Mostrando entradas con la etiqueta conflictos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta conflictos. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de octubre de 2013

Un vuelvepiedras que da pena.

No es infrecuente ver vuelvepiedras (Arenaria interpres) fuera de su hábitat natural en Gijón.
Se les ve en parques, aceras y esquivando gente en el carril-bici, y casi siempre hay alguno correteando por el paseo del Rinconín.

Pero este ejemplar que me encontré por allí me impactó, negativamente.










Enseguida me di cuenta que algo fallaba, porque se desplazaba como lo hacen las lavanderas, o las bisbitas, o al modo del andarríos chico, oscilando adelante y atrás, a trompicones.








Al enchufar los prismáticos advertí horrorizado que a este pobre, excepto un dedo que aún tenía entero, el resto le habían desaparecido.








Al estilo de muchas palomas urbanas, que por traumatismos y enganchones, acaban quedando cojas.








La explicación me la dio el propio vuelvepiedras, que andaba buscando restos de cebos de los que usan los pescadores, una comida rica y fácil, pero muy peligrosa, porque por desgracia, igual que dejan restos del cebo utilizado, también dejan los aparejos que se rompen, como líneas de nylon, anzuelos y plomos.








Pues el relato de los hechos es sencillo pero implacable: el ave, ya sea gaviota, vuelvepiedras o paloma, se engancha con el barullo de hilos de nylon, y si tiene la mala suerte de provocar un nudo alrededor de un dedo, o bien se lo amputa en el acto al echar a volar, ya que este hilo es muy resistente y corta muchísimo, o bien arrastran el hilo hasta que, al dejar de recibir sangre por compresión, como en un torniquete, el dedo se atrofia, se seca, y se cae espontáneamente.



 Y así uno tras otro.










El proceso, además, es la pescadilla que se muerde la cola: una vez perdidas varias extremidades, es muy difícil maniobrar entre las rocas o en la playa para conseguir alimento, así que acaban por depender casi por completo de las migajas que les dejamos los humanos. 
Y a enredarse otra vez.





Preferiría verlo con sus compañeros, abajo, en las peñas.


Todo muy triste.

lunes, 7 de octubre de 2013

Un espacio natural echado a perder: Charca de D. Alfredo Noval

Empezó la Charca de D. Alfredo Noval siendo un proyecto realmente ilusionante, que nos reunía a los ornitólogos gijoneses, cada vez más sorprendidos del recibimiento que le hacían las aves a este espacio natural, un poco improvisado, pero que lo tenía todo para ser casi perfecto: su localización, al lado del río Piles, y de camino a la costa gijonesa, y a un minuto de vuelo del parque Isabel, su cobertura de vegetación, variada, con partes con espadañas, partes con carrizo, partes con aliso, y partes con vegetación sumergida, las diferentes profundidades que permitían el acceso al alimento a las más variadas aves...una maravilla por la que pasaban al año hasta 115 especies de aves y más de 15 de odonatos. Así era de guapa esta maravilla.

En la colina desde la que está hecha esta foto, resultado del vaciamiento de la explanada, se iban a colocar bancos y un área recreativa para los paseantes, y a lo largo del perímetro de la charca, observatorios para la fauna, había un montón de proyectos.

Pero llegaron 2 cosas a la vez: lo 1º, una riada, en junio de 2.010, que arrasó media Asturias excepto Gijón, y esto fue gracias a esta laguna, que hizo de aliviadero natural en aquel momento. Nadie lo agradeció.
Muy al contrario, no se retiraron las miles de toneladas de sedimento que quedaron en la charca, y que taparon la mayoría de la vegetación acuática, y que homogeneizó la profundidad a poco menos de un palmo de agua.
Ya no había tanta variedad de aves, y la cantidad también se resintió.
Lo 2º, que fue lo peor, fue la crisis: de dinero y de ideas. Se aparcaron todos los proyectos para la laguna, y a día de hoy sigue siendo un espacio desconocido para los gijoneses, los caminos están llenos de maleza, intransitables, la señalización y la mesa de observación que se puso en su cabecera ya solo dan vistas a una maraña de arbustos, y la colina que iba a ser un excelente punto de descanso para las familias ahora es un terreno agreste y duro para la vista.
Todo esto se lo conté personalmente a la Sra. Consejera del ramo en su despacho, le entregué un dossier donde se explicaban problemas y soluciones para volver a poner en valor un proyecto que fue caro y que se pagó de nuestros impuestos, y se estaba echando a perder, algunas tan sencillas como dejar entrar más agua a la charca en invierno para que se volviese a encharcar y muriesen las plantas oportunistas que habían desecado sus superficie, pero Dña. Fina hizo lo mismo que casi todos los cargos políticos que he tenido la desgracia de conocer: ni una mala palabra, ni un buen gesto, reconoció que ni siquiera conocía la existencia de este espacio natural ¿¡?! y me despachó en un pispas.
Hace poco volví a pasarme por allí, y todo era desolación y cutrerío, lo podéis comprobar en esta foto, y compararla con la anterior: el cambio ha sido rápido, y a mucho peor.

