
Había visto jugar a urracas, cornejas, cuervos y a gaviotas varias (un día os contaré la de la gaviota bombardero...) pero no a los cormoranes.
En Zeluán, hace unos días, me sorprendió ver a un cormorán grande (Phalacrocorax carbo) con una actividad frenética, que al principio pensé que sería por no poder tragarse una presa muy grande, una anguila, pensé.

Así unas cuantas veces.

Teniendo en cuenta el factor de aprendizaje que todo juego lleva implícito, y lo dificultoso y acrobático que les resulta a los cormoranes tragarse los a veces enormes y escurridizos peces de los que dependen, es perfectamente plausible que este "juego" sea fundamental como entrenamiento para su modo de vida.