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domingo, 20 de enero de 2019

Cercetas comunes por el Cierrón

Cercetas comunes (Anas crecca), varias docenas, pude ver en navidades por el Cierrón, en la ría de Villaviciosa.











Y poco más, la verdad es que estas pasadas navidades de anticiclón en Asturias fueron un desastres para los pajareros.










Lo único reseñable en las charcas artificiales del Cierrón fueron estas cercetas, que al menos daban colorido.








De patos, aparte de algunos (pocos) azulones, una docena de cucharas europeos (Anas clypeata).











De limícolas, normalmente abundantes por estas fechas, casi nada, algún alejado archibebe claro (Tringa nebularia)...











...y solitarias avefrías (Vanellus vanellus).













Garzas reales (Ardea cinerea)...














...un osado rascón europeo (Rallus aquaticus)...












...y los pajarinos de siempre, bisbita pratense (Anthus pratensis)...













...y tarabilla común (Saxicola rubicola).












Paré también en La Espuncia y en Misiego, mejor no contar: no había nada, qué panorama tan triste. Menos mal que al menos nos queda un buen paisaje, creo que la naturaleza en Asturias va camino de esto: bonitos paisajes. Vacíos.

domingo, 2 de julio de 2017

Misiego entre la bruma

A mediados de la primavera la Ensenada de Misiego tenía este aspecto fantasmal, con la marea baja dejando al descubierto el verdor de sus fondos y con la bruma marina entrando desde la Bocana.

A una lado de la ría, mirando hacia El Puntal, hacía Sol y calor...
...pero un momento después, desde Rodiles una bruma fría y espesa hacía retroceder a todos los paseantes de aquel día, dejando la playa de Misiego en la penumbra a mediodía.

viernes, 21 de diciembre de 2012

El águila pescadora y las cornejas: acoso total

Siempre me llamó la atención la desproporción entre el tamaño de los córvidos y el de las aves de presa a las que acosan. He visto a urracas y cornejas agobiar a cárabos, a busardos ratoneros y a halcones peregrinos, y llegué a ver a un águila real desesperada por quitarse de encima a las inofensivas en comparación chovas piquigualdas.
Yo creo que es una mezcla de descaro y de mucha inteligencia.

Hace unas semanas, desde la playa de Misiego, volví a observar a Ben, el águila pescadora (Pandion haliaetus) de la ría de Villaviciosa, pescar un pez de un tamaño más que considerable.







Lo descabezó, y poco más le duró la tranquilidad.











Porque enseguida llegaron un par de cornejas negras (Corvus corone) a intentar ganarse el sustento, moviendo varias veces al águila de sitio, intentando que soltase el pescado.







Tenéis que perdonar la escasa calidad de las fotos, pero están hechas con el telescopio a larga distancia, en la isla del Bornizal.
Lo que intento mostrar está claro: las 2 cornejas se turnaban para distraer al águila pescadora y que fuese soltando trocitos del pescado en la arena aprovechando los descuidos que causaba su nerviosismo.






El plan funcionaba a las mil maravillas, ya que pasaban muy cerca de la cabeza del águila, y le obligaban a soltar el trozo de carne que ya tenía preparado en el pico.









Finalmente se marchó, la situación duró bastantes minutos, y  tras unos instantes de descanso, y aunque en aquel momento las cornejas no fueron directamente a por las migajas, creo que no tardarían en volver a por su pequeño botín.

Muy inteligentes, y eran irritantes al 100%.










En el Bornizal, además, los vecinos habituales: una garza real (Ardea cinerea), a la que se unirían otras tantas, más un grupo de cormoranes grandes y garcetas comunes, pescando comunalmente, lo suficientemente rápido como para anular a la capacidad digiscopera de mi telescopio.









Y muy cerca, un chorlito gris (Pluvialis squatarola).











Y uno de los muchos zarapitos reales (Numenius arquata) que pude ver aquel día por la ría.

miércoles, 14 de marzo de 2012

En Misiego hay mucho más que rascones

Lo dicho. El sábado hacía un día como de encargo y nos fuimos a pasear, al ritmo lento que me dejaba el pie, hasta Rodiles.
Es un paseo llano, sencillo, y lleno de alicientes.

Ya en la salida, en el aparcamiento, el panorama, sobre todo cuando hay marea baja, es arrebatador, con esa barca que siempre da colorido a las fotos, sobre todo cuando hace Sol y mucha luz y se puede saturar a gusto el color.
Entre este aparcamiento y la isla del Bornizal casi siempre hay limícolas, la pena es que normalmente los observo con telescopio, y ahora "solo" iba cargado con los prismáticos y el teleobjetivo, así que tenéis que perdonar unas fotos por debajo de la calidad necesaria.
Por ejemplo, aquí estaban un par de zarapitos reales (Numenius arquata).



