

El ambiente de frío y silencio, solo roto por los trompeteos de las grullas, hacía que se pareciese a una estampa de cuadro japonés.

Alguna de las grullas se correspondía con el plumaje y desarrollo juvenil.

En los rastrojos, escuchábamos y seguíamos los rastros de decenas de grullas, pero no las veíamos.

Además de las grullas, cientos de gorriones morunos (Passer hispanoliensis) entre los cultivos.

Y algunos mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita).