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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Destrozos por el temporal en el Parque Isabel

El temporal no trajo muchas aves en Gijón, pero sí que hizo mella en bastantes árboles, y en el Parque Isabel la lista de damnificados era larga.
El más espectacular, sin duda, un castaño de Indias (Aesculus hippocastaneum) que cayó encima del cercado que os saco con tanta frecuencia, por ser un buen posadero de gaviotas. Afortunadamente, no hubo heridos, aunque impresiona bastante.

Éste era un gran árbol, de buena copa, y, como con otro tilo (Tilia cordata) que tiró muy cerca, o varios chopos negros (Populus nigra), era previsible. Lo que no me acaba de parecer normal es que también tirase algún ciprés de los pantanos (Taxodium distichum), una conífera que en su hábitat natural está perfectamente adaptada a las avenidas de agua y a los huracanes. Bueno, supongo que defecto de fábrica, o vete tú a saber.



Ahora, el que más va a afectar a las aves del parque, es el ya muy tronzado sauce (Salix sp.) de la isla central de la laguna grande, que daba cobijo y cría a unas cuantas especies. La isla se está quedando progresivamente vacía.






En cuanto a aves, algunas cosas interesantes, como una pareja de ánades frisos (Anas strepera), de los que uno nunca sabe si son salvajes o comprados por el ilustre Ayto, me inclino con reservas por lo 1º. Sé que no es una sugerencia popular, pero iría eliminando los pájaros exóticos, según muriesen, y dejaría que la fauna que aparece en el parque fuese exclusivamente la salvaje. Vale, ya lo he dicho, que nadie se enfade.



Los porrones europeos (Aythya ferina), abundantes como en los buenos años, parece que van cogiendo confianza de nuevo. también parece que les interesaba lo que escondía la copa del árbol caído.




De porrones moñudos (Aythya fuligula), cifras de 2 dígitos tras varios años a la baja. Bien.








Cucharas europeos (Anas clypeata), más de 10, de ambos sexos, junto a los superabundantes ánades azulones (Anas platyrynchos).








Las fochas comunes (Fulica atra), tan difíciles de fotografiar como siempre, aunque creo haber encontrado mi fórmula particular.










Respecto a fauna gaviotil, sigue FN80748, la gaviota reidora (Larus ridibundus) polaca.







Y no mucho más: Gaviotas sombrías (Larus fuscus), de 1er invierno.
Y de 2º invierno.













Y un buen puñado de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) de 1er y 2º invierno.















jueves, 3 de noviembre de 2011

Recuerdos de Tsaciana

Mis cuñados Ana y Miguel nos enseñaron un poco la enorme comarca de Tsaciana (Laciana en idioma patsuezu). Como sé que me leen, les dedico esta entrada, que es simplemente una colección de fotos de los caminos que visitamos. Va por ellos. Y en idioma patsuezu lo que veáis en letra negrita y cursiva.

Camín de les Fuentes del Sil.











Gabanzos y picaculos (Rosa canina)











Pudio (Rhamnus alpina)
















Enebro de montaña (Juniperus communis nana)






Gayuba (Arctostaphylos uva-ursi)











A bajar la fartura a Caboalles de Arriba (aún me acuerdo del cocido tsacianegu, Miguel, qué maravilla).









Carbayu montés (Quercus petraea)










Los bosques que más están creciendo ahora mismo de toda Europa, por abandono, por cambio climático, o qué más da, son inmensos y magníficos, aún de lejos.







Y en nada van camino de ser el último santuario ibérico del oso, del urogallo y de muchos otros, si Victorino Alonso no lo impide.









Rebotsu (Quercus pyrenaica).




















Abrunal (Prunus spinosa)





















¡Si es que se veía venir!










Una vergüenza medioambiental, económica, judicial, política, social: Una vergüenza.









Ablanu (Corylus avellana).

























Pasado, presente y ¿futuro?














No, no es una vaca de la raza mantequera tsionesa.
Además de osos, linces y urogallos, el desarrollismo también acabó con otros animales, los grandes olvidados: las razas autóctonas, perfectamente adaptadas al medio en el que vivían y con una calidad y diversidad de productos insuperable.
Esta raza de vaca, que daba el mayor porcentaje de grasa de las razas españolas, hace tiempo que se extinguió. Hoy en día, en Tsaciana abunda la vaca asturiana de los valles, la parda alpina, la ratina, incluso alguna preciosa sayagüesa, pero la mantequera se acabó.

Los que por fortuna no se acaban son los increíbles, enormes y muy amados por quien esto escribe mastines tsacianiegos, cuidando, de su peculiar manera, al ganado.
En mi ranking particular, mi 3ª raza favorita de perros. Aquí podéis ver unas fotos de camadas para caer la baba.

Volveremos a Tsaciana.



martes, 18 de octubre de 2011

Mi biblioteca: Árboles de España y Europa, de David More y John White


Esta obra demuestra que a veces quien compra barato, compra 2 veces.

Hubo un tiempo en el que estaba muy interesado en conocer no solo los bosques, sino todo tipo de vegetación arbórea que me encontrase.
Preparé un herbario con centenares de especies (que ahora tengo injustamente olvidado en un armario), y resultaba muy difícil clasificar determinadas familias de árboles, como coníferas o fagáceas, complejidades que precisaban de una buena bibliografía.
Así que empecé a comprar guías sin ton ni son, y ninguna de ellas era completa, ni exhaustiva.

Hasta que decidí gastarme los cuartos en algo que mereciese la pena, y así llegó a mis manos esta magna obra, de saberes y tamaño casi enciclopédicos.

Este tocho (832 páginas, más de 1 kg de peso) es la obra europea definitiva en cuanto a descripción y clasificación de árboles. Si existe un árbol en Europa, está aquí.


Aunque flojea un poco en cuanto a especies mediterráneas, tara general de las guías de campo editadas en los países anglosajones, a cambio describe no solo la flora arbórea europea autóctona, sino también la exótica naturalizada o cultivada, lo que hará las delicias de los amantes de jardines botánicos, colecciones y demás.











Si nos quedáramos aquí, ya sería un libro excelente, en su vertiente científica y práctica, ya que la información que ofrece es precisa, y las guías de identificación infalibles.









Pero es que, además, su autor tuvo la loca idea de no incluir fotografías, sino dibujos, y no dibujos genéricos, sino ¡dibujos de ejemplares reales, en su lugar de origen! Y los dibujos (miles en esta obra), de John White son de locura, menudo trabajo.
Así que se trata de un libro, que, simplemente como arte ya valdría la pena.











Todo esto hace que merezca mucho la pena gastarse los 85 € que cuesta, ya que es un clásico, y nos ahorrará tener que comprar varias guías que no le llegan a esta a la altura de los talones.
Es una inversión definitiva, para pasar de padres a hijos, y además lo considero una obra de arte.
Si os apetece, podéis comprarlo, por ejemplo, aquí, lo agradeceréis, sin ninguna duda.