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sábado, 11 de agosto de 2012

Bueno, luces y sombras en Ciudad Rodrigo

Hace ya un mes que volvimos de Cádiz, en este blog os lo cuento con un mes de retraso.
Hicimos escala en Ciudad Rodrigo, en Salamanca, después de un acercamiento por carreteras malas por Cáceres, pero menudos paisajes.
Hacía tiempo que había visto fotos de esta localidad un poco perdida entre Salamanca, Cáceres y Portugal, y aprovechamos la escala técnica para conocerla.
Tengo que decir que me encantó la arquitectura de la ciudad, amurallada, y con infinidad de casas nobles y palacios.







Y con una catedral preciosa, que ya se veía desde lejos.













De estilo románico que se transforma en gótico en buena parte de su construcción más moderna, es un templo digno, con un buen museo, y muy cuidado.














El interior es recio, pero bien modulado, pareciendo mayor de lo que es, con una fachada, con un pórtico que te deja con la boca abierta...hasta que ves el pórtico interior, que es aún mejor, lástima que no se pudiesen sacar fotos.











El pequeño claustro es una divinidad, nunca mejor dicho.
















Con unos cipreses (Cupressus sempervirens) estratégicamente puestos para mirar hacia ellos y meditar automáticamente, aunque los chillidos de los vencejos pálidos que anidan con toda tolerancia en el claustro enseguida te sacaban del ensimismamiento.







Aunque para mí la joya de esta catedral, por la que estuve a punto de hacer algo que mi estricto código moral me impide (sacar fotos donde te ruegan que no las saques), es el coro, tallado en madera por Rodrigo Alemán, en estilo plateresco, solo por esto merece la pena entrar.
Contra todo pronóstico, está tallado con una profusión de imágenes profanas realmente inquietantes. No es habitual ver personajes defecando en el coro de una catedral, ni mucho menos lo es contemplar un lustroso y enorme falo en erección. Era realmente impactante, y por las miradas de las señoras a las que descubrí semejante tesoro, de un realismo deslumbrante...
Para que os hagáis una idea de la mágica decoración de esta catedral, os saco a las paredes, donde imágenes como esta, que te dejan muy inquieto, llenaban las fachadas (ver en grande).


Bueno, luego salimos de allí muy emocionados por la cantidad de buena arquitectura en tan poco espacio, para una ciudad de menos de 15.000 habitantes.
Por ejemplo, la Capilla de Cerralbo. No es el herreriano mi estilo favorito, demasiado sobrio, pero el hecho de haber sido construido pegado a la catedral por la cabezonería de vengar el plante a una familia (los Pacheco), a los que no permitiron enterrarse en capilla propia en la Catedral, resulta cuando poco de lo más curioso.


Y aquí empiezan los peros, porque al callejear por Ciudad Rodrigo, nos dimos cuenta de lo grandioso que es el casco histórico, que enamora, pero que no lo han hecho peatonal, y el tráfico es un caos.
Lástima, porque no da casi tiempo a disfrutar de una arquitectura civil (como esta Casa de los Vázquez reconvertida en sede de correos) realmente espléndida, entre cláxones y miradas para atrás por si viene el camión de reparto de turno.









La Plaza Mayor, que es relativamente pequeña, y preciosa, idem, llena de coches por todas partes, y la gente en equilibrio para no ser atropellada, coches en triple fila y terrazas en los pocos espacios  libres, buf, un gran desperdicio del espacio público.







Poca actividad, mucho tráfico, poco turismo, una lástima porque Ciudad Rodrigo merece mucho una visita larga, pero parece que vive un poco a espaldas del turista, no está muy promocionada ni es muy conocida, una pena.

El Castillo, que ahora es Parador Nacional.







Palacios y casas elegantes y blasonadas, como la popular Casa de la Cadena.















Ecos del pasado, como la antigua Sinagoga reconvertida en Hospital de Caridad (y en ello siguen) tras la expulsión de los judíos.









