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miércoles, 3 de febrero de 2021

Puertos de Marabio

 Aprovechamos el frío de las navidades para caminar en familia por territorio nevado de montaña antes de que (como así sucedió) nos encerrasen, y elegimos en esta ocasión las muy conocidas tierras de los Puertos de Marabio, a medio camino entre Teverga y Yernes y Tameza, aunque en esta ocasión nos limitamos a Teverga.

Es este un terreno de media montaña, paisaje protegido, y muy agradable de caminar, ya que ninguna de sus cumbres es complicada: Caldoveiro, Santa Ana, Lobiu, Sala...montañas ya muy conocidas en la familia.






La ermita de Santa Ana marca el inicio de los pastizales, después de una subida muy dura por la relativamente reciente carretera desde Prado, en Teverga.







Desde aquí se abre una gran balconada hacia Teverga, con grandiosas vistas sobre el Macizo de Ubiña y el Cordal de Sobia.


Un paseo, siempre sencillo, por aquí, merece la pena en cualquier estación, pero en invierno especialmente.

Creo que lo mismo opinaban las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus).

viernes, 8 de septiembre de 2017

Algunos pájaros del Angliru

A escasas horas del tremendo follón del Angliru, pongo unas fotos de algunas aves fáciles de ver en verano por las charcas para el ganado de los alrededores, todo un imán para insectos, reptiles y aves, me imagino que por las noches también para los mamíferos de la zona.














Siempre nos ve ella antes que nosotros, la collalba gris (Oenanthe oenanthe libanotica).













Bastante tímido, el bisbita alpino (Anthus spinoletta), se le escucha mucho mejor que se le ve.









Todavía más tímida y escondida entre los arbustos, la alondra común (Alauda arvensis).












Todo lo contrario los pardillos comunes (Carduelis cannabina), que acudían muy contentos al agua de las charcas.











Decenas bebiendo y bañándose.












Los zorzales charlos (Turdus viscivorus) nos observaban desde la caliza.

















Y más interesadas en el chorizo de los bocatas que en el agua, las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus).

lunes, 20 de abril de 2015

Por los Puertos de Marabio (III): Festín de cuervos.

Parafraseo la Saga de Juego de Tronos porque tuvimos la suerte de disfrutar de todo un espectáculo inolvidable con las evoluciones de las 3 especies de córvidos que se enseñorean por las cumbres de los puertos de Marabio.
Lógico, cuando la Peña que estaba a nuestro lado se llamaba "del Cuervo", los paisanos no son tontos cuando nombran su territorio.





La especie menos abundante en nuestro paso por la Padiella fue la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), inconfundible con ese pico y las digitaciones de las alas.










No paró en todo momento de sabotear las exhibiciones de vuelo de sus primas, cruzándose peligrosamente en sus picados.











Las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), en grupitos y muy voceras, esperaban que nos marchásemos de la cima para comerse los trozos de pan que sabía por experiencia que las iba a hacer (como yo deseaba) fijadas a nuestra montaña, volando en increíbles escorzos.










Más ligeras y menos potentes que sus compañeras, pero las más traviesas, acosando a los grandes cuervos que las doblaban en tamaño.









Pero sin duda, el espectáculo que se nos quedó grabado en la retina fue el de los cuervos (Corvus corax), evolucionando frente a nosotros en uno de los mejores festivales de vuelo que haya visto en mi vida.










Ya desde que los vi en la cima sabía que íbamos a tener la suerte de asistir a un baile aéreo en toda regla, y así fue.











Los 3 ejemplares iban patrullando todo su escenario, y cuando quedaba vacío de interferencias empezaban.











Desde gran altura caían en picado haciendo un ruido tremendo en medio del silencio de la montaña, que era absoluto.











Las piruetas que hacían de uno en uno eran pura imaginación.












Dominaban cada pluma y cada corriente de aire y era una sensación epatante el ver a este paseriforme gigante girar con la ligereza de un pajarillo.








El asistir a este espectáculo con un decorado tan espectacular también ayudaba a disfrutar cada segundo.














Estoy seguro que eran perfectamente conscientes de estar siendo observados, son animales muy inteligentes y sospecho que con una capacidad muy superior a la que somos capaces de entender.

Una maravilla, la verdad.










martes, 7 de octubre de 2014

El Rebollosas de Socellares (III): Aves.

Pocas, las que vi, pero es que caminar con un chaval de 10 años delante tuyo que es pura pólvora y tiene los pulmones de Pavarotti y los agudos de la Caballé dificulta bastante el sigilo necesario...Con todo, algo se vio, por ejemplo este busardo ratonero (Buteo buteo), que en un primer vistazo me pareció un halcón abejero por lo claro que era, pocos he visto tan blanquitos.












Toda la tarde estuvo por allí dando vueltas.














No podía faltar el trasiego elegante de los buitres leonados (Gyps fulvus).












El que fue toda una sorpresa fue el ejemplar de cernícalo primilla (Falco naumanni), que estaba más al Norte de lo habitual. No hubo manera de echarle una foto curiosa a pesar de ponérseme literalmente encima un buen rato.




En cuanto oyeron un bocadillo, se acercaron brevemente las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus). No llegaron a posarse, no les gustaría el jamón...








De pajarillos, muchos bandos familiares de pardillos comunes (Carduelis cannabina).










No tan abundantes, algunos grupos familiares de collalba gris (Oenanthe oenanthe libanotica), con los adultos nunca lejos...











...de los pollos aún con plumón.










Muy abundantes también, los bisbitas alpinos (Anthus spinoletta).








Cerca del ganado que les atrae la pitanza.












Y como suele suceder, a veces se encuentra uno a especies no exactamente alpinas, aunque el encuentro con este carbonero común (Parus major) fuese a más de 1.700 metros de altitud.