Como podéis ver, han desaparecido la superficie inundable, que no cubre ni un palmo, y la vegetación acuática asociada, los alisos han crecido incontroladamente al desecarse el substrato, y la vegetación arbustiva está tan alta que ni es transitable para la fauna, ni visible para el público desde las orillas.
Un desastre, para el que no hay excusa: el diseño original era perfecto, se ejecutó muy bien, pero había que mantenerlo también, y tenerlo previsto, en mano de obra y en gasto corriente, si no, es pura idiotez: nadie inaugura una obra pública si no es para que dure y perdure su función, todo lo demás es desidia.
Esta charca en su día salvó a Gijón de daños millonarios por la inundación, pocos lo comprenden, pero cuando vuelvan a caer las lluvias, esta charca ya no estará en condiciones de volver a hacerlo, y entonces lo lamentaremos, en costes económicos y quizás en vidas humanas.

En todo caso, lo que más me fastidia es que en su momento pedimos, desde el grupo MAVEA, protección y un poco de seriedad hacia este espacio, y se nos advirtió que desde la Consejería se daban con un canto en los dientes si conseguían malamente mantener los espacios ya declarados, y que no había ninguna intención de declarar o proteger espacios nuevos, y efectivamente, es lo que (mal) hicieron, porque esta laguna pasó de su nacimiento a su muerte en menos de una década, cuando si se hubiese hecho "algo" (lo que sea) por ella, estaríamos hablando de una de las mejores, sino la mejor, zona húmeda interior de Asturias.

Pues nada, dediquémonos a sobrevivir, que es lo que hacía esta hembra de Sympetrum fonscolombii, el único ser vivo medianamente interesante que vi en mi última visita.  Lo que queda de un sueño que duró bien poco.

Un brindis por el paraíso natural y sus defensores, como decían en su última y supongo millonaria campaña.




Defendámomos de los defensores. Ya mismo.




domingo, 25 de agosto de 2013

Mirador de Femés, Yaiza, Lanzarote, un análisis cínico.

A los pocos días de estar en Lanzarote hice lo que suelo hacer: dejar a la familia durmiendo y madrugar para recorrer la isla en el coche y conocer mejor el territorio.
Desoyendo al GPS, para salir de donde estábamos (alrededores de Playa Blanca, en el extremo Sur) hacia el Norte, utilicé una carretera en peor estado pero con mucha más historia y paisaje, pasando un puertecito que desemboca, antes de seguir camino hacia la llanura central, en el mirador de Femés, un gustazo para la vista, a las afueras del idílico lugar del mismo nombre: Femés.

El comentario cínico viene por lo siguiente: si os fijáis en la foto, al fondo (pinchad en la foto, leñe) se ve un pequeño volcán, se trata de la Montaña Roja. A su derecha la costa y el paisaje son vírgenes, pero a su izquierda hay un continuum de urbanizaciones que se extiende más de 10 kilómetros, incluso detrás de la montaña que enmarca la vista a la izquierda.
Puede parecer que siempre fue así, pero no lo fue en absoluto, y solo se empezó a construir de esta manera en los últimos años.
El modelo de Playa Blanca, era estilo "Benidorm", con unas playas rodeadas a pie de ola por hoteles de los más variopinto, y servicios de lo más variado para divertir y sacar los cuartos del turista, legalmente, con mucha creación de puestos de trabajo. Como veis en la imagen, que es de la Playa Dorada en Playa Blanca, puede parecer aberrante, pero se ha estudiado, y es un modelo relativamente respetuoso con el medio ambiente, ya que concentra todo el gasto de agua y suelo en muy poca superficie, y quema las 2 playas de Playa blanca, pero salvaguarda (salvaguardaba) las demás del Sur de la isla. El pueblo se iba urbanizando y dotando de servicios de manera bastante ordenada, y aunque son pueblos jaraneros, especialmente de noche, las molestias para la población local se concentran, y tiene su encanto, con buenas calles, centro de salud, colegios, farmacias, y un paseo marítimo precioso.