Y belleza en las paredes en toda la ciudad, como este espléndido Palacio de la Marquesa de Cartago, que da el pego con su neogótico del siglo XIX, ¡me encantó!

En fin, la sensación fue mala, porque, tal y como me sucedió en algunas ricas ciudades del Norte de Italia, la falta de costumbre de la población hacia el turismo, hace que el trato sea un poco desdeñoso, de extrañeza, o abiertamente hostil, como fue nuestro caso.

Veníamos de la alegre y luminosa Cádiz, y encontrarnos de frente con la recia Castilla fue un duro golpe, y ni en el Hotel ni en los restaurantes, ni en las calles, encontramos la amabilidad que traíamos, tan solo cierta indiferencia, y ya es triste, porque personalmente caí rendido al continente, pero el contenido (humano) me decepcionó bastante.

No llueve a gusto de todos, pero tengo derecho a quejarme si me mojo, y este fue mi caso, por desgracia, porque no creo que vuelva. Tampoco creo que me echasen de menos...

martes, 24 de julio de 2012

Conociendo Jerez



No conocíamos Jerez de la Frontera, y allí que nos fuimos. Volvimos sudorosos y cansados, pero encantados.

La ciudad es más grande de lo que parece, y muy dinámica, la gente hace vida de calle, cosa que echo de menos en Asturias, y da mucho colorido.

Llegamos a la hora de comer, esfamiaos, y mi instinto me llevó a buscar algún lugar donde comer, y nos metimos "aquí".

Me encanta comer bien, y cuando sucede el milagro de una grandiosa comida en tremenda compañía me embarga la misma emoción que a veces me atrapa en el interior de determinadas catedrales, en las cimas de contadas montañas, o delante de algunas obras de arte.

Y sucedió. Aquí comí el mejor cordero asado que haya comido nunca, y lo dice alguien al que le han dicho que cocina el mejor cordero guisado de Gijón...así que ya tuvo que ser grandiosa la cosa...un gran servicio, amable, simpático con el peque, y además superbarato, unas tapas que eran raciones, y un helado al Pedro Ximénez que cuando cierro los ojos aún lo saboreo.
Salí de allí a punto de llorar, y solo más tarde me enteré que este magnífico edificio se llama El Gallo Azul, y fue una donación de la familia Domecq a la ciudad, con motivo de la Exposición Universal del 29 (1.929).
Su arquitectura es muy original, prácticamente es un edificio redondo, y me acordaré de esta comida mientras viva. Volveré, y os lo recomiendo a todos los que visitéis la provincia, merece muchísimo la pena. Un hallazgo y un símbolo de Jerez.






Salimos de allí a callejear por la zona vieja, que es acogedora y muy transitable, con calles estrechas, y nos topamos (no entramos y lo lamento) con la Iglesia de San Miguel, otra maravilla, con una fachada espléndida, mezcla del barroco de estilo sevillano que tanto me gusta, y unos toques de gótico tardío.


Nos fuimos para el Alcázar, una zona enorme con estilos muy diferentes, cosa lógica en una ciudad que desde la época de los tartesos hace 2.500 años pasó por todo tipo de avatares y batallas, como colonia fenicia, ciudad romana y luego como zona de frontera (de ahí el nombre de Jerez de la Frontera) primero entre almohades y nazaríes y luego de los cristianos y el reino de Granada hasta la conquista definitiva por los castellanos.






Aquí, el patio de armas. Lo que habrá visto este patio en la Edad Media...








El conjunto del Alcázar tiene parte de la primitiva muralla del S. XII, también ruinas (muy bien documentadas en la excavación que se visita) del palacio granadino (menudo lujo disfrutaban), y finalmente, el magnífico palacio barroco de Villavicencio, en el que se visitan las estancias y una cámara oscura en la que se proyectan las imágenes que varias lentes proyectan en el interior de una habitación preparada al efecto.

Y se han reconstruído los jardines árabes que siempre acompañan a estos palacios.

