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miércoles, 14 de mayo de 2014

Un paseu por el Cabu Peñes (III): Plantitas.

Sin que fuese la intención más directa (iba a páxaros), también fotografié varios ejemplares de plantas que me llamaron la atención. Empiezo por la que no supe identificar en principio y que el amigo César Fernández me echó un capote: el gorbizu (Pedicularis sylvatica).









Del mismo tono de color, la armeria (Armeria pubigera).










Y aún hay más del mismo rosa, la vulneraria (Anthyllis vulneraria).










Frágil, la colleja (Sylene vulgaris).










Flores bien guapas también las del narciso acampanado (Narcissus bulbocodium).










Del mismo color, pero muy humildes, las de la berza marítima (Brassica oleraceae sylvestris).







Y termino con una planta indeseable, la invasora uña de gato (Carpobrutus edulis).








Prometo ir otro día con más atención mirando al suelo.









viernes, 17 de agosto de 2012

Alrededor de Frexulfe ( II ): Las plantitas

Bueno, antes de nada, si tengo mal clasificada alguna planta, me avisáis, queda muy feo dejar una entrada con datos falsos, y así aprendemos todos.

Pues nada, estábamos en Frexulfe, que tiene unas dunas interesantes, en las que crecen varias maravillas, entre ellas la muy fotogénica lechetrezna de las dunas (Euphorbia paralias).














También típica de nuestras dunas, la cola de liebre (Lagurus ovatus), siempre tan simpática.














Tampoco podía faltar la colleja (Silene vulgaris).








Una vez subidos al pinar, monocultivo de pino marítimo (Pinus pinaster). No me gustan nada los pinos (en Asturias), así que le niego mi objetividad, y lo saco feo, que se fastidie.
Cuando está entre las 100 especies invasoras más peligrosas del planeta, por algo será, digo yo...






Pero aún hay esperanza. Contra las idioteces de quienes opinan que si no hubiese pinos, en la costa asturiana no crecerían otros árboles, un roble (Quercus sp.), libra una dura batalla por salir entre los pinos. Si no llega el fuego, que favorece a los pinos, o la motosierra, en lo que tarde mi hijo en jubilarse, esto debería ser un robledal, pero el ser humano no suele dejar a la naturaleza imponerse a su estupidez, crucemos los dedos por el roble.







Mientras tanto, pocas especies salen en el sotobosque del pinar, entre ellas la humilde zarzamora (Rubus sp.).












Al salir del bosque, matorrales, ya respiro mejor, empieza la biodiversidad, también la biodiversión.
Si no me equivoco, la madreselva de los bosques (Lonicera peryclimenum peryclimenum).









Una gozada de trepadora con unas flores muy variables en color pero con una forma única y reconocible.
Si no me equivoco, esas últimas 2 hojas, no fusionadas, la delatan a nivel de género, y en Asturias, incluso como subespecie, pero eso se lo dejo a los que saben algo de esto (yo no).






Las flores son guapas incluso antes de abrirse.













Otra archiconocida, la malva (Malva moschata) asomaba al borde del sendero.








Otro arbusto conocido y letal, la dulcamara (Solanum dulcamara), ya va sacando frutos por estas fechas, hace un mes aún conservaba flores.









Y por fin entramos en la zona de praos de diente, mis favoritos, todo un estallido de color, y este sí que es un paisaje guapo y productivo.









Entre la hierba y las espigas, no faltan los tréboles, como el trébol rojo (Trifolium pratense), un alimento excelente para el ganado.














Olorosa y dulzona, la milenrama (Achillea millefolium).














O la centaurea, o garbanzón (Centaurea nigra).













Otra belleza destacada, los paxarinos (Linaria trionithophora).






Ahora nos inclinamos ante la para mí, reina de la belleza, la aguileña (Aquilegia vulgaris). De vulgar, poco.












Seguimos el camino, muy al borde del mar, en terrenos más fracturados, más ralos, con otro tipo de plantas, igual de interesantes. Como la carrasquilla azul (Glandora prostrata), una rastrera preciosa.