Pues hete aquí que este modelo ya no era suficiente para determinada gente, no solo aquí, sino en todo el país, y empezó a especularse con los terrenos que rodeaban a Playa Blanca...los resultados, los que se pueden leer en la prensa, a día de hoy, el alcalde de Yaiza y todos sus familiares están en la cárcel, ya que se lucraban con la recalificación masiva de terrenos que no eran aptos para el turismo. (La alcaldesa que lo sustituyó también está siendo investigada por favorecer sus propios terrenos en la especulación...)
Se favorecieron los hoteles aislados y mastodónticos, junto a playas que no tenían servicios para el turismo, y que obligaban a los usuarios a ir con sus coches a recorrer la isla en busca de arena. Como no se urbanizaba con cabeza, sino con dinero, todo lo que se ha ido construyendo alrededor de los núcleos tradicionales de turismo se ha hecho sin que se pensase que hacía falta servicio de alcantarillado, de recogida de basuras, o, simplemente, de agua, y no se construía en retícula, sencillamente quien vendía los terrenos provocaba su urbanización, aislados de la red de calles y carreteras, se hacían auténticas islas en el paisaje desértico, sin servicios básicos ni un mínimo de urbanismo sostenible.
Bajo una agresiva propaganda, y el reclamo de chalets individuales, con piscina y jardín, mucha gente compró, e hizo efecto llamada para seguir construyendo.

Y he aquí los resultados: miles de casas abandonadas, a medio hacer, muchas con piscina, pero sin agua, sin puntos de alcantarillado, sin que haya servicios de restauración, supermercados, colegios, o vecinos.
Y las calles, urbanizadas, pero sin nada alrededor, urbanizaciones fantasma. Un desastre. En especial para los habitantes locales, que ahora tienen una deuda inmensa que detraerá de sus servicios públicos, un pueblo a medio hacer que jamás volverá a su estado original, y una economía turística afeada por estos terribles errores que se traducen en mil pequeños horrores a los ojos de los visitantes.

El comentario cínico (en el sentido moderno de la palabra, la escuela cínica griega era otra cosa), va porque la preciosa casa que alquilamos que veis en la foto era la nuestra: como nadie quiere hoy en día esos chalets en mitad de la nada, se alquilan baratos a los turistas, y yo me aproveché de ello: estábamos en mitad de la nada, entre Las Coloradas y una pista de tierra que daba precario acceso a las Playas del papagayo, rodeados de tantos cientos de casas a medio hacer, todas iguales, tanto que nos perdimos cada día para localizar nuestra propia casa, son pueblos sin identidad, sin nada que recuerde a una colectividad.
Ideales para pasar 15 días, ideales para estar tranquilos (y tan tranquilos, como que estábamos literalmente en la nada) pero imposibles de vivir como personas residentes de continuo. Una triste realidad que ha herido esta tierra para siempre, y eso da mucha pena, más cuando hay millones de personas sin hogar que podría ocupar toda esta oferta de vivienda y, esta vez sí, hacer una vida aquí, doy buena fe que la calidad de vida es óptima.

Bueno, en la próxima entrada, el contraste: nos vamos a La Graciosa.





jueves, 11 de abril de 2013

Gaviotas urbanas: mejor prevenir que curar a fesoriazos


Mi amigo Fernando, que tiene una casina en pleno casco urbano de Gijón, me manda el video que os pongo debajo.

No es mi amigo muy amante de las gaviotas, y al ver que había una pareja con claros signos de querer criar, decidió intervenir antes de que la pareja pusiese huevos y aumentasen las molestias.
A los gavioteros nos encantaría que una pareja de gaviotas patiamarillas cantábricas (Larus michahellis lusitanius) se reprodujese en nuestro propio hogar, alguno hasta se pondría a marcar los pollos, pero entiendo perfectamente que las molestias que ocasionan estas gaviotas urbanas son grandes, y en estos casos, siempre es mejor la solución de mi amigo (retirar el nido y que se vayan a otro lugar más tranquilo, cosa que seguramente harán), que la otra solución, más tardía, que es en el mejor de los casos retirar los huevos, y en el peor, que es el que se hizo durante años en Gijón, matar a los pollos, cosa doblemente cruel, ya que además impedimos que la pareja se reproduzca, o las obligamos a hacer una 2ª puesta fuera de fechas y posiblemente sin éxito.

Sobre este tema hay mil opiniones, pero personalmente creo que Fernando hizo lo correcto.