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domingo, 29 de diciembre de 2019

3 playas bien diferentes en Llanes: las 3 deliciosas y cargadas de aves.

En septiembre, ya sin tanto turista en las playas de Llanes, es un momento perfecto para disfrutar de uno de los tramos más deliciosos de la costa asturiana, de Vidiago a Buelna, pasando por Pendueles.








Salimos desde la playa de Buelna bien temprano. Esta playa, que es pequeña, tiene tantos alicientes que parece mucho mayor. Sobre todo, el monolito central, abierto al Cantábrico, que ya es un icono del concejo de Llanes.









Saliendo de la playa, vamos por la costa en dirección oeste, y en las praderías costeras podemos ver un montón de pequeños pájaros, como petirrojos (Erithacus rubecula)...
















...tarabillas comunes (Saxicola rubicola)...









...o las migradoras tarabillas norteñas (Saxicola rubetra).














Acercándonos a los acantilados de Pendueles, ya vemos algunas aves acuáticas en migración postnupcial, como los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo)....









...o las garzas reales (Ardea cinerea).
















Ya nos adentramos en una playa muy diferente de la anterior: Pendueles.








Muy acantilada, con un acceso (actualmente) muy precario, y con un tómbolo precioso hacia el mar, dio la casualidad de verla justo en una arribazón de ocle, lo que atrajo mucha avifauna.





Varios vuelvepiedras (Arenaria interpres), poniéndose morados de copépodos que a su vez prosperaban entre las algas podridas.










A su lado, un grupín de chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), cogiendo fuerzas para seguir hacia el sur.












El local colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) también aprovechaba el momento.















Un buen número de lavanderas blancas (Motacilla alba) migrantes acompañaba al grupo.















De vuelta en el camino, seguimos hacia la playa de Vidiago, viendo en los prados sin segar varios buitrones (Cisticola juncidis).












Cuesta creer que en septiembre todavía estuviésemos deseando que lloviese. La que cayó después. La sequedad del terreno impedía que prosperasen las setas, como este Macrolepiota sp.










Y finalmente, llegamos a la playa de Vidiago.













A pesar de ser una playa muy concurrida, y del vecino camping, que hace que el acercamiento sea poco atractivo, la playa en sí, tan diferente de las dos anteriores, crea un triángulo final de playas espectaculares en un tramo que solo podríamos calificar de delicioso para los sentidos.














miércoles, 13 de noviembre de 2019

Paseo de Penarronda a Serantes: Todas playas deliciosas.

Palabras mayores son las 3 primeras playas, desde el oeste, del concejo de Tapia de Casariego.












Partiendo del aparcamiento en la ermita de San Lorenzo, dejamos al oeste la playa, frontera con Castropol, de Penarronda. Siempre increíble y muy cambiante con la marea, no era nuestro objetivo este día de agosto.





Más al este, la playa de Santa Gadea, casi siempre agradablemente semivacía a pesar de ser, para mi gusto, una de las mejores playas de Asturias.




Con las islas Pantorgas cerrando al oeste la bahía, islas muy bien habitadas de ostreros y cormoranes moñudos, que crían, o más bien diría sobreviven, cada primavera.

Una playa muy tranquila, afortunadamente, rodeada de un entorno rural muy conservado.











Seguimos este paseo y llegamos al núcleo duro de las playas deliciosas en el occidente, la cala de Mixota.

50 años después de los primeros nudistas en esta bendita playa, sigue siendo fuente inagotable de anécdotas, algunas ciertas, entre curas de la comarca, aldeanos no siempre descontentos con la visión de los pecaminosos naturistas y autoridades locales. Lo que no es broma es la gran belleza y paz que se vive abajo en la arena de este paraíso.

Terminamos asomándonos al acantilado para ver cercana la playa hermana de Serantes, y, a lo lejos, Tapia.













Además, en el pueblín de Santa Gadea la abundancia de casas de labor bien conservadas permite la cría de aves de granero, como este juvenil de lavandera blanca (Motacilla alba)...