No es Medina-Azahara, ni la Alhambra, ni los Reales Alcázares, ni siquiera la preciosa Alcazaba de Almería, pero está cuidado este Alcázar con mimo, y no se hace pesada la visita en absoluto.

Y qué fresquito con el agua de las fuentes, ¡no sabían nada los musulmanes de la época!











Si ampliáis la panorámica del Alcázar, veréis que se ve la cúpula de la Catedral por detrás, y en esa dirección seguimos.

Ya sabía que la Catedral de Jerez lo es desde solo hace 32 años, antes no existía el Arzobispado de Asidonia-Jerez, y me temía que la catedral, como sucede a veces en catedral nombradas recientemente en zonas urbanas modernas, iba a ser de poco interés, o de tamaño reducido.




¡Maaaadre! Que equivocado estaba, desde luego, cuando la empezaron a construir, en pleno S. XVII, está claro que lo hicieron pensando que algún día sería catedral. Es un templo con estructura gótica muy tardía, pero con el interior dominado por el barroco y el neoclásico.









Y es que son 5 naves, con un crucero poderoso, y una gran cúpula que no me resistí a sacar en foto.











Salvando las distancias, me recordó mucho a la Catedral de Sevilla.


Esas columnas cuadradas de planta inmensa...






Me gustó mucho, y me pareció un templo luminoso y muy cuidado.













Su museo tiene un cuadro de Zurbarán precioso, que no se puede, lógicamente, fotografiar. El guardia jurado del Museo de la Catedral, que me debió ver cara de pena, me dijo que "con el equipo que llevaba, que me fuese a la escalera que estaba al fondo a sacar fotos"...al principio pensé que me estaba mandando finamente a freír monas, pero como insistía, me fui hacia la esquina que me señalaba y me encontré "esto".
De nuevo, hay que agradecer que aún haya buena gente, y sobre todo, gente simpática que te facilita las cosas.

¿Qué os parece la "escalerita"?

Pues nada, un placer, pena de no tener más tiempo, pero me alegro de haber conocido Jerez.

lunes, 16 de julio de 2012

Una paradina en Cádiz

Recuerdo mi última visita a Cádiz, ya hace unos años, mucho más canalla y con cierto peligro, yo era joven, lo de los paseos marítimos aún no se sabía lo que eran y el casco histórico de Cádiz, a determinadas horas, era "interesante", por así decirlo, y a mí me recordaba a mi Cimadevilla en Gijón.

Sin embargo, al repetir esta vez el paseo por el istmo de Cádiz hasta llegar a la Catedral Nueva la sensación era de novedad, un paseo marcado, amplio, limpio, y los alrededores de la Catedral llenos de turistas y de luz, incluso el barrio del Pópulo, que tenía un aroma típico de las ciudades antiguas con mar y poco espacio, calles estrechas, poco iluminadas, y lo que ello trae consigo, ahora es una zona francamente agradable para pasear con familia, como era mi caso.
Vamos, que se ha cedido un poco de alegría por un poco de seriedad, al ir con críos, me gustó, pero no sé, quizás me enamoraba más antes, o puede que yo fuese de otra manera por entonces, y me gustase más la aventura...

Sea como fuere, ahora las vistas son diáfanas desde el principio del paseo marítimo por Poniente.
El remozado que le han dado a la playa de Santa maría del Mar es espectacular, está preciosa.






Según te vas acercando a la catedral sientes los 3.000 años de historia que lleva a cuestas, es una de las pocas ciudades en las que me gustaría vivir fuera de Gijón, a la que me recuerda mucho.





Y cuando pasas la Puerta de Tierra, donde seguramente hace siglos estaban las murallas que la separaban del resto del Mundo, cuando el Mundo era enorme en comparación con nuestros tiempos, siente que entras en un lugar muy especial.







Mirando para atrás te das cuenta de lo aislada que debía estar Cádiz cuando practicamente era una isla rodeada de mar y de marismas, lo que por una parte debía ser una posición increíblemente buena para defenderla, pero también un imán para todo tipo de aventuras militares.






