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miércoles, 3 de febrero de 2021

Puertos de Marabio

 Aprovechamos el frío de las navidades para caminar en familia por territorio nevado de montaña antes de que (como así sucedió) nos encerrasen, y elegimos en esta ocasión las muy conocidas tierras de los Puertos de Marabio, a medio camino entre Teverga y Yernes y Tameza, aunque en esta ocasión nos limitamos a Teverga.

Es este un terreno de media montaña, paisaje protegido, y muy agradable de caminar, ya que ninguna de sus cumbres es complicada: Caldoveiro, Santa Ana, Lobiu, Sala...montañas ya muy conocidas en la familia.






La ermita de Santa Ana marca el inicio de los pastizales, después de una subida muy dura por la relativamente reciente carretera desde Prado, en Teverga.







Desde aquí se abre una gran balconada hacia Teverga, con grandiosas vistas sobre el Macizo de Ubiña y el Cordal de Sobia.


Un paseo, siempre sencillo, por aquí, merece la pena en cualquier estación, pero en invierno especialmente.

Creo que lo mismo opinaban las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus).

martes, 21 de abril de 2015

Por los Puertos de Marabio (y IV): Otras aves.

No solo había córvidos. También, no muchas, rapaces, lo más molón una pareja de alimoches (Neophron percnopterus). Espero que críen mucho y bien.
















Pasaron intermitente buitres leonados (Gyps fulvus), supongo que buscando rica carroña.












Un busardo ratonero (Buteo buteo) patrulló altísimo sobre nosotros.











De páxaros, menos de lo esperado, aunque normal por ser una zona relativamente baja, aunque daba cobijo a unas cuantas collalbas grises (Oenanthe oenanthe libanotica).











Aparte de estas collalbas, vimos, pero imposible fotografiarlos escribanos montesinos y cerillos en abundancia.

lunes, 20 de abril de 2015

Por los Puertos de Marabio (III): Festín de cuervos.

Parafraseo la Saga de Juego de Tronos porque tuvimos la suerte de disfrutar de todo un espectáculo inolvidable con las evoluciones de las 3 especies de córvidos que se enseñorean por las cumbres de los puertos de Marabio.
Lógico, cuando la Peña que estaba a nuestro lado se llamaba "del Cuervo", los paisanos no son tontos cuando nombran su territorio.





La especie menos abundante en nuestro paso por la Padiella fue la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), inconfundible con ese pico y las digitaciones de las alas.










No paró en todo momento de sabotear las exhibiciones de vuelo de sus primas, cruzándose peligrosamente en sus picados.











Las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), en grupitos y muy voceras, esperaban que nos marchásemos de la cima para comerse los trozos de pan que sabía por experiencia que las iba a hacer (como yo deseaba) fijadas a nuestra montaña, volando en increíbles escorzos.










Más ligeras y menos potentes que sus compañeras, pero las más traviesas, acosando a los grandes cuervos que las doblaban en tamaño.









Pero sin duda, el espectáculo que se nos quedó grabado en la retina fue el de los cuervos (Corvus corax), evolucionando frente a nosotros en uno de los mejores festivales de vuelo que haya visto en mi vida.










Ya desde que los vi en la cima sabía que íbamos a tener la suerte de asistir a un baile aéreo en toda regla, y así fue.











Los 3 ejemplares iban patrullando todo su escenario, y cuando quedaba vacío de interferencias empezaban.











Desde gran altura caían en picado haciendo un ruido tremendo en medio del silencio de la montaña, que era absoluto.











Las piruetas que hacían de uno en uno eran pura imaginación.












Dominaban cada pluma y cada corriente de aire y era una sensación epatante el ver a este paseriforme gigante girar con la ligereza de un pajarillo.








El asistir a este espectáculo con un decorado tan espectacular también ayudaba a disfrutar cada segundo.














Estoy seguro que eran perfectamente conscientes de estar siendo observados, son animales muy inteligentes y sospecho que con una capacidad muy superior a la que somos capaces de entender.

Una maravilla, la verdad.










sábado, 18 de abril de 2015

Por los Puertos de Marabio (II): En la cumbre.

Buf, qué vistas. para lo fácil que es esta montaña, las imágenes que se ven desde la Padiella son como para quedarse un buen rato.
Ya veis la cima, y enfrente, la Sobia, un paredón que todos los amantes de la montaña asturiana amamos como a un tótem calizo.


















Y justo a la derecha, si tiramos de teleobjetivo, las inmensas moles de Los Fontanes y Peña Ubiña, las cumbres más altas de Asturias si exceptuamos Picos de Europa.

Y es que, al oeste, disfrutamos de casi todas las montañas de Somiedo y el tramo de Teverga de la Cordillera Cantábrica.

Al Este otras maravillas, principalmente, la Sierra del Aramo y sus sierras satélites de Tene, Caranga y los valles asociados a ellas.

Destacan las cimas más altas del Aramo: El antenado Gamoniteiru...











...y en el lado opuesto del Aramo, La Gamonal.











Un poco detrás, la todavía gran nevada presente en el pico Torres, Puerto de San Isidro.










Y finalmente, como contrapunto, mi "querido" HUCA.












viernes, 17 de abril de 2015

Por los Puertos de Marabio (I): La ruta.

Este finde volví a la montaña, de donde nunca debí salir, pero la vida a veces te lleva por caminos que te alejan de tu hábitat natural.
En concreto volvimos a mis queridísimos puertos de Marabio, una zona de media montaña entre los concejos de Yernes y Tameza y Teverga.
A hecer la ruta entre la Ermita de Santa Ana y la Padiella, o Peña Sala, según la terminología local o la oficial.



Ruta facilona y que en menos de hora y media de ascensión te planta en una balconada difícilmente superable en cuanto a vistas y tranquilidad.










Salimos desde la tranquila Ermita de Santa Ana, en la zona sur de los Puertos de Marabio, teníamos nuestro objetivo (la montaña más a la derecha de la foto) a la vista.

Primero debíamos rodear la peña del Cuervo, e introducirnos por un pequeño valle escondido que ya era una antesala de las maravillosas vistas que nos esperaban. Desde aquí veíamos a placer los redondos y fáciles, ya ascendidos hace años, picos Caldoveiru y L'Obiu.


A sus pies, los famosos y protegidos (en teoría) Puertos de Marabio, una gozosa sucesión de hondonadas kársticas, donde el paisaje calizo hace de las suyas en un pequeño caos de sumideros, dolinas, jous y pequeñas cumbres.



Y si es un milagro para la paz de espíritu y el disfrute paisajístico, no lo es menos para el ganado, que abunda en estas vegas, ya sea en su forma caprina...









o bovina.












Con el Sol que hacía, y a mediodía, imposible adivinar la riqueza de mamíferos salvajes de este espacio natural, que tuve el placer de ver en directo a otras horas hace muchos años, cuando no llegaba la carretera aquí, pero para el que tenga un poco de vista, no resulta difícil ver los rastros de 2 de las especies más frecuentes y características: el lobo (Canis lupus), el que se come al jabalí (Sus scrofa). había muchos rastros de los dos, en forma de excrementos del primero, ya sea en la versión que os pongo aquí (pelo), como en la versión huesos.

Según subíamos, empezaban las vista a lo grande, especialmente de la zona del Aramo y sus sierras satélites. (Ver en grande)

Pero no fue hasta que coronamos que no llegó el gran regalo de algunas de las mejores vistas de Asturias...eso lo dejo para la próxima entrada.