Hoy, esta vez de camino a Oviedo, volví (al final de la mañana) a disfrutar de la maravilla de la nieve en cotas bajas, del sonido de los pies en la nieve y del silencio del paisaje nevado, sin moverme de mi lugar de trabajo.
Pero también sufrí la incomodidad física de permanecer 2 horas y media en el coche para recorrer 30 kilómetros de autovía, y sobre todo, la incomodidad psicológica de ver cómo a estas alturas de siglo una vía de alta capacidad se colapsa con menos de 3 centímetros de nieve.
Seguimos en el 3er Mundo, pero los gestores que hacen que estas cosas siempre salgan mal y de manera chapucera e improvisada siguen cobrando sus sueldos de 1er Mundo, y creyendo que lo hacen bien.
Caminamos hacia la excelencia