Le contaba a mi hijo, que escuchaba con asombro, que en Cádiz habían estado fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos, romanos, visigodos, omeyas, almorávides, almohades y castellanos, además de haber sido convenientemente sitiada y arrasada (no siempre con éxito) varias veces por ingleses como Drake y el conde de Essex, y por piratas argelinos, u otomanos, como Barbanegra.
Con esa historia, los gaditanos podrían haber salido amargados y desconfiados de los extraños, pero la verdad es que son todo amabilidad y alegría, puede parecer un tópico, pero en lo que a mí respecta, no puedo decir nada en contra de esta gente, que te lo ponen todo fácil, con una sonrisa, y sin perder por ello la retranca, que tanto me gusta.
Ellos mismos se definen como capital europea del paro, y están endémicamente con una situación bastante negra, pero la impresión que tienes es que se lo toman con buen humor, si no solo hay que ver esta "intervención" popular en el carril bici, si esto no es humor del bueno...







Bueno, llegamos a la Catedral Nueva de Cádiz (porque sustituyó a la medieval a su casi destrucción en uno de los incendios), una mole que se ve desde toda la ciudad, tan hermosa como inconclusa, se pueden ver piedras de varios estilos, materiales y tamaños, cambiando en cada tiempo de construcción según el dinero que quedase...

Con todo, su fachada sigue pareciéndome una de las más hermosas de España, es absolutamente inconfundible, y ahora que la plaza que la enmarca se ha puesto a tono con el turismo, brilla mucho más.

El estilo arquitectónico, muy ecléctico, va del barroco del S. XVIII al neoclásico del XIX, pasando por el rococó.
La fachada tiene mucho movimiento, como es típico del barroco, muy compleja, con 3 pórticos, y 2 cuerpos.
Tanta complejidad hizo que tardase muchísimo tiempo en ser construída, y el resultado, que a primera vista puede parecer pobre, personalmente, le añade personalidad, es mi opinión.








Y sobre todo, tiene una cúpula amarilla reconocible a decenas de kilómetros. Habréis visto esta cúpula en muchas películas americanas, ya que tienen la costumbre de ambientar las películas sobre Cuba  y el malecón de  La Habana con esta catedral y su paseo marítimo, evidentemente no pueden viajar a mi querida Cuba a hacer unas tomas...
Conozco las 2 catedrales, y desde luego, aunque son las 2 barrocas, no se parecen demasiado, pero por lo visto, siguen dando el pego de película en película...a mí me gusta más la gaditana.

El interior, pese a ser de gran belleza...está de capa caída, nunca mejor dicho, porque entre la corrosión y la falla de los materiales por las deficiencias arquitectónicas, y yo añadiría que económicas en su época, que no daban para un buen mantenimiento, hacen que se esté desmoronando poco a poco.
Porque cuando se acabó el dinero para mármoles, se utilizó la piedra ostionera, llamada así porque en ella abundaban las ostias (ostras), era piedra porosa, de mala calidad, pero barata, y bueno, así le fue  a la pobre Catedral...








Es una pena, pero la caída continua de cascotes hace que se haya puesto una red de seguridad, que resta luz y lustre al interior, lástima.
Otra vez será.








Pudimos subir a la Torre de Poniente de la Catedral, y aunque la subida fue dura con el calorón que hacía y el hambre que teníamos, mereció la pena, porque teníamos la Bahía de Cádiz a nuestros pies, madre mía, qué vistas.
(Vista al Noreste).











Ya fuese en dirección Oeste...hacia el Atlántico infinito.









O hacia el Norte, sobre los tejados de esta hiperdensa ciudad...








O hacia el Este, hacia la Bahía, todas eran para quedarse para siempre con la belleza de esta extraña y única ciudad.

Bajamos aún extasiados, y nos dirigimos al puerto, atravesando la plaza de San Juan de Dios, donde está el Consistorio, y (aquí sí) luce el estilo isabelino, acorde con el esplendor que vivió en aquella época la ciudad.

