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domingo, 9 de febrero de 2014

Novela gráfica: From Hell, de Alan Moore.

Completando la trilogía de Alan Moore, tenemos “From Hell”, para mí su mejor obra, y sin duda una de las mejores novelas gráficas de la historia.

Enfrentarse a este tomo equivale a hacer un viaje iniciático a la historia, a las profundidades de la mente humana, al sentimiento de transcendencia, y al arte con mayúsculas. Auténtica magia.













Yo ya conocía a Alan Moore por sus aclamados trabajos “The Watchmen” y “V de Vendetta”, 2 auténticos mazazos al establishment del mundo del cómic que consiguieron no solo que todo el mundo editorial  se hiciese eco de las posibilidades de la novela gráfica como género mayor, sino también que la crítica aclamase a su autor como el mejor guionista de la historia, y allí sigue.
Este tomo lo hace con Eddie Campbell de dibujante, al principio su dibujo parece oscuro y esquemático, pero más tarde te das cuenta que es el tipo de trazo que se necesita para contar esta historia.

Me hice con este ejemplar un poco por casualidad, da un poco de miedo contarlo, más teniendo en cuenta que Alan Moore es psicomago, un connaisseur, un iniciado, o como queramos llamarlo.
La cuestión es que andaba por otros motivos en la FNAC, cuando una fuerza irresistible me llevó a la sección de comics, y allí estaba este ciclópeo volumen, el único que había, me fui directo, y sin siquiera abrirlo ni tener ni idea de qué iba, me lo llevé. Tal cual. Y no era barato. Curioso.

Llegué a casa y desde la primera página me enganchó, ya no pude dejar de leer hasta una semana después, es algo más que adictivo, es un texto con poder.

Resumir su argumento es imposible, porque abarca tantos niveles de pensamiento diferentes que separar unos de otros desdibuja el conjunto, un bosque de datos, inspiraciones, teorías, y caminos que se abren y ya no se cierran más, un auténtico laberinto que nace en el apogeo de la Inglaterra Victoriana y desemboca en tu inconsciente.

Ni es fácil de leer ni fácil de asimilar, sí es fácil de entender, y ese es el problema, que nos descubre lo que intuíamos pero no comprendíamos, que nos cuenta lo que nadie se atreve a explicarnos, y que nos guía por un sendero lleno de alusiones al absoluto con tal complejidad que parece mentira que entre en un bloque de papel tanto conocimiento, tantos argumentos, y tanta sabiduría, en una sola obra.

El reinado de la Reina Victoria, larguísimo, y que en teoría se caracterizó por su estabilidad política, en realidad fue tan convulso intelectualmente que con la muerte de esta reina se inicia realmente el mundo moderno, y se cierra todo atisbo del pensamiento primitivo en la especie humana. Ya nada sería lo mismo, y en el debate nacieron las corrientes de pensamiento más rompedoras que ha conocido la humanidad, y que siguen vigentes y en lucha: el imperialismo, el capitalismo, el anarquismo, el comunismo, el simbolismo, todas nacieron en el auge de la época victoriana, en un Londres que era capital del Imperio Británico, lo que era como decir capital del Mundo.

En otras novelas hay una trama, y, al fondo, algunos retazos de historia, o filosofía. En esta obra magna, es al contrario: la trama, que es buenísima, policiaca, y retrata la búsqueda infructuosa a su manera, de Jack el Destripador, está encajada en su tiempo, tan bien descrita la situación, que llega un momento que todo fluye como una catarata, y te olvidas del argumento: estás literalmente en Londres, en la noche, y sientes cada uno de los pasos del alocado y a la vez iluminado asesino en serie, hueles la niebla espesa, la sangre y el cloroformo, sientes la desesperación de los investigadores, la impotencia de las víctimas, la podredumbre de una sociedad fastuosa en actos y elegancia, pero corrompida hasta la médula de mediocridad, pompa e indisimulada lujuria.

La descripción de la época es tan buena, que, habiendo estudiado académicamente la sociedad de la época, no entendí el proceso, vital incluso para explicar esta crisis del capitalismo que ahora vivimos, que procede de la unión primigenia en aquellos tiempos, del capital y la aristocracia en una fusión que acabó con el ser humano como hasta entonces se conocía, hasta que no acabé de leer este libro.















