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lunes, 10 de julio de 2017

Algunos apuntes del SACRE.

Como todos los años, y van 10, censar el programa SACRE de la SEO por Gijón al principio da una pereza increíble, por lo difícil que es enlazar en un área urbana y suburbana 20 puntos de escucha, pero cuando vuelves a casa te presta mucho porque siempre acabas viendo aves que no te esperabas, y otras que año tras año repiten y alucinas con esa exactitud. por ejemplo, en un punto, en la 2ª visita aparece SIEMPRE un zarcero común (Hyppolais polyglotta), son muchos años y uno se pregunta si no serán ya los descendientes de este macho que canta siempre en el mismo saúco año tras año.


Hay lamentablemente aves que, por ejemplo en el mismo sitio que el zarcero han desaparecido este año, como el alcaudón dorsirrojo, o la lavandera boyera, que crían aquí no todos los años, cuando no se detectan se echan de menos, por supuesto. Un ave que este año ha aumentado mucho es el pardillo común (Carduelis cannabina). Siempre es fácil localizarlo pero cuando aparecen en bandadas aturullan con sus trinos.











Las tarabillas comunes (Saxicola rubicola) también son muy fieles a sus territorios y es fácil anotarlas cada primavera en los mismos sitios.













Y si aparece el macho, aparecerá la hembra con toda seguridad.




Muy lentamente, pero con precisión de relojero, la población de tórtola turca (Streptopelia decaocto) va aumentando lentamente en las áreas suburbanas, también lo está haciendo claramente la de paloma torcaz.













En los bosquetes periféricos, resisten los picos picapinos (Dendrocopos major), tan cerca de la ciudad da gusto verlos.




Los córvidos, como el arrendajo (Garrulus glandarius) disfrutan de esos pequeños espacios en los alrededores de la gran ciudad.











Y siguen los agateadores comunes (Certia brachydatyla) anidando en los mismo troncos cada año.













Pájaros forestales en Gijón en primavera, como el zorzal común (Turdus philomelos) abundan y repiten posiciones de anidamiento, aunque otras aves mucho menos frecuentes, como el colirrojo real, este año han bajado en número absoluto y en estaciones, lástima.









Su primo el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), al contrario, se mantiene bien en Gijón. No en vano, lleva más de 10 años usando mi edificio como lugar de anidamiento.









Los gorriones comunes (Passer domesticus), también, en cada agujero de los que quedan en las entradas de las tuberías del gas ciudad a mi edificio hay un nido. Este ejemplar leucístico me lo encontré en la Campa Torres.












Otra familia que repite cada año, en el mismo lavadero, bajo el mismo puente, es la lavandera cascadeña (Motacilla cinerea).




Motivo de alegría es ver especies que en una década han multiplicado mucho sus poblaciones, como la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala).









Pero sobre todo, ver que especies escasas y en peligro como el cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), o el halcón peregrino han tenido un año excelente en Gijón.









En resumen, un censo que es muy pesado, por su metodología, pero que te da muchos datos interesantes, y que viendo una década atrás todo lo censado, te haces una idea muy ajustada de la avifauna de tu ciudad.

domingo, 29 de enero de 2017

Helados por Gijón

Así anduvimos todos la primera parte del mes, pájaros y pajareros.













Me tocó censar el SACRE de la SEO en unas condiciones que pocas veces se dan en Gijón, por debajo de los 0ºC, y lo más extraño, sin que la salida del Sol significase una subida de las temperaturas: realmente se pasó frío. Salí y volví desde el Rinconín con una visión excepcional de la Playa de San Lorenzo con la arena helada.

Llegando a Granda la situación pasaba de la anécdota a la belleza, al ver que la escarcha, en un lugar sin tránsito, había convertido el paisaje en una delicia solo para mis ojos.
Y es que hacía tiempo que no cuajaba el hielo en los charcos.
Los alisos del Humedal de Alfredo Noval, dignos de la estepa siberiana.
O de un pasaje de Dr. Zhivago...
Aunque preparadas para esto y para mucho más, las plantas tienen que sufrir con esta congelación de sus tejidos.
Por más que estéticamente sea irresistible.
Y muy fotogénica.
Así dejaba este lamentablemente abandonado por todos humedal.


