
Había una espectacular exposición de Ernesto Neto, una retrospectiva de Yoko Ono, históricamente importante pero que a mí me dejó frío, y revisité mi favorita de siempre, la sala de los aceros curvados de Richard Serra, que es una sensación espectacular a cada paso que recorres dentro.
Después atravesamos el parque de Casilda Iturrízar...
...y llegamos al Palacio Euskalduna, otro edificio de los de quitar el hipo.

Y terminamos la gran pateada que nos metimos entre pecho y espalda en el Puente Euskalduna, ya en el otro extremo de Bilbao, que recorrimos a lo bestia de Este a Oeste.
Una última vista hacia el oeste, con Deusto a nuestros pies.
Bilbao bien merece una gran visita, me encantó conocer la ciudad a fondo.