Vamos caminando en paralelo a la carretera, nos desviamos a la izquierda (al Este), y ya entramos a una cómoda pasarela, entre retazos de plantas halófilas y psamófilas y un grupo de infraviviendas sobre las que lo mejor que se puede decir es que aquí no pintan nada, pero en fin...la panorámica que os presento es un lujo para la vista, y abarca toda la ensenada en marea baja.
A la derecha, la charca de los rascones, y a izquierda, un buen grupo de correlimos comunes (Calidris alpina), acompañados de algunos chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula).









Después ya casi llegamos al ecuador de la ruta, y vemos frente a nosotros el antiguo canal de la ría, hoy gozosamente derribado, lo que permite el intercambio entre agua dulce y salada hacia una amplia superficie coincidiendo con las mareas, una situación que a muchos como yo nos gustaría que se extendiese al resto de los porreos de la ría, pero por ahora parece que es ciencia-ficción.





A las aves les encantaría, como a este chorlito gris (Pluvialis squatarola).

A muchos se les olvida que este ría es reserva natural, que tiene la máxima calificación internacional como refugio para las aves y un largo etcétera.

Yo tengo la sensación que casi todas las actuaciones en este espacio natural, o bien son neutras, o directamente, atentan contra las aves, pero es una humilde opinión.





Ya hemos bordeado toda la playa, y la vista que tenemos hacia el Norte abarca gran parte de la ensenada de Misiego. Esta fotografía puede transmitir mucha tranquilidad, y de hecho, fue una mañana tranquila, pero a espaldas de la foto hay un camping y varios negocios de hostelería que en temporada alta acaparan todas las molestias que transforman una zona potencialmente apta para la reproducción de valiosas especies, en un remedo del far west, con turistas incontrolados, lanchas motoras a toda pastilla de un lado a otro, y un montón de descerebrados sin control ninguno. Alguien pensará que una anarquía, pero la anarquía, como concepto político, se refiere a quienes (hasta ahora en vano) dicen que no necesitan a nadie que les ordene, porque son ellos los que se responsabilizan de sus acciones, y en este caso concreto, nadie se responsabiliza de nada, y la guardería del parque aparentemente, desaparece. Lástima.
Los archibebes claros (Tringa nebularia) se lo agradecerían.

Uno podría quedarse horas viendo sus carreras mientras persiguen alevines.














Y, finalmente, doblamos por la pasarela, ya estamos caminando, rumbo Norte, por la propia escollera de la ría, dejamos, en la otra orilla, el Puntal, otra zona "caliente" en verano, a la que yo ni me asomo hasta octubre, porque me da mucha lástima.





La marea era de las más bajas del año, y en los bancos de arena que normalmente quedan bajo la bocana de la ría, un par de archibebes oscuros (Tringa erythropus) quedan demasiado lejanos para disfrutar su elegancia.







Y al final, llegamos a la desembocadura de la ría. Como en el resto, problemas de conservación, y un proyecto de dragado que en sí mismo ya sería un destrozo para el ecosistema, pero que no es nada comparado con lo que traerían cientos de embarcaciones de gran calado surcando (y encallando) la ría. Como veis, tengo un concepto muuuuy pesimista de la conservación de este espacio, que presenta todo un catálogo de aberraciones.

martes, 13 de marzo de 2012

Los rascones "de Miguel"

El sábado tenía ganas de ventilarme un poco, a mí y a la familia que los pobres estaban ya podres de verme en bata por casa, así que decidimos hacer la senda accesible que va desde Misiego a la playa de Rodiles.
Es una senda con tablas de madera, lisa y llana, perfecta para mi pie renqueante, además daban muy buen día y me apetecía sacar paisajes en la cámara.
Bueno, eso lo dejo para otro día, porque la mañana fue preciosa y merece una entrada propia.

Ahora voy a hablaros de los rascones (Rallus aquaticus), especie que había oído mil veces pero que nunca he visto, y siempre le tuve unas ganas...

Bueno, pues el amigo Miguel pilla fenomenal a unos rascones que se encuentran muy cercanos a esta senda, ya le había expresado la envidia que le tenía por verlos tan hermosos cuando a mí se me resistían...hasta este sábado, porque siguiendo sus indicaciones los encontré.








Juro que solo eché un vistazo rápido por si sonaba la flauta, porque hacía calor, eran las 12 y pico, no dejaban de pasar personas y perros, mi chiquillo (como siempre) iba dando voces, y yo, con el swing que me marco cojeando tenía un aspecto como de muñeca monster high colocada de orujo y sin peinar.
Pero contra todo pronóstico apareció uno, un poco lejano, y yo con el objetivo gran angular puesto en la cámara...fueron todo nervios y cagamentos, al final le eché unas fotos horribles y me dio tiempo a observarlo unos segundos a prismáticos.
¡Y yo ya era feliz!