La unión de la codicia de unos y la separación de clases de los otros propició que las clases rurales fuesen despojadas de sus tierras, de su medio de vida y de su cultura y su visión del mundo en cuestión de pocos años, barriendo el orgullo de la autosubsistencia y obligando a millones de campesinos antes autosuficientes a emigrar a las ciudades como mano de obra barata e indiferenciada, alienada, enferma y crónicamente pobre y dócil, para orgullo de la revolución industrial. ¡Aún estamos culminando este proceso!

En el Londres de la época se amalgamaban todos los problemas sociales que a día de hoy siguen ser resueltos, y Alan Moore va machacando uno sobre otro sin que de la impresión de estar hablando de un problema decimonónico: básicamente seguimos igual.
La injusticia social, el hacinamiento en las ciudades, la falta de cultura en las clases bajas, provocada por la necesidad de mantener ese estrato social lo más lleno posible por parte de las clases altas, del mismo nivel de estupidez pero mucha mayor capacidad de influencia, la corrupción hasta el máximo nivel, la monarquía, la endogamia del poder, la incapacidad para promover políticas realistas de salud pública, la inutilidad de las instituciones para los locos, o lo que es lo mismo, para los enfermos, o lo que es lo mismo, para los pobres. Todo está ahí, no se habla directamente de ello en ningún momento, pero te queda inoculado desde el 1er renglón.

Y una visión que impresiona sobre la investigación policial, hasta que punto está influenciada por el poder político, el poder judicial, o lo que es lo mismo, el poder económico, una muestra la estamos viviendo ahora mismo en nuestro país: la impunidad con la que la clase acomodada sale de rositas de los más bárbaros delitos, y la facilidad de ascenso del condescendiente con la clase alta, el mejor trampolín para sobrevivir en esta carrera de ratas, era, es, siempre será, bajo este modelo político que se inventó entonces, y aún sigue coleando, el hacer la vista gorda con los de arriba, y machacar a los de abajo. Tan sencillo funciona el sistema. Nuestro sistema. Y la lucha de la policía por resolver este caso, todos sabemos desde la primera página que está perdida.








Finalmente, pero para mí la parte más importante, es la parte sobrenatural de la historia, que a quienes a mi alrededor leyeron este relato mayoritariamente les sugirió tanto terror que hay quien tuvo que dejar la lectura por insoportable. A mí me causa admiración la atmósfera filosófica, profunda, cargada de conceptos, que maneja el autor en todo el relato. Es apasionante la gestión del caos de las acciones de todos los personajes alrededor del asesino, y cómo sin embargo, no se nos esconde la visión mesiánica y clara del cirujano, su ensimismamiento científico y religioso, íntimo, en el concepto de la muerte como totalidad y camino al conocimiento. No es casual que se use en el relato el orientalismo que tanta mella hizo en el arte de la época, las referencias cultas al ocultismo, al arte simbolista que buceó en el inconsciente y en las pulsiones de la mente, en una época en la que toda referencia pública a las pasiones se consideraba negativa, pero que en privado manifestó un cúmulo de perversiones, adicciones y comportamiento insano que a día de hoy nos sorprendería y seguramente repugnaría.



Dejo para el final el ajuste de cuentas de Alan Moore con las religiones establecidas y monoteístas, la explicación, que da literalmente vértigo, del exterminio del antiguo paganismo europeo, ligero y matriarcal, en comunión con las fuerzas de la naturaleza,  por las fuerzas aún hoy ocultas del difusionismo, desde Oriente próximo, de las religiones que desde Zoroastro,se basan en el falocentrismo y en aplastar las viejas fuerzas naturales, nos son desveladas las relaciones entre arte y poder, y el símbolo de la arquitectura como marca de fuego de las civilizaciones dominantes, primero sobre las dominadas y después, subliminalmente, sobre el día a día de nuestras mentes. Aún seguimos (algunos) librándonos de este castigo.









Hay que leer este libro, y a ser posible, comprarlo y releerlo de vez en cuando, siempre se extrae un conocimiento nuevo, según se evoluciona, es distinta la lectura que nos ofrece, Borges estaría orgulloso de su lectura, aunque seguramente disentiría del tratamiento que le da al mito masónico, del cual nos separamos de su aura intelectual instantáneamente tras la visión que da el autor a sus ritos y pamplinas, meros instrumentos de posesión, de justificación, de potenciación y sustento de la diferencia que aún hoy en día divide el mundo entre los que tenemos derechos virtuales de los que realmente los ostentan.











