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domingo, 31 de marzo de 2019

Humedales que prosperan y otros que se mueren

Como en la vida, empecemos por las malas noticias: el Humedal de Alfredo Noval, en Gijón, se muere. Ya estaba en estado crítico, pero este invierno de escasa precipitación, ha terminado de colmatar, y ni siquiera ya se puede denominar humedal. Este es su lamentable estado.










Si lo comparamos con su estado original, el de esta foto, cuando los aficionados a la ornitología simplemente alucinábamos con todo lo que allí veíamos, la sensación de tristeza es muy grande. Desde que la riada de 2010 (que este modesto humedal contribuyó a que no arrasase Gijón, como sí sucedió en otras partes de Asturias) llenó el humedal de sedimentos, no se ha hecho nada para atajar el problema, y ahora es una aliseda más que un humedal.






Esta aliseda puede ser buena para otro tipo de aves, como esta hembra de pico picapinos (Dendrocopos major) captada a unos metros del lugar  pero dudo que vuelvan las aves acuáticas.










Ahora las buenas noticias: la Charca del Pueblo de Asturias sí que está captando buenas cantidades de avifauna, especialmente en invierno.















Salvo en verano, no es un lugar muy visitado por el público, y ha conservado bien su lámina de agua y diversificado su vegetación, por lo que pude ver este invierno buenos números de anátidas, especialmente interesantes los cucharas europeos (Anas clypeata).



Además de cucharas, también varias decenas de ánades azulones (Anas platyrynchos), fochas comunes o gallinetas comunes (Gallinula chloropus).









Lo dicho: no sobran humedales en Asturias, y es triste que se pierdan algunos. Queda el consuelo del mantenimiento de otros, pero sin duda deberíamos cuidar más de estos elementos tan importantes para la avifauna.

lunes, 7 de octubre de 2013

Un espacio natural echado a perder: Charca de D. Alfredo Noval

Empezó la Charca de D. Alfredo Noval siendo un proyecto realmente ilusionante, que nos reunía a los ornitólogos gijoneses, cada vez más sorprendidos del recibimiento que le hacían las aves a este espacio natural, un poco improvisado, pero que lo tenía todo para ser casi perfecto: su localización, al lado del río Piles, y de camino a la costa gijonesa, y a un minuto de vuelo del parque Isabel, su cobertura de vegetación, variada, con partes con espadañas, partes con carrizo, partes con aliso, y partes con vegetación sumergida, las diferentes profundidades que permitían el acceso al alimento a las más variadas aves...una maravilla por la que pasaban al año hasta 115 especies de aves y más de 15 de odonatos. Así era de guapa esta maravilla.

En la colina desde la que está hecha esta foto, resultado del vaciamiento de la explanada, se iban a colocar bancos y un área recreativa para los paseantes, y a lo largo del perímetro de la charca, observatorios para la fauna, había un montón de proyectos.

Pero llegaron 2 cosas a la vez: lo 1º, una riada, en junio de 2.010, que arrasó media Asturias excepto Gijón, y esto fue gracias a esta laguna, que hizo de aliviadero natural en aquel momento. Nadie lo agradeció.
Muy al contrario, no se retiraron las miles de toneladas de sedimento que quedaron en la charca, y que taparon la mayoría de la vegetación acuática, y que homogeneizó la profundidad a poco menos de un palmo de agua.
Ya no había tanta variedad de aves, y la cantidad también se resintió.
Lo 2º, que fue lo peor, fue la crisis: de dinero y de ideas. Se aparcaron todos los proyectos para la laguna, y a día de hoy sigue siendo un espacio desconocido para los gijoneses, los caminos están llenos de maleza, intransitables, la señalización y la mesa de observación que se puso en su cabecera ya solo dan vistas a una maraña de arbustos, y la colina que iba a ser un excelente punto de descanso para las familias ahora es un terreno agreste y duro para la vista.
Todo esto se lo conté personalmente a la Sra. Consejera del ramo en su despacho, le entregué un dossier donde se explicaban problemas y soluciones para volver a poner en valor un proyecto que fue caro y que se pagó de nuestros impuestos, y se estaba echando a perder, algunas tan sencillas como dejar entrar más agua a la charca en invierno para que se volviese a encharcar y muriesen las plantas oportunistas que habían desecado sus superficie, pero Dña. Fina hizo lo mismo que casi todos los cargos políticos que he tenido la desgracia de conocer: ni una mala palabra, ni un buen gesto, reconoció que ni siquiera conocía la existencia de este espacio natural ¿¡?! y me despachó en un pispas.
Hace poco volví a pasarme por allí, y todo era desolación y cutrerío, lo podéis comprobar en esta foto, y compararla con la anterior: el cambio ha sido rápido, y a mucho peor.

Como podéis ver, han desaparecido la superficie inundable, que no cubre ni un palmo, y la vegetación acuática asociada, los alisos han crecido incontroladamente al desecarse el substrato, y la vegetación arbustiva está tan alta que ni es transitable para la fauna, ni visible para el público desde las orillas.
Un desastre, para el que no hay excusa: el diseño original era perfecto, se ejecutó muy bien, pero había que mantenerlo también, y tenerlo previsto, en mano de obra y en gasto corriente, si no, es pura idiotez: nadie inaugura una obra pública si no es para que dure y perdure su función, todo lo demás es desidia.
Esta charca en su día salvó a Gijón de daños millonarios por la inundación, pocos lo comprenden, pero cuando vuelvan a caer las lluvias, esta charca ya no estará en condiciones de volver a hacerlo, y entonces lo lamentaremos, en costes económicos y quizás en vidas humanas.

En todo caso, lo que más me fastidia es que en su momento pedimos, desde el grupo MAVEA, protección y un poco de seriedad hacia este espacio, y se nos advirtió que desde la Consejería se daban con un canto en los dientes si conseguían malamente mantener los espacios ya declarados, y que no había ninguna intención de declarar o proteger espacios nuevos, y efectivamente, es lo que (mal) hicieron, porque esta laguna pasó de su nacimiento a su muerte en menos de una década, cuando si se hubiese hecho "algo" (lo que sea) por ella, estaríamos hablando de una de las mejores, sino la mejor, zona húmeda interior de Asturias.

Pues nada, dediquémonos a sobrevivir, que es lo que hacía esta hembra de Sympetrum fonscolombii, el único ser vivo medianamente interesante que vi en mi última visita.  Lo que queda de un sueño que duró bien poco.

Un brindis por el paraíso natural y sus defensores, como decían en su última y supongo millonaria campaña.




Defendámomos de los defensores. Ya mismo.