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lunes, 28 de diciembre de 2015

Ánsares nivales y cisne cantor

El Embalse de San Andrés, que estaba de capa caída, nos trajo un par de sorpresas estas navidades.

















La más curiosa fue un par de ánsares nivales (Anser caerulescens) que misteriosamente apareció en el embalse.









Supongo que atraídos por el cisne cantor, que ya lleva una temporada, no se sabe a ciencia cierta cómo llegaron aquí.












El plumaje estaba impecable en los 2 ejemplares, y doy fe que su comportamiento era vigilante en todo momento, por lo que cabe pensar que sean salvajes, o al menos asilvestrados, y no un escape (no portaban anillas).







Sea como sea, muy entretenido verlos, por su tamaño se veían muy bien pese a la distancia que había entre telescopio y ánsares, sacarle fotos curiosas ya fue más difícil.










El cisne cantor (Cignus cignus) lleva semanas en el embalse, se ve hasta desde la autopista por su enorme tamaño.











Aunque el bando que se vio hace unos inviernos en la ría de Villaviciosa dejó el listón muy alto, siempre es muy interesante ver a este grandullón patrullar por el embalse.










Ojalá la política medioambiental de Gijón fuese de otra manera (o simplemente existiese) y se arreglasen los observatorios que este embalse merece hace años, las observaciones serían más agradables y seguramente una restauración adecuada haría que se instalasen todas las especies de aves acuáticas que se veían hasta hace poco y que hoy en día tanto se echan de menos.

viernes, 23 de enero de 2015

El porrón osculado de San Andrés

Sí, ya lo sé, menuda carroña de fotos, pero es que  este porrón osculado (Bucephala clangula) estaba muy lejos de nuestro punto de observación.










Mucha gente (coincidía con época de censos de la Consejería) lo buscaba propiamente en el Embalse de San Andrés de Gijón, pero estaba en una pequeña charca al oeste de la cola del embalse, un poco difícil por la presencia de árboles y por lo mucho que buceaba este bicho.







Allí me encontré con Juan Villar Sordo, que tuvo menos paciencia que yo para encontrarla, y casi se la pierde, pero más que yo para buscar un emplazamiento más propicio, y le sacó mucho mejores fotos. Desde el punto tan lejano que elegí, no dio para mucho en lo fotográfico, pero sí para ver al telescopio detalles como el ojo tan amarillo, el cuello blanco que yo creo que lo caracterizaría como hembra, y las plumas de la cola tan rígidas que usaba con maestría para sumergirse y maniobrar bajo el agua.



Me supo a poco por la distancia, pero satisfecho de ver por primera vez a este porrón (o porrona) tan guap@.

sábado, 3 de enero de 2015

Milagritos de nochevieja en el Pantano de San Andrés

Pues sí, después de una mañana de nochevieja totalmente dedicada a ver aves de las que me gustan, me pasé por el pantano de San Andrés, preparado para sufrir, porque a este enclave al que iba mucho hace años, y que siempre daba grandes alegrías, el incivismo, la contaminación, el abuso y sobre todo la desidia de las autoridades lo vienen sumiendo las últimas temporadas en un espacio natural echado a perder.


Sin embargo, este día estaba casi casi tan lleno de vida como en inviernos lejanos, y además sucedió una cosa muy curiosa, ya que nada más plantar el telescopio, llegó un cormorán grande (Phalacrocorax carbo) y se subió a la orilla desde el agua justo donde yo estaba.









Pensé que estaría despistado y que en cuanto me viese huirá despavorido, pero me echó un vistazo de medio lado y allí siguió durante la hora que estuve viendo bichos. Al parecer captó la realidad: que no tenía intención ninguna de molestarlo, y así, respetándonos el uno al otro, pude hacerle, a unos 6 metros de distancia, todas las fotos del mundo, sin que en ningún momento la situación causase ningún problema.







Me sentí como en las islas Galápagos, y me dio tiempo para pensar mucho en lo poco que respetamos el silencio y la confianza mutua, y no solamente con los animales, y lo bien que nos iría a todos con otro talante.








Cuando marché, en silencio, aún seguía allí, impacto cero, es lo ideal.













El otro milagrito fue que el pantano, especialmente sus orillas norte y oeste, estaban llenas de vida, como en los viejos tiempos.
Había casi 50 fochas comunes, muchos ánades azulones, garcetas comunes, y el ánsar piquicorto (Anser brachyrynchus) que lleva una temporada por aquí.











Muchos patos, había algunos silbones europeos (Anas penelope)...











...ánades frisos (Anas strepera)...










...más de una docena de cucharas europeos (Anas clypeata)...










...y hasta un porrón moñudo (Aythya fuligula), que tan pocos se ven últimamente.











Bastantes garzas reales (Ardea cinerea).














Un somormujo lavanco (Podiceps cristatus)...










...4 zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis), y un zampullín cuellinegro que no paraba de calarse.











Incluso llegó un pequeño bandito de avefrías (Vanellus vanellus).


En general, nada del otro mundo en los estándares de hace unos años, pero que hoy por hoy, en este pobre pantano es un muy buen resultado, que puso el colofón a un año que se iba, lleno de sorpresas.















lunes, 18 de febrero de 2013

Havelda y otras faunas del Embalse de San Andrés

Ya sabéis que hace tiempo que dejé de seguir las rarezas, por razones que no vienen a cuento, pero me había picado Miguel con sus buenas fotos del havelda (Clangula hyemalis), y volviendo de Zeluán decidí parar.













Hace tiempo que no paro en este embalse que tanto me gustaba antes, pero es que entre que no hay desde dónde observar o fotografiar bien (me disculpo de antemano por las pésimas fotos), y que el embalse está degradándose a pasos agigantados, me da todo un poco de pena, la verdad.








Pero bueno, estuvo bien, y allí estaba el havelda, al que hacía bastantes años que no veía, antes era más frecuente verlos por Gijón, ahora son muy esporádicos en sus apariciones.

Es un pato atípico, por sus colores, su forma y sus costumbres, y de lo que ya no me acordaba era de lo mucho que bucean y lo que cuesta seguirlos.





Por lo demás, la fauna habitual del embalse, lo más interesante, havelda aparte, los 8 zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis), uno de ellos estaba ya casi en plumaje nupcial, aunque no hay foto, era una maravilla.







También había una pareja de sus parientes, los somormujos lavancos (Podiceps cristatus). Esperemos que vuelvan a criar este año aquí.







Había otros 2 zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis), bastante habituales y numerosos en esta lámina de agua, se medio intuye uno en esta foto junto a las también abundantes fochas comunes (Fulica atra).



De patos, había, muy escondidos, un grupito de porrones europeos (Aythya ferina)...





...y algo más esquivos, pero abundantes, los porrones moñudos (Aythya fuligula).



Varias cercetas comunes (Anas crecca).
Estaban acompañadas de varios ánades azulones, se echaron de menos los cucharas europeos, que tienen aquí un buen punto de invernada.




Y una graza real (Ardea cinerea) entre los sauces, esperemos que sepa salir de tal maraña, estaría buscando a sus habituales vecinos la garceta común y los cormoranes grandes, de los que no había rastro.

Creo que tendré que volver a parar más a menudo, merece la pena, aunque las fotos salgan de pena y se vea todo muuuuuuuuuuuuy de lejos.