¿Qué dónde se compra? Pues lo dicho, físicamente lo compré en la FNAC, y lo podéis encontrar, y lo recomiendo, por su facilidad, buen trato e impecable distribución, en Amazon.

Venga, ¿a qué estáis esperando? Si queréis saber por qué se mueve el mundo y cómo se mueve, empezad por aquí, diseccionando lo que hay de realidad en nuestra triste existencia, con un bisturí de Liston, bien afilado.

De izquierda a derecha, y sin tropezar con la clavícula, claro.

jueves, 1 de marzo de 2012

Novela gráfica y el Holocausto: MAUS, de Art Spiegelman



MAUS es probablemente la novela gráfica que marcó la evolución posterior de la historia del cómic.
Fue publicada primeramente por partes, en la revista Raw, desde 1.980 a 1.991, y posteriormente, al darse cuenta de la necesidad de reeditar la historia, recopilada como obra completa desde 1.986, en 2 tomos, y luego como obra unitaria.
La versión que yo manejo, excelente,  es de la Editorial RANDOM HOUSE MONDADORI, en la colección Reservoir books, de 2.009, nada menos que la 8ª edición. Podéisencontrarla casi en cualquier sitio, a mí me gusta en AMAZON. Sigue reeditándose cada año, y es que sigue vigente, y lo seguirá.
Por los 21€ que cuesta, son 300 y pico páginas que os pueden cambiar del revés, quién sabe si os harán amantes del 8º arte (el cómic), desde luego os enseñará mucho sobre la especie humana, concretamente sobre lo mejor y lo peor de ella.
Recomiendo encarecidamente que la busquéis y la compréis, es indispensable, y si tenéis hijos adolescentes, dejádsela debajo de la almohada, y que la lean: a no ser que tengan el corazón de madera y el cerebro de pedernal, lo agradecerán.
Si todos leyésemos cosas como esta no habría tanto odio, ni tanta frivolidad, ni mucho menos, y no es menos importante, neonazis por la calle.
Sigue siendo la única novela gráfica que haya ganado el premio Pulitzer, en 1.992, lo que da una pista de su importancia y de su calidad.
MAUS no es una historia fácil, ni de leer, ni de asimilar, pero es necesaria, y no se aparta un milímetro de lo que yo entiendo que es una historia realista y veraz.
Art Spiegelman, dibujante y guionista de comic, cuenta de manera magistral la historia de su padre, Vladek, pero al hacer memoria salva el legado de los millones que sufrieron a su lado.
La cuenta en tiempo real, mientras su padre, por su avanzada edad, lo llama para que lo ayude en su día a día, y también en tiempo pasado, pues aprovecha para preguntarle por su estancia en los campos de concentración nazis en Auschwitz.
Así que tenemos 3 historias: la epopeya increíblemente dura de Vladek en la 2ª Guerra Mundial, la historia de Vladek, sus manías y personalidad paranoica, en los años 80, y la propia historia del autor Art Spiegelman, y su transformación ante la dimensión que la historia que le cuenta su padre va alcanzando, y la conmoción que le causa.



Antes de hablar del guión, hablemos de la técnica, radical en su día, que utiliza Spiegelman para dibujar la historia, no solo fue novedosa, también polémica y descarnada: asignó a cada grupo social de personajes un animal, creando animales antropomorfos que no dejan indiferentes (creo que es lo esperaba el autor) a nadie.
Así, los judíos son ratas. (El autor es judío). Los nazis (claro) son gatos. Los polacos…cerdos (hay que leer la historia y también mucha Historia para tratar de entender, que no justificar, la razón). Los franceses, ranas.  Los americanos, perros (sigue la lógica). Los gitanos, grillos…y así, un variopinto zoológico, que poco a poco va dibujando un 2º plano que cuenta lo que no cuenta directamente el autor, pero sí su subconsciente (aunque el subconsciente del autor bien podría ser la disfuncional personalidad de su padre, Vladek).