...o de estos pollos volanderos de estorninos negros (Sturnus unicolor).




lunes, 26 de noviembre de 2018

Bisbitas alpinos por el embalse de Rioseco

Los bisbitas alpinos (Anthus spinoletta), que crían en los alrededores del embalse de Rioseco, en Sobrescobio, bajan en invierno al propio embalse, siendo un punto en el que cada invierno se reúnen varios ejemplares.










Se pueden ver en el propio embalse.












Pero donde más les gusta estar es alrededor del ganado de los praos cercanos, comiendo los insectos que levantan.











Se acompañan de otros muchos pájaros, como los más frecuentes bisbitas comunes (Anthus pratensis).











También de muchas lavanderas blancas (Motacilla alba).









Los bisbitas alpinos pasarán aquí el invierno antes de volver a ascender a altitudes mayores en cuanto llegue la primavera.













Otros pájaros que los acompañaban aquel día, como la tarabilla norteña (Saxicola rubetra), ya no volverán a verse por aquí hasta la primavera.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Los abundantes de Cabu Peñes

Habituados a rarezas y recalajes de aves bien raras, a veces perdemos la costumbre de atender a lo que abunda, pongo algunas aves que normalmente se ven en al menos 2 dígitos en cada paseo, y que son bien guapas de encontrar, empezando una de las más abundantes de ver ahora mismo, el bisbita pratense (Anthus pratensis).






Con permiso de los Richard y de las alondras, su reclamo es de lo más escuchado por estas fechas.













A veces miles, desde el propio cabo, el alcatraz atlántico (Morus bassanus).








También se ven por decenas, las monocromáticas lavanderas blancas (Motacilla alba).













No menos frecuente es toparse con las parejas siempre próximas de tarabillas comunes (Saxicola rubicola).













Los acentores comunes (Prunella modularis), especialmente en el brezal, son abundantes.

















No son menos los pardillos comunes (Carduelis cannabina).








Este ejemplar de la foto se nos hacía similar al rarísimo pardillo piquigualdo y durante unos minutos tuvimos ciertas esperanzas. Otra vez será.









La mayoría no dan tantos problemas de identificación.











Una que cada día abunda más es la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala). Será tontería mía pero juraría que cada año se esconden menos.













De hábitos contrarios, el chochín (Troglodytes troglodytes) es todo un exhibicionista.













Aunque en general, este otoño la estrella fue el pinzón vulgar (Fringilla coelebs), abundantísimo.

martes, 12 de diciembre de 2017

Pajareando por cabo Busto el mes pasado.

Coincidiendo con una entrada masiva de paseriformes invernantes, disfruté mucho casi sin alejarme del faro del Cabo Busto.
Algunas aves era la primera vez que las veía aquí, como los 5 herrerillos capuchinos (Lophophanes cristatus) que había entre los pinos. En los mismos árboles, un buen bando de carboneros comunes, herrerillos comunes y carboneros garrapinos. Páridos a montón.







Sin duda los más abundantes aquel día los pinzones vulgares (Fringilla coelebs).













Entraban por cientos desde el Norte de Europa, igual que los muchísimos y muy agotados y confiados petirrojos (Erithacus rubecula) que pasarán el invierno aquí.











Cientos también los bisbitas pratenses (Anthus pratensis) que salían de los praos...










...de los matos...














...y de las copas. Por todas partes.






En el propio faro se veían muchos busardos ratoneros (Buteo buteo), muchos de ellos también vienen a pasar el invierno.







Lavanderas blancas (Motacilla alba) también por decenas.









Mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) también reclamando casi en cada árbol.












También los abundantes zorzales comunes (Turdus philomelos) reforzaban en mucho la población de aves locales.












Los pájaros sedentarios y casi conocidos ya ejemplar por ejemplar tampoco me fallaron al encuentro, como el acentor común (Prunella modularis).










Colirrojos tizones (Phoenicuros ochruros).












Cornejas negras (Corvus corone).













Verderón común (Chloris chloris).










Mirlos comunes (Turdus merula).









Escribanos soteños (Emberiza cirlus).














O gorriones comunes (Passer domesticus). Un buen mogollón, vamos.













Un lugar perfecto, incluso si no te gustan los pájaros.