Pues nada, solo deciros ¡que hay que conocer Cádiz!











viernes, 13 de julio de 2012

Cáceres: una gran sorpresa en mi primer parada en vacaciones

Bueno, empiezo aquí el relato de mis vacaciones, que dieron mucho de sí.
Uno ya no está para ir de Gijón a Gibraltar de una sentada, como hacía de joven, así que, para alivio de mis 4 acompañantes, decidimos parar un día a mitad de camino, y como no conocía Cáceres, allí que nos fuimos.
Y no nos arrepentimos, sabía que su casco histórico era patrimonio de la humanidad, pero una cosa es leerlo y otra disfrutarlo: una maravilla esta pequeña ciudad, paseable al 100% y con unos habitantes que (menos mal) aún saben vivir a un ritmo humano.
No sería justo hacer una gran descripción de toda la arquitectura de Cáceres, porque ni soy un experto, ni nos fue posible en un día visitar el cerca de un centenar de edificios históricos (increíble la densidad de espléndida arquitectura ) catalogados.
Así que os pongo unos cuantos ejemplos, con la clarísima recomendación de que os paséis en cuanto podáis, porque merece mucho la pena.

Y es que en cualquier parte de su extensísimo casco antiguo, peatonal en su mayoría, uno se puede perder y quedar extasiado ante el despliegue de edificios de las más diferentes hechuras, pero con la cualidad de ser edificios cálidos y bellísimos.


Ya desde la Plaza Mayor, antes de pasar el Arco de la Estrella que da paso al centro, se insinúa la abigarrada factura de las casas, y su sentido de la armonía. (Perdón por el desenfoque de la panorámica, la Plaza Mayor no es plana, y no llevaba trípode).

Una vez dentro del conjunto histórico-artístico, la Plaza de Santa María nos llama poderosamente la atención, y es que mires donde mires todo es precioso.










La Concatedral de Santa María, que por desgracia está en obras, y su visita es muy limitada, es una joyita mezcla de elementos románicos, góticos y renacentistas, maravillosa por fuera...













...y por dentro.








Sin ser una obra clave, convive en deliciosa armonía con los edificios que enmarcan la plaza donde se asienta, y tiene el tamaño justo para no desentonar con el resto de edificaciones cercanas.







Su torre es visitable, y las vistas son...a ver qué os parecen, tienen difícil descripción. Una gloria.


Dominan una extensión increíblemente amplia ciudad afuera.
















Saliendo de la Concatedral, el Palacio de los Golfines de Abajo, de los siglos XV-XVI, maravillosamente blasonado y labrada su piedra con exquisito gusto.
Un ejemplo de las decenas de palacios que hay intramuros, todos un deleite para la vista.







Seguimos caminando, y nos topamos con la Plaza de San Jorge, lugar de reunión de mucha gente, y la Iglesia de San Francisco Javier, de estilo barroco muy contenido, lo que se agradece para ser del siglo XVIII, muy dado a los excesos, y a la que no entramos, pero que viendo las fotos del interior que me enseñaron, fue una pena.














Un poco más arriba, la única torre que Isabel la Católica, en su revuelta contra los caballeros que apoyaron a su rival Juana la Beltraneja, permitió que siguiera almenada: la Torre de las Cigüeñas, o del Palacio de Cáceres-Ovando. Otra maravilla.











Aunque mi favorita, quizás por ser la única redonda que me encontré, es la Torre de Carvajal, anexa al Palacio del mismo nombre, un conjunto precioso.








Solo por esta arquitectura, ya merece la pena acercarse a Cáceres, pero es que además la gente es muy agradable aquí, se come de maravilla, unas carrilleras, y una presa ibéricas me zampé que aún me relamo, se beben unos vinos excelentes de la D.O. Ribera del Guadiana,...,vamos, que nos lo pasamos pipa.













Y una última y gozosa sorpresa: Cáceres es (oficialmente), una ciudad amante de las aves, y se ve y se oye, y se disfruta y comprueba en cada edificio y en el cielo de la ciudad, y esto os lo explicaré en la próxima entrada.