Otra que tapiza de color el camino, un jasión. Podría ser una (Jasione montana), pero tras el consejo del mucho más experto César Fernández, que cree que hay base para que también fuese la especie laevis, opto por dejarlo en (Jasione sp.).








No faltan los brezos. Tentativamente, meto a este en la especie (Erica mackaiana).










Y con algún reparo, a este otro en (Erica vagans).














Ya muy cerca del final, el terreno empieza a bajar de cota, y se forman en las fallas del terreno pequeños torrentes temporales, hiperhúmedos, en los que aparecen plantas acostumbradas a terrenos encharcados, como la matacaballos (Lobelia urens). Menudo nombre para una flor tan delicada.






Y esta planta, ¿podría ser salicaria (Lythrum salicaria)? No sé, no sé...









Y caminando caminando, llegamos a nuestro destino, la playa del Fabal. Mucho gusto de conocerla, y vuelta para casa, sabiendo algunas cosas más, y habiendo disfrutado de un paisaje precioso.

Lo dicho: si metí la pata, lo decís, es la única manera inteligente de aprender, de la sabiduría de los demás, y huyendo de la torpeza propia.

miércoles, 27 de junio de 2012

Alcaudones, azucenas de los Pirineos y demás bichos: De la Güelga a Gulpiyuri ( II )

Sigo con el relato de las muchas cosas guapas que vimos el domingo por Llanes.
El mismo hábitat, pastizales entre acantilados, con una buena diversidad de plantas silvestres diseminadas, con sorpresas en los bordes de los caminos que marca el ganado, como algunas azucenas de los Pirineos (Lilium pyrenaicum), con los flores, por desgracia, porque son de las más bonitas de ASTURIAS, ya mustias.









Que no os engañen los frutos que veis detrás, que son los del popular gamón (Asphodelus albus).









No me imaginaba ver a estas azucenas por aquí, bienvenidas sean.








Otros seres vivos sí que esperaba encontrármelos, por ejemplo, una hembra de alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), que nada más topármela, echó a volar, arruinando las fotos.





Los que se dejaban bien eran los jilgueros (Carduelis carduelis), abundantísimos, en bandas.












En un paisaje en el que a la vuelta de cada matorral te asomabas al abismo y donde hay castros aislados...








...era normal encontrarse con las gaviotas patiamarillas (Larus michahellis), que se posaban indistintamente en los praos o en la roca.













La roca nunca está del todo desnuda en estos parajes, con plantas como la vulneraria (Anthyllis vulneraria) formando mullidos cojines sobre la roca madre.






Y con otras plantas típicas del ambiente marítimo del acantilado, como la colleja marítima (Silene uniflora).











Tirando más pa'l matu, aves del interior, como el mirlo común (Turdus merula) se aprovechan de los arbustos de los cierres ganaderos.





Arbustos como los rosales silvestres (Rosa sp.).












O auténticos muros vegetales que forman las plantas trepadoras, como la termófila y calcícola zarzaparrilla (Smilax aspera), que aparecen como vegetación arbustiva aliada de la vegetación potencial de esta zona, que es la de la encina litoral (Quercus ilex).




Como veis, estos pequeños parches de vegetación sirven de apantallamiento entre la vegetación del interior y la marítima, son como islas de diversidad que protegen a una variada flora y fauna, de ahí que sean tan importantes y tan necesarios de conservar.
En este ambiente, muy azotado por los vientos, y algo salado, especies normalmente arbóreas como este melojo (Quercus pyrenaica) se hacen rastreras, lo que permite a las aves un aprovechamiento óptimo del factor escondite.

Aves como el verdecillo (Serinus serinus), muy dadas a fanfarronadas, batallas y recitales, agradecen estas buenas perchas.









Un solo pero que se repite: pocas mariposas, vuelvo a sacar a la maculada (Pararge aegeria), porque fue de lo poco que conseguí sacar.











Me paré un buen rato a contar los puntos de esta gitana (Zygaena sp.), pero no movió nada sus alas, así que no puedo identificarla a nivel de especies (sospecho que es trifollii). Termino con sus brillos metálicos, otra maravilla.