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lunes, 25 de noviembre de 2019

Por la ruta de los Miradores del Cabu Vidío

El Cabo Vidíu, en Cudillero, ofrece siempre grandes paisajes, playas deliciosas, y, con frecuencia, un fuerte sentimiento de plenitud y libertad. En esta ocasión, a finales del verano, no fue una excepción. De nuevo.










Ruta fácil de caminar, pero en mi opinión, inacabada, pues debería enlazar con la playa de la Vallina, pero teniendo en cuenta la tranquilidad que se vive en esta playa, casi mejor dejarla así.








La primera parada fue para observar la playa de Doría, o peña Doría, asequible pero normalmente vacía por evitarse los 100 metros de desnivel de la bajada. Una pena.









Por el camino, grandes brezales y algunas plantas de los acantilados interesantes, como la Pulicaria odora.










La siguiente playa, a la que posteriormente bajamos, es la de Cueva.














Desde los distintos miradores instalados en la ruta podemos disfrutar su belleza.









El chochín (Troglodytes troglodytes) también parecía estar muy a gusto.

















Y finalmente llegamos al mirador, de vértigo, sobre las playa de La Vallina - Vivigo, un gran final sin duda.













Por el camino, muchos insectos interesantes, por ejemplo esta libélula muy común, la Sympetrum fonscolombii, una hembra.













Muy abundantes varias especies de mariposas, por ejemplo la medioluto norteña (Melanergia galathea).











Muchos ejemplares también de la dorada oscura (Thymelicus acteon), en este caso un macho.












Y de la pavo real (Inachis / Aglais io).













No faltaron, por último, las colias mayor (Colias croceus).

Un paseo perfectamente aprovechable.

martes, 8 de septiembre de 2015

Bajo los acantilados de Cudillero: Playas deliciosas de Vivigo a Albuerne.

Me secundaron el buen amigo David y mi intrépido hijo en una aventura en la que aprovechamos la marea muy muy baja del 30 de agosto para tratar de empalmar playa tras playa entre Vivigo y la playa del Silencio. No se logró del todo, pero a punto estuvimos, mereció la pena por los paisajes, la mucha vida que encontramos, y sobre todo, por la compañía.







Unas playas realmente divinas, solitarias y practicamente desconocidas excepto para los vecinos pixuetos. Tanto es así que resulta difícil saber en qué playas estábamos, ya que la marea ampliaba mucho el territorio de unos arenales normalmente estrechos o incluso sumergidos la mayor parte del año. Por otra parte, ni en los mapas del IGN ni en la web oficial del Mma marcan correctamente las playas.
Yo me he basado para este resumen en el excelente libro "Guía total de las playas de Asturias", el cual recomiendo al 100%. Pocos libros son más útiles y más baratos que este, hay que comprarlo para conocer de verdad la gran variedad de playas de Asturias.

Empezamos nuestro recorrido bajando a la playa de Vallinas, o de la Vallina, por un camino que ya os describí en otra entrada, por motivos obvios es una de mis playas favoritas, encaja perfectamente con lo que espero de una playa deliciosa: enorme, vacía, limpia y salvaje, como podéis ver en esta foto de la playa de otro año.


En esta ocasión, la bruma le daba un aspecto todavía más onírico.
















Seguimos hasta el fondo de la playa, y cruzando sin peligro la punta Esquitón, nos plantamos en la cala del Carreiro y ya vemos al fondo la playa de los Negros, llamada así por los bajos.

Una inmensidad de bajos que merecían una exploración total, ya que seguramente albergaban muchos animales interesantes.














Ya sobrepasada la playa de Albuerne, que se ve al fondo, los peligrosos acantilados de la punta Rabillín nos frenaron en nuestro avance, porque para seguir hacia la playa de Saliencia, era preciso una trepada muy vertical, y preferimos no jugárnosla.


En compensación, encontramos multitud de moluscos interesantes, con ejemplares gigantescos, por ejemplo, de Calliostoma zizyphinum, acompañados de otros moluscos más modestos.








Como algunos ya sabéis, llevo unos meses inmerso en el tan desconocido como divertidísimo mundo de los moluscos, y aunque me cuesta horrores dado que partía de un desconocimiento absoluto del tema, me está gustando tanto que tengo un poco abandonadas otras aficiones, entre ellas este propio blog. Pero merece mucho la pena el esfuerzo, porque se ven muchas cosas nuevas y que antes pasaba por alto, como esta extensa y numerosísima colonia de Calliostoma zizyphinum que nos dejó con la boca abierta.




Volvimos por la playa de Albuerne, con ciertas dificultades para mantener los pies secos por los continuos resbalones en la zona de los Cochellones.

Aquí encontramos una buena colonia de Stramonita haemastoma, otra maravilla de molusco, lo bueno fue ver varios ejemplares vivos y de buen color, que espero sigan creciendo muchos años más.








Y todavía nos dio tiempo, al final de la excursión, de darnos un chapuzón de lo más estimulante en la playa de Vivigo. Poco más se puede pedir de una mañana de domingo.