

Lo primero que nos saludó al amanecer fue una manada que claramente nos observaba desde las alturas.

No es mala manera de desayunar.

Después, ya de excursión coronando el Sobre Tambarón, a unos 2.000 msnm, vimos varios grupos familiares, compuestos fundamentalmente por hembras con cabritos.

Una gozada seguir sus piruetas por la caliza del Macizo de Ubiña.

Las madres seguían muy pendientes a sus crías.


Se movían con una agilidad extrordinaria, lo que a nosotros nos demoraba muchos minutos ellos lo bajaban a la carrera en segundos.

Sorprendentemente, al volver a donde teníamos los pertrechos, en el fondo de la vega, nos salió otro ejemplar, atravesando el terreno a la carrera en cuanto nos vio.