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lunes, 1 de febrero de 2016

Poco pero muy cercano: El Muelle

De nuevo casi nada que ver en cuanto a aves marinas por el Muelle, pero al menos se dejó ver cerca-cerca un alca (Alca torda).












El Muelle, el puerto deportivo de Gijón, siempre fue un lugar estupendo para ver aves en invierno, pero con un invierno como este es normal que no necesiten refugiarse de la climatología, y estaba casi vacío.

















El casi lo ponía el alca, que se dejaba ver a placer desde el paseo.












Haciendo lo mejor que sabe: Mirar bajo el agua...












...sumergirse de repente...












...y salir con un pez (esta vez no) en el pico.















Creo que le molestaba el Sol tanto como a mí.













Siguiendo el paseo, buscando algún colimbo, araos, zampullines, charranes...nada de nada...

bueno, practicamente, había alguna gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), más...











...o menos cómodamente instalada tomando los últimos rayos de Sol.












Alguna gaviota cabecinegra (Larus melanocephalus) despistada de su grupo...













...y alguno de esos cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) de barriga tan blanca que mosquean un poco.











Lo mejor, sin duda, el paseo en sí: Muchos años han pasado desde que mi abuela me llevaba, con ese pañuelo que todas las abuelas llevaban en el bolso, empapado en colonia , sobre mi nariz, para que los olores que desprendía por aquellos años 70 el puerto no me molestaran. Ahora la compañía es otra, igualmente adorable, y afortunadamente, el ambiente sólo huele a mar, y el paisaje sigue igual de querido por mí.




martes, 15 de enero de 2013

Fenómenos ópticos en el Muelle

El puerto deportivo de Gijón "El Muelle" es una zona muy querida pero por la que me prodigo menos de lo que debería.

Cuando lo pateaba casi a diario me fijaba durante el invierno en los escasos días en los que se daba un fenómeno curioso y precioso a partes iguales.

Y es que en días ventosos y recién llovidos, cuando cambia el tiempo y se dejan ver los primeros claros, la atmósfera limpia tiene una visibilidad excepcional, tanto que se ven perfectamente las montañas del Macizo de Ubiña, en plena Cordillera Cantábrica.
¡Eso son 60 kilómetros de distancia!








Sobre los tejados de Gijón, comprimido el espacio por el efecto superpuesto del teleobjetivo, talmente parece que las montañas están al lado de Gijón.
por desgracia, no es así, aunque para un visitante ocasional que viese la escena, se lo parecería.







Las montañas aparecen enormes, y tan nítidas que se diferencian al detalle, viejas amigas de juventud, trepadas ya hace años y que me temo que por el ritmo de trabajo y crianza que llevo, no voy a volver a subir.

Habrá que conformarse con patear el Muelle, que no es poca cosa, ni poca belleza en mi paseo.










miércoles, 4 de enero de 2012

Arao, alcas, grandes olas y mucha pena

Esta tarde, para entretener a mi hijo, nos fuimos a ver las grandes olas que estaban azotando el puerto deportivo de Gijón "El Muelle", con tan buena suerte que nos encontramos un arao común (Uria aalge).


























Primero habíamos dado una vuelta por el paseo del Muro de San Lorenzo, que estaba muy brumoso por el oleaje.












Disfrutamos del sitio secreto de papá para ver las olas sin tener que mojarnos, fue muy divertido ver las olas de 3 ó 4 metros avanzar hacia nosotros sin temor a que nos alcanzasen, aunque la espuma llegaba, vaya si llegaba.

Pero fue una gran pena tener encima, al Helimer, el helicóptero que lleva buscando varios días, sin descanso, el cuerpo sin vida de Gonzalo. Cualquier padre que quiera a sus hijos no puede escuchar el sonido de los rotores de este helicóptero sin sentir un escalofrío y una pena enorme por la familia del chaval.

Eso sí es una tragedia, y no la gaita de la crisis.

Yo que las pasé de todos los colores toda mi infancia y la juventud me río de la crisis: para los pobres la crisis es desde que se nace hasta que se muere, y a veces se nos olvida lo pobres que éramos, yo al menos lo era y desde luego lo recuerdo perfectamente.(Se puede decir lo mismo de los ricos, pero al revés).
Pero una tragedia familiar de este calibre, a eso sí que le tengo pánico.

Bueno, pues ya desde el rompeolas localicé a 2 alcas (Alca torda). Mi chaval nunca había visto una, y aunque no es un pajarero innato, sí le gustan mucho los animales, así que me lo preparé un poco contándole que el equivalente a los pájaros bobos del Sur son los álcidos del Norte, y cuando le enseñé las fotos, se le iluminaron los ojos.






Normal: un bicho blanco y negro, de buen pico, que pesca bajo el agua y se impulsa igual que un pingüino, a cualquier niño le llama la atención. Así que conseguí bajarlo al puerto y seguir un buen rato las evoluciones de las simpáticas alcas, que no se acercaban demasiado.






Ya nos íbamos cuando vi otra "alca", pero esta tenía una forma más ahusada, y el pico definitivamente no era de alca: ¡un arao! Bajamos corriendo, porque ya no había luz ninguna, y en el espigón de la Rula (donde el restaurante El Puerto), ya lo vimos, al arao, con todo detalle.

Mi peque se lo pasaba en grande, además se puso a hacer ruidos graciosos diciendo que era el reclamo de la hembra, y que lo iba a atraer, y entre carcajadas, comprobamos que contra todo pronóstico, el arao se nos iba acercando.










Lástima de luz, que minuto a minuto se iba apagando, y me obligaba a tirar a ISOs muy altos y a velocidades muy bajas.









Pero al menos pudimos estar casi 1/2 hora muy cerca del arao, que se portó de maravilla.












Y el guaje ya tiene algo más que contar a sus amiguitos, no creo que haya muchos niños que con 7 años sepan ya distinguir un arao de un alca, ni siquiera que los hayan visto en vivo, y no en documentales. me alegro mucho de haber compartido esto con mi hijo, los que tenéis hijos me comprenderéis, los que no los tenéis me perdonaréis la ternura del momento.






Pues nada, nos marchamos contentísimos. por allí había alguna gaviota reidora (Larus ridibundus), algunas patiamarillas (Larus michahellis), de 1er invierno, aburridas.









Y una que no se asustaba de nosotros, de 2º invierno.

Y algún vuelvepiedras (Arenaria interpres) volaba por allí.







Y así pasó una tarde de la que me acordaré mientras viva.