La historia entrelaza el conocimiento mutuo que se va estableciendo entre Art y su padre, la presencia siempre dolorosa de la ausencia de la madre, Anja, que aunque sobrevive a los nazis acaba suicidándose, loca de dolor ( uno se pregunta cómo sobreviviríamos cualquiera de nosotros a recuerdos tan atroces). Y finalmente, la presencia del hermano mayor del autor, un niñito que muere horriblemente en la represión a los judíos en los guetos polacos, pero que siempre circula, como un fantasma, en la vida de todos los personajes.
La narración de los encuentros entre padre e hijo son todo un tratado del vacío intergeneracional, de los mil malentendidos y silencios que existen cuando las vidas, ya sean del padre o del hijo, son tan absolutamente diferentes que reafirmar el cariño entre uno y otro es imposible, apareciendo siempre la extrañeza, y finalmente (no parece una licencia narrativa del autor) la comprensión, el perdón mutuo, y la expiación del dolor, el del padre, el del hijo, y con la publicación póstuma de MAUS, el de toda la familia.

Pero, sin duda, la historia que a todos los lectores nos conmovió, fue la de las peripecias que a los padres del autor les suceden, en el paso desde su vida cómoda en una rica familia judía de preguerra, hasta la liberación de los campos de concentración.
Es difícil describir la barbaridad que supuso la construcción de los campos de concentración, es ciertamente difícil, y más aún en Auschwitz, donde todo lo innombrable era realizado a diario con una profesionalidad y organización que sigue poniendo los pelos de punta 70 años después.
Pero asistir de la mano del personaje de Vladek al día a día, a las penalidades, humillaciones, faltas de todo tipo de humanidad en los actos que allí suceden…es mucho más difícil aún, una convivencia continua con la muerte, el dolor, la enfermedad, el hambre, cotidianeidad que se convierte en un rápido tobogán que envío a la muerte a un millón y medio de judíos en un tiempo cortísimo, apenas unos meses.



Pero Vladek es inteligente, tiene ganas de vivir, ¡y está enamorado de su esposa!, y a cada nueva salvajada de los carceleros, del frío, del hambre más atroz, consigue arreglárselas para salir adelante, para sobrevivir (porque la palabra no puede ser vivir) un día más. Pasan decenas de personajes a los que Vladek ayuda, pero finalmente, es el único que sobrevive, bueno, no el único, pero eso no lo voy a adelantar, sería destrozar el final de la historia.
Se han escrito tesis enteras sobre esta maravillosa y contra todo pronóstico ¡ya es difícil! Optimista obra, que algunos (y yo me incluyo), ponen a la altura de las historias, las pruebas, que Ulises en su Odisea supera en la Ilíada de Homero para poder regresar junto a su amada, al hogar.








Y una vez sobrevives, el autor describe el proceso de luto, casi tan terrible como el propio sufrimiento en los campos: el desprecio de los antiguos vecinos, la diáspora de los judíos por Europa, el terror de las pesadillas, los suicidios, el álbum de fotos familiar lleno de las fotografías de los desaparecidos para siempre, las riquezas personales en manos de quienes perdieron la guerra, pero ahora dominan la economía, con sus apellidos de sangre lavados con dinero, y en nombre de la lucha contra el comunismo…definitivamente, el libro, que se lee de una tirada, tiene muchas lecturas, escarba de tal manera en la realidad que una vez has terminado la historia, te das cuenta de muchas cosas, demasiadas, quizás, sobre cómo se ha contado (poco, mal, sin entrar en detalles y hablando de la masa de judíos como si no tuviesen cada uno de los millones de muertos una historia diferente que contar) el exterminio judío.


No os dejará indiferentes mientras viváis.

jueves, 6 de octubre de 2011

The Watchmen, de Alan Moore: un compendio de filosofía en una historieta de superhéroes


The Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons fue la 1ª novela gráfica de este magnífico guionista que cayó en mis manos, y aunque no es mi favorita, sí fue la que me encaminó a conocer la magna obra del Sr. Moore, así que le estoy muy agradecido a los personajes de The Watchmen.

Para quien no sepa lo que significa esta obra en la historia de la novela gráfica, decir que renovó por completo el comic de superhéroes, dándole la vuelta de tal manera que, una vez leída, te das cuenta que, como en toda la literatura crepuscular, lo que menos importa es el género, que es una excusa para desarrollar una historia densa y que por momentos avasalla con su carga de descripción de la cultura de finales del siglo XX y sus contradicciones.