Hasta que oigo un ruido a mi izquierda, como a 5 metros de mí, y veo al otro rascón, tan tranquilo, enfrente mío, y sin inmutarse. Casi me caigo de culo del susto, le metí un rafagazo a la 40 D que ni los fusilamientos del 2 de mayo.
Bajo "el arma", y allí sigue...








Y de hecho, allí siguió. Estuve 5 minutos echando fotos y observándolo sin falta ni de prismáticos, una de las cosas más raras que me hayan pasado con las aves, porque un bicho tan cauteloso y retraído para nada me esperaba que me diese esta oportunidad.







Inolvidable, y todo gracias a Miguel, sin sus descripciones, yo nunca me hubiese parado a atisbar entre la vegetación, y me los hubiese perdido. A partir de ahora para mí esta charca es la charca de los rascones.

Pude disfrutar no solo de un ave esquiva, también pude observar su comportamiento, sus movimientos rápidos y nerviosos, el picoteo incesante en busca de comida.









Realmente a veces te conformas con observar un segundo a un ave que no conocías, y te vas muy contento con el bicho en la cabeza. pero esto era algo más, creo que la combinación era perfecta...¡si hasta la luz para las fotos era estupenda!





Cuando me marché, porque no quería hacer esperar a la familia, allí seguía (el otro ejemplar estaba igualmente al descubierto, pero al fondo del regato, más lejos), y no se asustaba, estaba claro.

Y a la vuelta de la excursión, allí estaban de nuevo...increíble.

Pues nada, lo bueno de estos pequeños milagros es poder contarlos, y este así os lo cuento.

jueves, 17 de noviembre de 2011

9 gaviotas cabecinegras y 123.750 cangrejos en la bocana de la ría de Villaviciosa

El sábado, para acabar el recorrido por la ría de Villaviciosa, acabé en Rodiles: no encontré nada reseñable, salvo unos surferos, que a lo lejos, pensé que eran negrones: tengo que revisar la vista urgentemente.

Como milagrosamente tenía tiempo, seguí caminando por el paseo del canal de la ría, en dirección a Misiego, más que nada con la intención de probar mi nuevo objetivo 24-70mm, que no me decepcionó.

Pasaron rápidamente 9 gaviotas cabecinegras (Larus melanocephalus), adultas y de 2º invierno.







No eran muchas, pero sí el grupo más grande que veo este otoño, que está siendo escaso en esta preciosa gaviota.










Mientras seguía el vuelo, empezó a sonar un ruido extraño, un chisporroteo que los que hemos sufrido un cortocircuito en casa identificamos rápidamente como el de un cable que está ardiendo y quemando su carcasa de plástico.
Miré mi cámara, pues a veces me he dejado el live-view encendido, y se calienta mucho, llegué a pensar en un contacto erróneo con el nuevo objetivo y que acabase prendiendo la cámara, pero acerqué la cámara a la oreja y no era eso. Vale.

Seguí avanzando por el espigón hasta donde se termina y se gira hacia Misiego, y allí, ante mis ojos, pude ver qué era lo que tanto ruido ambiente causaba: una marea inmensa de cangrejos corredores "sapas" (Pachygrapsus marmoratus). Tremendo.






He sido cazador de estos cangrejos desde la más tierna infancia, y conozco pocos pasatiempos que me gusten más que ir a sacarlos de las rocas con mi hijo y sobrinos. Los he cogido (siempre por supuesto los soltamos) desde el tamaño de una uña hasta tan anchos como mi mano abierta, pero nunca, nunca, había visto tantos.



Seguí todo el espigón, por su margen derecha, hasta el mar: miles. Si os queréis entretener, podéis contar los que se ven en las fotos, solo tenéis que ampliarlas y alucinar.








¿Cuántos? Pues, imposible saber, pero como juego matemático, a ojo de buen cubero, en un metro cuadrado conté 25 x 3 metros hacia arriba de escollera x 1.650 metros lineales de muro, eso son los 123.750 cangrejos del título, solo de este lado de la canal.






¡Impresionante!











Como ahora todo se mide en campos de fútbol, unos 275.000 por hectárea = campo de fútbol.










A 10 gramos de cangrejo (tirando muy por lo bajo), 2,7 toneladas, o un camión pequeño...










Habrá quien diga que hay que dragar la ría, y que dejar que se inunden los porreos es una idea idiota de 4 ecologistas...a mí me parece, viendo cosas como estas, que los peces (que se comen los cangrejos) y los pescadores; y las aves (que también se los comen) y los potenciales miles de turistas ornitológicos (y quienes los hospedasen a cambio de dinero) saldrían muy beneficiados .





Pero solo es mi opinión.