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martes, 4 de febrero de 2020

Con MAVEA a las Villuercas (II): Guadalupe.

La casualidad hizo que coincidiese nuestra llegada para pernoctar en Guadalupe con el encendido de luces de navidad, todo un espectáculo que congregó a cientos de personas y que nos dejó un poco descolocados, ya que esperábamos tranquilidad total después del largo viaje.








Con todo, hay que decir que el espectáculo fue precioso, y que de noche nos animamos a dar un largo paseo ya que Guadalupe lucía increíble.




Guadalupe es



















Ya al día siguiente madrugamos y pudimos ver con más detalle el enorme Real Monasterio de Sª Mª de Guadalupe, dominando todo el lugar.









En sus muros, una gran colonia de avión roquero (Ptyonoprogne rupestris).











Y otro buen montón de estorninos negros (Sturnus unicolor).


















Por dentro de la Iglesia del S. XIV, gótica, pero que presenta decoración barroca, una maravilla con 3 naves rotundas y potentes columnas.















Declarada oficialmente basílica, el retablo del S. XVII impresiona.













El monasterio se amplió sucesivamente y es un auténtico museo, lleno de obras de El Greco, Zurbarán, Goya y un largo etcétera.












Alejándonos del edificio nos damos cuenta de la proporción tan enorme que guarda, todo en este pueblo gravita a su alrededor.













Aunque el patrocinio de Guadalupe llama mucho la atención, hay que reconocer que está muy bien cuidado, y que el turismo ha sabido respetar pero a la vez aprovechar su esencia.











Las calles más céntricas son un hervidero de gente y de turistas, pero muy llevadero.












Ya a las afueras de Guadalupe, las vistas más bonitas.
















Las calles tradicionales, engalanadas de auténticos jardines verticales.


















Pues nos fuimos con ganas de volver en otra ocasión, y nos dirigimos hacia el Pico Villuercas y sus muchas sierras paralelas, que veíamos a simple vista desde el casco urbano...








...y que veríamos mucho más de cerca aquella misma tarde.


miércoles, 13 de noviembre de 2019

Paseo de Penarronda a Serantes: Todas playas deliciosas.

Palabras mayores son las 3 primeras playas, desde el oeste, del concejo de Tapia de Casariego.












Partiendo del aparcamiento en la ermita de San Lorenzo, dejamos al oeste la playa, frontera con Castropol, de Penarronda. Siempre increíble y muy cambiante con la marea, no era nuestro objetivo este día de agosto.





Más al este, la playa de Santa Gadea, casi siempre agradablemente semivacía a pesar de ser, para mi gusto, una de las mejores playas de Asturias.




Con las islas Pantorgas cerrando al oeste la bahía, islas muy bien habitadas de ostreros y cormoranes moñudos, que crían, o más bien diría sobreviven, cada primavera.

Una playa muy tranquila, afortunadamente, rodeada de un entorno rural muy conservado.











Seguimos este paseo y llegamos al núcleo duro de las playas deliciosas en el occidente, la cala de Mixota.

50 años después de los primeros nudistas en esta bendita playa, sigue siendo fuente inagotable de anécdotas, algunas ciertas, entre curas de la comarca, aldeanos no siempre descontentos con la visión de los pecaminosos naturistas y autoridades locales. Lo que no es broma es la gran belleza y paz que se vive abajo en la arena de este paraíso.

Terminamos asomándonos al acantilado para ver cercana la playa hermana de Serantes, y, a lo lejos, Tapia.













Además, en el pueblín de Santa Gadea la abundancia de casas de labor bien conservadas permite la cría de aves de granero, como este juvenil de lavandera blanca (Motacilla alba)...










...o de estos pollos volanderos de estorninos negros (Sturnus unicolor).




lunes, 25 de diciembre de 2017

Arnao-Villadún-Penarronda de pajareo.

Este triángulo siempre fue una zona caliente de pajareo en Asturias, y allí me fui, no encontré nada fuera de lo común, más allá de los chorlitos dorados que ya os puse, pero la densidad de aves fue tremenda y los paisajes que se bordean estoy seguro que curan varias enfermedades.









Ya desde la playa de Arnao buenas cifras de bisbitas pratenses (Anthus pratensis).

Por decenas en algunos puntos, escuché su reclamo todo el camino.













Los cistícolas buitrones (Cisticola juncidis) abundaban también, con menor densidad.













Las cornejas negras (Corvus corone) forman parte también del paisaje vivo.












A mitad de camino, la charca de Arnao, un pequeño oasis para las acuáticas de la zona.

La identifiqué primero erróneamente como charca de Villadún, pero Gilberto Sánchez, ornitólogo local, me aclaró el error.









Saliendo el Sol, y con una rasca importante, había muchos pajarinos alrededor: currucas capirotadas, ruiseñores bastardos, escribanos soteños...los reyezuelos listados (Regulus ignicapilla) se acercaron bastante.













En el agua, media docena de cercetas comunes (Anas crecca).







Una pareja de ánades azulones (Anas platyrynchos).








Y una asustadiza gallineta común (Gallinula chloropus).












Levitando sobre las aguas, una lavandera cascadeña (Motacilla cinerea).










A partir de ahí, el camino discurre hacia Villadún, bonita población llena de fincas con buenas poblaciones de aves, para empezar en el propio pueblo había una veintena de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) acompañando al ganado.







Da gusto ver sitios en los que los gorriones comunes (Passer domesticus) aún se desenvuelven bien.












La combinación de casas antiguas, tierras de labor y ganado hacen milagros para esta especie.













También les encanta este paisaje y paisanaje a los estorninos negros (Sturnus unicolor).












No había casa sin estornino vigilante.






Ya llegando a Penarronda, el paisaje al Sol Naciente está pidiendo un artista que lo pinte, menudos colores.

A pesar de lo placentero de la bajada a la playa, las gaviotas sombrías y patiamarillas (Larus fuscus /michahellis) son las únicas presentes, y sin anillas.




Pues nada, hacemos un 8 y volvemos entre tierras de ballico, maíz y vacas, con un montón de mirlos comunes,  y como más sobresaliente, varias decenas de zorzales comunes (Turdus philomelos), sin rastro todavía, a mediados de noviembre de los alirrojos.











Petirrojos (Erithacus rubecula).











Y muchos fringílidos, verderones comunes, pardillos comunes, y abundantísimos los pinzones vulgares (Fringilla coelebs).











Caminando caminando, llegamos a la vertical de la ría del Eo, un terreno ya más despejado, muy propio para la tarabilla común (Saxicola rubicola).







Siempre por parejas.










Y a la vista ya de la isla Pancha, terminamos una prestosa mañana de paisaje y pajareo.