Recomiendo totalmente su compra, tiene muchas relecturas, y se convertirá en uno de esos libros de culto que querréis destacar en vuestra biblioteca. El volumen que yo tengo se puede comprar en, por ejemplo, aquí,  y vale la pena cada céntimo gastado en él, palabra. 436 gloriosas páginas por menos de 15 €...Con la de chorradas que compramos al cabo del año, no tener esta obra que se está conviertiendo en un clásico del siglo XX es un pecado.
Por cierto, no se os ocurra ver las películas que se han hecho (muchas, ninguna buena) de esta película, le hacen un flaco favor a la obra original, perdiéndose toda la perspectiva del autor. Fute con ellas.
Y no digamos todo el material (de 2ª fila que sacó el dibujante, supongo que para sacarse unas perrillas).

En The Watchmen vemos unos superhéroes muy humanos, que se enfrentan a sus enormes problemas de personalidad bajo diferentes claves, cada uno a su manera, siendo el perfilado de cada uno de ellos una obra maestra de descripción psicológica (yo diría que también psiquiátrica).

Para quienes solo busquen una historia de superhéroes, aún así, encontrarán una buena historia, con giros argumentales increíbles, remarcados por los excelentes dibujos de Gibbons.

Pero lo más interesante de esta obra, y lo que la convirtió en un referente no solo del comic, sino de la literatura universal, es la inmensa carga de discusión filosófica que introduce Alan Moore, en un género que normalmente estaba caracterizado por su banalidad.

Son un grupo de superhéroes, en los que se mezclan las cualidades, buenas y malas, de todo ser humano, y el guión prodigiosamente, los eleva y los estrella a todos para que veamos en su devenir todo lo que los humanos llevamos dentro, lo bueno y lo malo, lo hermoso y lo repulsivo.

Sería muy largo describir cada personaje, y hablando con amantes de esta novela gráfica, cada uno tiene sus favoritos, para mí hay 4 muy importantes, que simbolizan los 4 temas fundamentales de la filosofía occidental.

Personajes como Rorschach, un anti Peter Pan, oscuro, nimio y lastimado irremediablemente desde la infancia, trauma puro, que simboliza la justicia ciega, la búsqueda del orden y de la lucha contra el mal, sin matices, sin ángulos, una moral absoluta, plana y sin inteligencia, brutal en sus métodos, con sus defectos y situaciones ambiguas, personaje al principio duro y desagradable que al final de la obra, en su propio patetismo, nos recuerda la vulnerabilidad del hombre y su absurda pero muy humana búsqueda de un mundo sin dolor y vacío de problemas, búsqueda inútil pero que nos hace humanos en sí misma.







Habría que buscar, como contrario de Rorschach a Ozimandias, compendio de la sabiduría occidental, simbolizada por sus referencias a Egipto, como cuna del 1er saber. Científico de éxito, millonario y con el corazón, al contrario de Roscharchs, frío y sin vacilaciones, simboliza perfectamente el dominio de la ciencia (que no de la razón) sobre los sentimientos, y como veremos al final de la obra, sobre la propia vida humana, sin piedad, sin pensamientos que se desvíen del cálculo matemático y de la lógica pura. Alan Moore, como en el resto de su obra, hila muy fino para explicarnos lo que significa seguir a la ciencia ciegamente, y cambiar el Dios de la fe, ilógico y posiblemente inútil pero reconfortante, por el Dios de la ciencia, útil en teoría, ilimitado en sus leyes físicas y matemáticas, pero finalmente, destructor y fiero.





En el otro par de fuerzas, nos encontramos al Dr. Manhattan, físico nuclear que cae en los peligros de la experimentación atómica (Moore no da puntada sin hilo.....) y se transforma en un ser plenipotenciario y omnipresente: lo más parecido a Dios en la Tierra.
No oculto que es mi favorito del relato, y el más desarrollado por el autor. Impresiona la evolución de este personaje, su transformación de un Dios útil para la humanidad a un Dios contemplativo, intelecto puro, que se rinde ante la estupidez humana, que consciente de la futilidad de la existencia, del apabullante infinito en el que vivimos, se deprime, se rinde al todo, y encuentra la verdad absoluta: que nada importa, que nos somos nada. Moore, conocedor culto y muy inteligente, de la religión oriental, introduce el personaje femenino, el amor, para darle una última vuelta de tuerca a esta situación de indolencia e impotencia del que todo lo sabe: finalmente, ante el dominio de lo inmenso, de lo inabarcable, la potencia de lo pequeño, de lo ínfimo, de lo inexplicable, el amor, la pura existencia, aquí y ahora: la conciencia descubre que no es nada en el universo, y al llegar a esta verdad, descubre que en realidad, esta conciencia lo es todo, abarcando el infinito.
Pura gnóstica bimilenaria: Tao, el todo, conciencia pura...en un comic de superhéroes...¡no está mal!

