

Y esa distribución de colores, rojo, negro y amarillo indica bien a las claras que no pretenden pasar desapercibidas.

Aunque son grandes cazadoras de otros insectos, con las que alimentan a sus crías, son muy pacíficas, mucho más que las abejas domésticas y no digamos que las avispas, y tolera acercamientos extremos, como en estas fotos, sin que demuestre sentirse agobiada.

Por desgracia aún es muy perseguida, y eliminados sus nidos, por creerse peligrosa y dañina, cuando en realidad, por su alimentación, colabora a limpiar de insectos el área alrededor de sus nidos, como bien saben en países de Centroeuropa en los que se favorecen en los cultivos y granjas con nidos artificiales y depósitos azucarados su crianza y alimentación como un insecticida ecológico y gratuito. Por desgracia en Asturias aún nos queda mucho por aprender de nuestros vecinos del Norte, y no solo en cuanto al manejo de las avispas.