En los prados (¿la veis?), las avecillas parecían bastante alegres entre la hierba escarchada.
Efectivamente, era una tarabilla común (Saxicola rubicola) macho, no parecía afectada en absoluto.
La hembra nos dejaba bien claro que el frío, a ellas, ni fu ni fa. Eso son "pies" calientes.
Otras aves sí sufren, como se notó en el elevado número de pinzones vulgares (Fringilla coelebs) que seguramente bajaban a la costa huyendo del frío de los bosques más altos.
A otras aves como los buitrones, que en teoría sufren mucho las heladas, ni los vi, mal invierno para ellos. A estas garcillas bueyeras (Bubulcus ibis), también amantes del calor, se las veía fuera de sitio.
Aunque abriendo el objetivo vemos que en la compañía habitual, no habrá problema para alimentarse.
Y finalicé mi periplo con las orejas heladas pero absorto en el espectáculo de ver lo que nunca antes había visto: la Charca de la Aliseda pantanosa helada casi en su totalidad, todo lo que se ve en la foto, salvo la mancha de agua libre al fondo, es una costra de hielo.
Una preciosidad, aunque me hubiese gustado que el frío trajese más aves, y no fue el caso, este invierno está siendo objetivamente desastroso en aves invernantes, algo está pasando en Asturias, está claro, y nada bueno.

miércoles, 13 de julio de 2016

Campiñas invisibles

Invisibles porque parece que no vemos la enorme biodiversidad que aportan las campiñas asturianas, yo me he dado cuenta censando esta primavera que las campiñas bien conservadas, ya sea en zonas periurbanas o en media montaña, multiplican la capacidad de acogida de especies de aves, especialmente de aves tímidas y que necesitan un buen hábitat pero también una buena cobertura natural de protección. Os pongo varios ejemplos muy diferentes:

Aquí cantaba la codorniz (Coturnix coturnix).

Aquí cantaba el torcecuello (Jynx torquilla).

Aquí cantaba la buscarla pintoja (Locustella naevia).

domingo, 10 de julio de 2016

Por las Brañas del Xorru

Si tengo que apuntar un lugar como sorpresivo en la realización de las cuadrículas del programa SACRE de la SEO, diría que las Brañas del Xorru, en Grao, ha sido el lugar donde más aves me he encontrado sin esperar encontrármelas.









Unas brañas muy bien conservadas, con varios tipos de ecosistema, con pinar de repoblación, manchas autóctonas de frondosas, prados, tojares, y algunas explotaciones ganaderas extensivas, una combinación muy buena para especies como el alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio).










2 territorios colindantes con reproducción asegurada, todo un éxito para una especie en regresión en Asturias.









Muy abundante también el bisbita arbóreo (Anthus trivialis).











No me esperaba encontrar aquí al herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), pero lo vi en varios grupos, y atendiendo a más de un posible nido.








¡Qué peligro anidar al lado de los alcaudones!






Y no sólo ellos, también varias rapaces como gavilán común, azor y este halcón peregrino (Falco peregrinus) patrullaron en algún momento la zona.














No parecía importarle demasiado a la familia de tarabillas comunes (Saxicola rubicola) residente.







Ni al zarcero políglota (Hippolais polyglotta) que no callaba ni un minuto.












Infinitamente más discreto en sonido, pero no evidentemente en plumaje, era el camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula).








Alguna pareja suelta también del escribano soteño (Emberiza cirlus). A su primo el cerillo lo vería más tarde, en Santa Cristina.
















Un valioso dato de papamoscas gris (Muscicapa striata), que no estaba registrado en el anterior atlas.







Y termino con un curioso trío de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) que no me esperaba aquí.






Aparte de estas chovas, varias especies más que no me esperaba aquí registrar esta primavera como la perdiz roja, la oropéndola, el torcecuello y alguna más: un lugar en definitiva magnífico.

miércoles, 8 de junio de 2016

Censando el SACRE por los pueblos de Grao

Por ahora, sin duda, la mejor de las cuadrículas, un territorio que se preserva salvaje y lleno de vida a pesar de estar tan cerca de la villa de Grao y estar tan transformado el paisaje.










Menuda paliza completar los 15 kilómetros del recorrido circular, pero la sensación fue muy estimulante, con paisajes que de otros modo no hubiese visto, y un montón de pájaros, muchos de ellos ya plenamente puestos a cebar pollos, como el bisbita arbóreo (Anthus trivialis).














Otros, como los gordinos camachuelos comunes (Pyrrhula pyrrhula) hacían buenas migas.













Poco lo faltará a esta hembra para ponerse a empollar.












