

Fuimos parando alrededor del río Cubilar, buscando los mejores puntos de observación, aunque las grullas siempre se colocan muy lejos y el telescopio es indispensable.

La cantidad de bellotas de encina y alcornoque, en el mes de diciembre era tremenda, y de ello se aprovechan las grullas.

Muchos centenares de grullas que se oían alto y claro desde nuestra posición.


...y un macho.

Además, un macho de aguilucho lagunero occidental (Circus aeroginosus).

Alguna avefría (Vanellus vanellus).

En los cañaverales lejanos, un buen bando de gorriones morunos (Passer hispanoliensis).

Y trigueros (Miliaria calandra).

Ya cayendo el sol, empezó el nerviosismo y el despegue de las grullas.
Pocas quedaron ya en las dehesas.




Ya sin luz el espectáculo fue para recordar muchos años, con el cielo lleno de grullas mirases donde mirases.

Algunas pasaban al lado del observatorio.

Un observatorio muy bien aprovechado.

De noche cerrada, daba pena marchar, aunque ya no se veía nada, se escuchaban miles de grullas que veríamos al despertar al día siguiente.