans).














Ya muy cerca del final, el terreno empieza a bajar de cota, y se forman en las fallas del terreno pequeños torrentes temporales, hiperhúmedos, en los que aparecen plantas acostumbradas a terrenos encharcados, como la matacaballos (Lobelia urens). Menudo nombre para una flor tan delicada.






Y esta planta, ¿podría ser salicaria (Lythrum salicaria)? No sé, no sé...









Y caminando caminando, llegamos a nuestro destino, la playa del Fabal. Mucho gusto de conocerla, y vuelta para casa, sabiendo algunas cosas más, y habiendo disfrutado de un paisaje precioso.

Lo dicho: si metí la pata, lo decís, es la única manera inteligente de aprender, de la sabiduría de los demás, y huyendo de la torpeza propia.