Y el contrario del Dr. Manhattan, el Comediante, personaje brutal, humano 100%, descerebrado, repugnante, un violador, asesino, que usa sus poderes al servicio del gobierno de los USA, primero para derrotar a Vietnam en la guerra, después para destruir las revueltas juveniles del 68, está claro que su elección por Alan moore es una metáfora que te pega fuerte en el estómago, aquí no busca florituras, un tono absolutamente opuesto al personaje delicado y meditabundo, relativista sumo, del Dr.Manhattan.
El Comediante no piensa, solo toma lo que necesita, y empieza y acaba el relato, demostrando, de nuevo, que estas cualidades, tan denostadas, en el fondo, nos construyen como humanos.






En definitiva, un relato que no se lee en una sola lectura, que le encantará a quien sospecha que en esta vida que vivimos, hay algo más que lo que nos cuentan.

Un viaje iniciático, que no te lleva a ningún lugar en concreto, solo te proporciona las herramientas para pensar muuuucho más profundamente.

Teniendo en cuenta que esta sería una buena definición de lo que significa la filosofía como ciencia, yo diría que D. Alan Moore ha hecho una obra maestra, ante la cual me inclino con respeto.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Panoptismo, Foucault, V de vendetta, Alan Moore: cuando la filosofía y la inteligencia se unen en un comic

Alan Moore es mi guionista de cómic (yo prefiero llamarlo novela gráfica) favorito, y lo es porque ha elevado al cómic a género grande, equiparable a la mejor literatura, o, como en el caso que nos ocupa, “V de Vendetta”, a la mejor filosofía.
No conozco mejor manera de explicarle a alguien lo que es el fascismo, y lo que significa el anarquismo, que dejarle leer esta maravilla. Trama aparte, que es muy emotiva, y a ratos marea por la densidad de ideas que literalmente bullen de página a página, el libro funciona como un gran fresco histórico, que quisiera ser una fantasía, pero que se está demostrando tan real como aterradora.

La edición que yo tengo en casa es de PLANETA DEAGOSTINI, es una edición de lujo, y no es que la recomiende, es que es imprescindible, vale cada euro que paguéis, en estas cosas no vale piratear, o pedir prestado: libros como este son de culto, una biblia anarquista, contada “de otro modo”. Podéis comprarla aquí con total confianza: no os defraudará (Alan Moore nunca defrauda). Y el dibujo, de David lloyd, en fin, habréis visto la careta de Guy Fawkes tropecientas veces en los telediarios. Pues sí: es esta, David es el culpable, y Alan Moore, el cerebro de esta deliciosa obra.


Hoy en día, en la “Sociedad de la información”, en realidad, las cosas más simples y más evidentes son absolutamente desconocidas, y se trabaja con un flujo de información previamente filtrado para que no sepamos lo qué pasa realmente, ni quien está detrás de todo lo que está pasando (y creedme, están pasando muchas cosas). Somos, la mayoría, enanos intelectuales, como niños, como ovejas, manejados desde las élites intelectuales, que están al servicio de una minoría que está ocupando, a la carrera últimamente, todos los nichos de poder que nos podamos imaginar, y alguno más: ya no son un poder paralelo: son EL PODER. Ya no hay disimulo, ni pudor.

Y aquí enlazamos con otro héroe intelectual: Michel Foucault, filósofo, historiador, pero ante todo, un hombre valiente, que peleándose con todo y con todos (el estamento intelectual, la universidad, los comunistas, la iglesia, y el capitalismo), nos legó una obra monumental, con muy variadas temáticas, pero un hilo argumental común: el estudio del PODER. 



No el poder idiota y brutal de los militares, o los dictadores, obvio e inútil, si no el poder inteligente, invisible, sin cabeza reconocible, pero omnipresente, de la élite occidental, amparada bajo el capitalismo y protagonista de una revolución tan audaz como incomprendida por los que atónitos, aún pensamos que la actual crisis que sufrimos es económica.















