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jueves, 11 de septiembre de 2014

Por la Bahía de Cádiz (X): Salinas de Dolores (II)

Seguimos por las Salinas de Dolores hablando de limícolas, la más abundante, muchas decenas, quizás por encima del centenar, las cigüeñuelas (Himantopus himantopus).
















En algunos de los esteros, por decenas.














Y ejemplares, principalmente en parejas, volando a través de todo el intrincado mapa de las esclusas, hacia un lado...









...y a l otro. En cuanto te veían, emitían la alarma correspondiente y te seguían un buen rato.













Sus parientes cercanas, las avocetas (Recurvirrostra avossetta), menos abundantes, y lejanas.









El resto de limis, muy repartidos por la bahía, por desgracia muy lejanos, los más guapos, los correlimos zarapitines (Calidris ferruginea), por decenas, en paso.











Parecidos números de correlimos comunes (Calidris alpina).

















Bastantes ejemplares, sin fotos, de archibebes comunes (Tringa totanus) y agujas (Limosa sp), y algún archibebe claro (Tringa nebularia) suelto.








Zarapitos trinadores (Numenius phaeopus), también ejemplares sueltos, de paso.












Y chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), el recuento se acercó mucho al centenar.












De paseriformes, en un ambiente tan duro, muy pocos, apenas algunas oportunistas urracas (Pica pica) en el observatorio.










Y unas cuantas lavanderas boyeras (Motacilla flava).











En definitiva, un lugar estupendo para ver aves, aunque la próxima vez llevaré el telescopio, aunque pille la gran sudada.

martes, 9 de septiembre de 2014

Por la Bahía de Cádiz (IX): Salinas de Dolores (I)

Me acerqué a las Salinas de Dolores de nuevo buscando cercanía con las aves, y de nuevo estuvieron muy distantes, pero sin duda el espectáculo que me ofrecieron mereció la pena.








Las Salinas de Dolores, que no tienen por cierto una manera fácil de llegar, están situadas en plena Bahía de Cádiz, y son un espacio natural enormemente amplio, ya que la interacción con la marea deja una superficie muy extensa.

Siempre con Cádiz-ciudad al fondo al Oeste.











Se trata de una ruta muy fácil de hacer, bastante larga, y con unos buenos caminos.




Su posición en el centro de la Bahía de Cádiz hace que la perspectiva sea tan grande que por desgracia la mayoría de las aves estén a larga distancia.













Sin duda fue el espacio natural que me resultó más atractivo en estas vacaciones.
















Y mucho tuvo que ver la gran cantidad de espátulas (Platalea leucorodia) que pude disfrutar.









Al principio lejanas en los fangos de la bahía.





Se levantaban, volaban y se volvían a posar.










Llenaban el cielo de blanco, y durante la mañana varios bandos distintos llegaban, se alimentaban y seguían, siempre por el mismo corredor, en dirección Sur.




Una maravilla, cerca de 2 centenares de espátulas, nunca había visto tantas.






















Imposible verlas más de cerca, aunque una se acercó lo suficiente como para leer las anillas que portaba, están en ello desde el grupo de estudio de la espátula en Holanda.











De otras zancudas, mucha variedad, con algunos ejemplares aislados de flamenco (Phoenicopterus rosseus).

Por desgracia, también lejanos, los vi mucho más de cerca en las salinas cercanas al Puerto de Santa María...¡desde la auotpista!








Muchas garzas reales (Ardea cinerea), y alguna garceta común (Egretta garzetta) acompañando al resto de aves.











No faltó alguna garcilla bueyera (Bubulcus ibis), entre los esteros de las salinas.













Y algunas cigüeñas comunes (Ciconia ciconia), alimentándose en los ricos fondos de la bahía.







Las gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) que la acompañaban en la foto, muy abundantes por todas partes.













No tanto las gaviotas patiamarillas (Larus michahellis). Aprovechaban los escasos posaderos.













De charranes, un paso escaso de charranes patinegros (Sterna sandvicensis).
















Y presencia continua de los locales charrancitos (Sternula albifrons).









Que crían en los alrededores.












Un buen hábitat a pesar de la dureza del paisaje y la presencia de la sal en todas partes, sigo el próximo día con los limícolas y demás.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Por la Bahía de Cádiz (VIII): Salinas de Carboneros (II): Aves.

Como os decía este paseo ornitológico resultó decepcionante por la espesa niebla, y también por la lejanía  ala que tenía las aves, que no me dejaron hacerles buenas observaciones y fotos.

Ya a la entrada, custodiando el pinar, la inconfundible silueta del papamoscas gris (Muscicapa striata).

















En las escasas zonas con sotobosque, bandadas muy esquivas de cogujadas comunes (Galerida cristata). La foto es un desastre pero el detalle de la cola sirve bastante para identificarla.










El único paseriforme que se aventuraba en las propias salinas era la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephalus), creo que en este caso un juvenil.










En las zonas con agua más dulce, la lavandera boyera (Motacilla flava) se daba un festín de insectos.











Pero el principal atractivo, los limícolas, en grandes bandos, como estos chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula).












Grandes bandos mixtos de decenas de correlimos comunes (Calidris alpina) y de correlimos zarapitines (Calidris ferruginea).











Algo más abundantes los correlimos comunes...













...que los zarapitines, pero sin duda menos vistosos.









Varios vuelvepiedras (Arenaria interpres) sueltos.











Igual que los zarapitos trinadores (Numenius phaeopus) y archibebes claros (Tringa nebularia).





Y algunas parejas de cigüeñuelas (Himantopus himantopus).



Lástima de la enorme lejanía, que me impedía ver las aves cerca. Otras pasaban ellas por encima mío, como las gaviotas patiamarillas (Larus michahellis).








Las gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), bastante abundantes.








Unas solitarias garza real (Ardea cinerea)...














...y garceta común (Egretta gerzetta).
También vi charranes comunes, charrancitos, agujas colinegras y colipintas, andarríos chicos, ánades azulones...aunque las condiciones no eran las mejores, mereció la pena.











Y en temporada alta, en invierno, tiene que ser una gozada, tal y como adelanta el cartel informativo.