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sábado, 7 de julio de 2012

Playas deliciosas: Gulpiyuri (Llanes).


La playa de Gulpiyuri, más que hermosa, es sorprendente.

Es el culmen de los fenómenos kársticos de la costa Este asturiana, y está en Llanes, en la parroquia de Naves, desde la que se puede hacer un agradable paseo que termine aquí.
Sin ser una playa para estarse una tarde entera, no se puede uno morir sin conocerla, siempre es una sorpresa caminar entre praos, y llegarse al borde de una enorme depresión, y,,,de repente…arena, y el mar, pero, ¿dónde está el horizonte?
Y lo más importante: ¿dónde está el mar?

Pues tiene truco: el mar por debajo, y el agua de lluvia, por encima, socavaron pacientemente el talud de roca caliza, y acabaron permitiendo que el agua marina aflore desde el subsuelo, y de temporal en temporal, ampliaron la oquedad y la llenaron con arena del subsuelo marino, hasta formar este paisaje tan extraño como sugerente.

Como ya he dicho, es una curiosidad geológica única y de lo más sugestiva, pero no la recomiendo más allá de darse un paseo, y ver subir la marea a través del enorme sifón que la mantiene conectada con el mar.
Porque, por desgracia, está muy saturada de visitantes, especialmente en verano, y el ambiente puede llegar a ser muy agobiante. El día que hice estas fotos, había una fauna de lo más variopinto, y lo peor de todo es que la gente (por llamarla de alguna manera) mete literalmente los 4x4 hasta la orilla de este monumento natural, que ya hace tiempo que debería limitar con una barrera la entrada de vehículos.



Como curiosidad, se acercó una cabra, que me imagino que se escapó de alguna explotación vecina. Los turistas, en su mayoría urbanitas, por no sé qué extraña razón, pensaron que había que capturar a la cabra y llamar al SEPRONA, cosa que es para reírse un buen rato, y la cosa es que tanto agobiaron a la bicha que acabaron azuzándola unos tipejos con unos perros y se bajó a la playa, para espanto de los tomadores de Sol. En ese momento, decidí escapar de allí, ya había visto demasiado esperpento.
La cabra debió pensar lo mismo, porque regresó a toda velocidad por donde vino. Quién la mandaría a ella marchar de casa, con lo bien que se está…