No quiero asustar a nadie, pero es una crisis filosófica: se acabaron las medias tintas, toca cambio de ciclo, ha llegado el panoptismo, invento de Bentham, que diseñó una cárcel en la que el vigilante podía ver cada celda sin que los presos le vieran a él, de manera que los presos nunca sabían cuando eran vigilados, hasta que, sin falta de vigilancia, los presos se sometían: ya no trataban de escaparse, aún cuando no hubiese nadie vigilando: la fantasía de dominación cala tanto en las personas, en nosotros, que se puede castigar a los vigilados sin falta de imponer nada, simplemente aparentando tener el control total.

Desde que nacemos, en la escuela, en los hospitales, en el supermercado, en las cárceles, en el trabajo, somos individualizados, dotados de una identidad, de una ficha, de un DNI, de una huella dactilar, de una imagen. Ya nadie es libre, todos sabemos que en cualquier momento podemos ser castigados si nos rebelamos, si protestamos, aunque esto no es cierto en absoluto, pero debe existir esa fantasía: que un único guardián nos tiene tan controlados, que no hay posibilidad de ser libres.














¿Cómo sobrevivir? Contentando al guarda, no saliendo de la celda, y esta es la 2ª fantasía: que pensamos que si somos buenos, el guardián dejará de vigilarnos, que nos premiará, que su trato hacia nosotros será mejor que si abandonamos la celda. Es mentira: no existe ningún premio, la libertad está ahí, solo tenemos que abrir la puerta, la libertad no la da el guardián (el PODER), la tenemos nosotros en nuestras manos, lo demás es fantasía.
Pero esa fantasía lleva 250 años entre nosotros, y nos está costando salir de ella, necesitamos pensar que si somos buenos con el carcelero, algún día seremos libres.
Pues no, nada más ridículo que, buscando la libertad, recurrir a un carcelero.

El ojo, el dedo, la nariz, las orejas, y finalmente la cabeza, trabajan coordinados en el texto de Moore, sirviendo a un único cuerpo, multiforme, desconocido para el aterrorizado público, encarnado por burócratas de élite, sin escrúpulos ni sentimiento ninguno.










Cuesta mucho darse cuenta de esto, pero una vez lo entiendes, no hay vuelta atrás, sales a la calle, lees los periódicos, ves la tele, y ves al carcelero, en su panoptismo, encerrado en su habitación, haciendo que nos vigila a todos, sabiendo que nos creemos presos, culpables de algo, cuando no lo somos, no hay nada de lo que dabamos dar cuenta, es él quien nos tiene secuestrados, quien debería estar encerrado, y vigilado, a todas horas, por todos nosotros.













Todo esto lo explica a la maravilla Foucault, tanto que la filosofía que emana de sus palabras es un enorme poder para aquel que sepa usarlo, para aquel capaz de enteder los textos, tan precisos como complejos. Foucault es inteligente y complejo, pero hay que ser inteligente y complejo, y muy valiente, para comprender lo que es la vida en libertad y en plenitud.
Sus obras más importantes, en edición mimada y traducida al castellano, están en esta magnífica edición que se devora con el cerebro siempre a punto de estallar tras cada página, es tanto el saber que recoge esta edición que los 60€ que cuesta se amortizan instantaneamente: uno no es el mismo tras su lectura, y entre tantos libros de autoyuda que prometen enseñarnos lo que es la vida, este es el único que he encontrado que, involuntariamente, lo haga, aunque no sea una vida precisamente feliz: vivimos rodeados del terror, de la represión, nos dicen cómo pensar, y lo consiguen; nos dicen cómo vivir, y malvivimos la vida que supuestamente nos toca, mientras ellos viven por nosotros, con nuestro trabajo, bajo nuestro esfuerzo, la vida que nos corresponde a todos, buena o mala, pero libre, por derecho.










Os invito a que leáis a Foucault. Y si no lo entendéis, entonces V os será de gran ayuda, tras su máscara, volando por los aires todo lo que nos hace presos.

Volveré otro día con Foucault, porque siendo este libro increíblemente lúcido, no es el más importante; porque siendo V de Vendetta una explicación lógica y racional de la opresión y cómo librarse de ella, no es su mejor libro, aún faltan la trascendencia (The Watchmen), y el comienzo de todo este terror, allá en la época victoriana (From Hell).

Para otro día. leed mientras tanto, no seáis otra hormiga más que se aplasta con un pulgar.