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martes, 19 de agosto de 2014

Por la Bahía de Cádiz (III): Pequeños dragones benefactores.

En nuestra casita alquilada en Pago del Humo, disfrutamos de la hospitalidad de 2 pequeños reptiles que se pusieron las botas con los insectos que atraían nuestras barbacoas y las noches de tertulia a la luz de la terracita con nuestros amigos.

Una, muy amigable, era la salamanquesa común (Tarentola mauritanica), con un aspectosauriano un poco amenazador, que se paseaba por las ventanas en vertical como si fuese arte de magia.














La otra, mucho más tímida, más chiquitina y de aspecto gomoso extravagante con los ojos grandes y su color rosado, era la salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus), que andaba más por los huecos de paredes, techo, y, como en este caso, captada con el móvil con escaso arte, en la valla del garaje cuando me levantaba con el alba a observar limícolas a las salinas.





La de ronchas y picores que nos habrán ahorrado con sus festines de insectos.

lunes, 18 de agosto de 2014

Por la Bahía de Cádiz (II): Sorpresa con las libélulas piscineras.

Sorpresa mayúscula, pues estuvimos toda la semana en la piscina de la casa disfrutando de un macho que patrullaba la pileta y se posaba frecuentemente en el recalentado cemento, y a pesar que yo pensaba que era una común Sympetrum, a la espera de que me lo confirmen, parece ser un macho de la especie Trithemis kirbyi, una especie rara.






Mayor casualidad: los chiquillos me trajeron esta otra libélula aparentemente muerta, pero en cuanto la dejamos descansar unos minutos en el salón de la casa, echó a volar, toda una resurrección.












Pues resulta que pensé que era una hembra del género Sympetrum, pero parece ser que es una hembra también de Trithemis kirbyi.
Esta especie está colonizando rápidamente, como sucede últimamente, la Península Ibérica desde África, y ha pasado de ser una auténtica rareza a verse con cierta frecuencia por Andalucía. Me alegro de haberlas conocido, aunque no supiese su identidad hasta que volví de vacaciones y abría la guía.

sábado, 16 de agosto de 2014

Por la Bahía de Cádiz (I): Birrascoping en Pago del Humo

Después de una buena temporada sin publicar, tendréis que perdonarme, estaba en unas cortas pero necesarias vacaciones, que terminaron antes de tiempo pero que supieron a gloria.

El lugar elegido fue Pago del Humo, una zona con casitas tranquilas, al Este de Chiclana, rodeado de excelentes puntos de observación de aves. La casa era la "Villa de las Cigüeñas", y pronto nos dimos cuenta de por qué el nombre, ya que coincidía en la vertical de un pasillo desde la costa y las salinas hacia el interior de Cádiz, y vimos muchas cigüeñas comunes (Ciconia ciconia).

Pasaban muy altas, pero al ser tan grandonas se veían bien.





No sucedía lo mismo con las rapaces. Pasaron milanos negros,águilas calzadas, busardos ratoneros, y muchos cernícalos vulgares y primillas (Falco naumanni). Al pasar rápidos y altos, y ser pequeños, era difícil echarles una buena foto. Este ejemplar, por ejemplo, sale fatal, podría ser por el moteado irregular y el rojizo vientre, con alas claras por debajo y poco rayadas, uno de los muchos primillas que pasaron, pero la foto es mala con ganas y no se sabe bien. La poderosa luz gaditana, tampoco ayuda mucho, y me las hizo pasar canutas todo el viaje.








La casita estaba rodeada por todas partes de frondosos pinos piñoneros (Pinus pinea), que daban una sombra estupenda y añadían frescor al ambiente, y, lo más divertido para mí, proporcionaban cobijo a muchas especies de pájaros.


Así que me sentaba en la tumbona a su sombra, a la distancia suficiente para que los peques no me llenasen de agua de la piscina el equipo, y con la cámara y los prismáticos a un lado, y al otro lado una buena jarra de cerveza fresquita recién escanciada de uno de los sucesivos bidones que trasegábamos el amigo Ricardo y yo...y a disfrutar.






Los más abundantes, los gorriones comunes (Passer domesticus), que criaban en las copas de los pinos.











Les seguían en abundancia los gorriones morunos (Passer hispanoliensis), que también tenían nidos.












Y los más ruidosos y también criando, los estorninos negros, a los que no fui capaz de tirarles ni una foto, tal era su grado de desconfianza, siempre se movían por las ramas externas del árbol, hacia la cara "no visible". Tremendos.
Sin criar, pero también muy abundantes, los herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus).








Y venían a comer al prao todas las mañanas los mirlos comunes (Turdus merula), 2 parejas, una normal de plumaje.












Y la otra con el macho parcialmente leucístico.









Era muy llamativo.







Era muy notorio también el paso de mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus), lo fue durante todo el período que anduve por Cádiz. Otra cosa era pescarlos entre las ramas, porque ni se dejaban ver ni paraban quietos.








Finalmente, las abundantes tórtolas turcas (Streptopelia decaocto) nos amenizaban con sus cantos monótonos mañanas y tardes.






Además, se pasaron por allí currucas cabecinegras, carboneros comunes, golondrinas daúricas y comunes, vencejos comunes y pálidos, aviones comunes, y las bandadas de gaviotas patiamarillas y reidoras.
Una buena diversión.