.A ser posible, seleccionar los ejemplares que comen el rico festín de semillas ruderales de las cunetas, engordando y con plumaje brillante y colorido, muestra de buena salud.
.Se le caza tras una breve persecución, mientras los humanos están cenando en sus casas y los parques se vacían, momento ideal en el que solo un par de locos de la ornitología en el barrio adivinan la fiereza del macho de gavilán (Accipiter nissus) residente en el barrio hace un par de años.
.Se despluma freneticamente, y como es plato pequeño, se van arrancando a la vez ya pequeños trozos de carne por si aparece algún gato gorrón, o las urracas inquisitivas.
.Por último, se deja todo bien limpio, dispuesto a seguir un verano más criando desapercibidos, dejando unas delatoras plumas inconfundibles de la víctima y de su depredador, solo a los ojos de algunos curiosos y de sus hijos, que encontraron las huellas de la pitanza.
PD: Disculpas por el parón de un mes en el blog, pero los Hospitales no se ponen a funcionar solos...