Esta tarde, para entretener a mi hijo, nos fuimos a ver las grandes olas que estaban azotando el puerto deportivo de Gijón "El Muelle", con tan buena suerte que nos encontramos un
arao común (Uria aalge).

Primero habíamos dado una vuelta por el paseo del
Muro de San Lorenzo, que estaba muy brumoso por el oleaje.
Disfrutamos del sitio secreto de papá para ver las olas sin tener que mojarnos, fue muy divertido ver las olas de 3 ó 4 metros avanzar hacia nosotros sin temor a que nos alcanzasen, aunque la espuma llegaba, vaya si llegaba.
Pero fue una gran pena tener encima, al Helimer, el helicóptero que lleva buscando varios días, sin descanso, el cuerpo sin vida de Gonzalo. Cualquier padre que quiera a sus hijos no puede escuchar el sonido de los rotores de este helicóptero sin sentir un escalofrío y una pena enorme por la familia del chaval.
Eso sí es una tragedia, y no la gaita de la crisis.
Yo que las pasé de todos los colores toda mi infancia y la juventud me río de la crisis: para los pobres la crisis es desde que se nace hasta que se muere, y a veces se nos olvida lo pobres que éramos, yo al menos lo era y desde luego lo recuerdo perfectamente.(Se puede decir lo mismo de los ricos, pero al revés).
Pero una tragedia familiar de este calibre, a eso sí que le tengo pánico.
Bueno, pues ya desde el rompeolas localicé a 2
alcas (Alca torda). Mi chaval nunca había visto una, y aunque no es un pajarero innato, sí le gustan mucho los animales, así que me lo preparé un poco contándole que el equivalente a los pájaros bobos del Sur son los álcidos del Norte, y cuando le enseñé las fotos, se le iluminaron los ojos.
Normal: un bicho blanco y negro, de buen pico, que pesca bajo el agua y se impulsa igual que un pingüino, a cualquier niño le llama la atención. Así que conseguí bajarlo al puerto y seguir un buen rato las evoluciones de las simpáticas alcas, que no se acercaban demasiado.
Ya nos íbamos cuando vi otra "alca", pero esta tenía una forma más ahusada, y el pico definitivamente no era de alca: ¡un arao! Bajamos corriendo, porque ya no había luz ninguna, y en el espigón de la Rula (donde el restaurante El Puerto), ya lo vimos, al arao, con todo detalle.
Mi peque se lo pasaba en grande, además se puso a hacer ruidos graciosos diciendo que era el reclamo de la hembra, y que lo iba a atraer, y entre carcajadas, comprobamos que contra todo pronóstico, el arao se nos iba acercando.
Lástima de luz, que minuto a minuto se iba apagando, y me obligaba a tirar a ISOs muy altos y a velocidades muy bajas.
Pero al menos pudimos estar casi 1/2 hora muy cerca del arao, que se portó de maravilla.

Y el guaje ya tiene algo más que contar a sus amiguitos, no creo que haya muchos niños que con 7 años sepan ya distinguir un arao de un alca, ni siquiera que los hayan visto en vivo, y no en documentales. me alegro mucho de haber compartido esto con mi hijo, los que tenéis hijos me comprenderéis, los que no los tenéis me perdonaréis la ternura del momento.
Pues nada, nos marchamos contentísimos. por allí había alguna
gaviota reidora (Larus ridibundus), algunas
patiamarillas (Larus michahellis), de 1er invierno, aburridas.
Y una que no se asustaba de nosotros, de 2º invierno.
Y algún
vuelvepiedras (Arenaria interpres) volaba por allí.
Y así pasó una tarde de la que me acordaré mientras viva.