Por las brañas bajas del Xorro, estampas bucólicas, con una variedad de fauna digna de zonas más intransitadas, la baja densidad de población y una diversidad de paisajes que da cobijo a formas de vida muy difrentes hacen el milagro de ver un corzo (Capreolus capreolus) caminando mansamente durante varios minutos por delante mío sin que se sintiese especialmente dado a la huída.





Azor, perdiz roja, varias especies de escribanos, oropéndolas, trigueros...un vergel. Los escribanos soteños (Emberiza cirlus), abundantes, una novedad para una especie cada vez menos frecuente.













Otra ya rara de ver, y con ceba que indica la necesaria reproducción más que probable, es la curruca rabilarga (Sylvia undata).










En el Xorro, curiosamente, aprovechan seleccionando los minoritarios eucaliptos varias especies, como las oropéndolas, el busardo ratonero (Buteo buteo)...









...o el escondedizo pico picapinos (Dendrocopos major).













En estas praderías de media montaña llenas de la deliciosa sebe que tanto protege a las aves asturianas, aves comunes como la tarabilla común (Saxicola rubicola)...









...o el pardillo común (Carduelis cannabina).
















Una vez llegado a lo alto, toca tirar de GPS por caminos que en su día debieron ser de vital importancia, tanto como para ser denominados "Caminos reales" pero que hoy en día están vacíos de gentes (aunque no de los recios y realmente atemorizantes mastines que me vigilaron todo el recorrido).







En el pueblo de Cañedo, una parada para recuperar fuerzas y hablar con l@s paisan@s, que con la típica amabilidad de los pueblos que no suelen salir en los mapas, me explicaron el declive de la zona, la pérdida de valor de las tierras y las lindes, y la pena que daba acordarse de cuánta gente y cuántos chiquillos corrían por estas mismas calles hace unas décadas. Creo sinceramente que con una mezcla de modernidad que dignifique el trabajo en el campo, y la vuelta a los buenos productos y a los sabores de antaño estos pueblos podrían volver a la vida. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Mientras tanto, nos queda la belleza de las casas del pueblo y la tranquilidad que ofrecen caseríos como los que visité a sus jubilados propietarios.

Demostrando la tremenda biodiversidad que albergan estos retazos de pueblos aún habitados, con algo de ganado, setos vivos y pequeños bosquetes, el macho de alcaudón dorsirrojo (Lanus collurio), cantando a los 4 vientos que la naturaleza rural no se rinde.
Buscando una hembrita para seguir aguantando una generación más.












Bajando vertiginosamente a la carretera que sigue el también precioso valle del río Cubia, baja también la diversidad de las aves, y ya son especies más genéricas, y adaptadas a hábitats de menor calidad. Así, prospera la curruca capirotada (Sylvia atricapilla).








O la adaptable corneja negra (Corvus corone).















En los ya más abundantes praos de las riberas inundables del Cubia, una gran diversidad de colores y aromas, destacando el inconfundible y para mí irresistible olor a miel de la cuajaleches (Galium verum).









Con unas flores de las más guapas de Asturias, la aguileña (Aquilegia vulgaris) nos engaña, no nos olvidemos de su toxicidad.









Ya en pleno valle, el río resuena en todas partes, y el paisaje de la braña da paso al de las vegas, igual de excitante para la vista y para el espíritu de cualquier asturiano con un mínimo de sensibilidad.

En un palomar, una paloma doméstica de competición (Columba livia), un bellezón fruto del trabajo de cruce genético de varias generaciones de columbicultores.

















Todavía se respeta la ayuda al agricultor que ofrecen los pájaros insectívoros como la golondrina común (Hirundo rustica), y se les permite anidar en las casas.











En estos pueblos, una de las víctimas fáciles de los abundantes gatonos, es el topo ibérico (Talpa occidentalis). Aunque el bien alimentado gato sólo lo mata para jugar, en cuanto bajen las luces, otros animales más hambrientos se llevarán y darán buena cuenta del cadáver.








La Torre de Villanueva, con más de 5 siglos de historia, nos recuerda la importancia y pujanza económica que tenía este concejo en la baja edad media, y además, que nos acercamos a la capital.









Ya sólo nos queda apuntar las casi urbanas especies del fin de la ruta, como el estornino negro (Sturnus vulgaris), con ceba de ricas lombrices...










..o la francamente hogareña lavandera blanca (Motacilla alba).