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miércoles, 28 de agosto de 2013

Caleta del Sebo, Isla Graciosa.

A veces vamos a buscar paraísos muy lejos, y los encontramos cerca.
La principal localidad de La Graciosa es Caleta de(l) Sebo, tiene unos 600 habitantes censados, aislados del mundo en una isla de 29 km2 que es en si misma un estratovolcán apagado.

Tienen comunicación varias veces al día con ferry, un helipuerto para las emergencias, un precioso puerto (el de la foto) por el que reciben absolutamente todo, ya que no tienen agricultura más que la recreativa, ni ganado.

Aparentemente no es muy buena vida, pero poseen un paisaje único e idílico, y en una isla tan pequeña hay infinidad de posibilidades para perderse y estar solo. Hay tiendecitas, lugares perfectos para tomarse una caña, los críos tienen colegio hasta que terminan la ESO, viven, según me contaron algunos habitantes que nos llevaron a conocer la isla, bastante bien, del turismo y de la abundantísima (ver foto) pesca, y al tener el mar literalmente a pie de calle (calles que no existen, ya que no se permite el tráfico rodado), los críos andan libres y pueden pasar su tiempo libre entre playas y volcanes, con sus bicis.

Los lugareños parecían estar de acuerdo con todo esto, y solo torcían el gesto al hablar de lo difícil que era, en un lugar tan reducido, mantener la convivencia cuando siempre estás con la misma gente, a lo largo de tu vida. Quizás con los medios de comunicación modernos, y el internet, resulta todo un poco más fácil para los que buscan evasión.
Personalmente, a mí me pareció un lugar especial y fantástico para crecer y ser niño, un microcosmos que te tiene que marcar para siempre, yo viviría aquí sin problemas.

Nos fuimos de La Graciosa con una melancolía especial que solo sentí en sitios como Venecia, Siena, La Habana...lugares que parecen discurrir en otra dimensión temporal.
Volveremos.

martes, 27 de agosto de 2013

Cruzando El Río: Rumbo a La Graciosa

Uno de los objetivos de este viaje (además de pasarlo pipa, que también), era visitar la isla de La Graciosa, la más pequeña habitada de Canarias, que ya pudimos ver desde el Mirador del Río en una anterior visita a Lanzarote, y me enamoré de ella. Nada me preparaba para las maravillas que íbamos a ver.
Para ello, después de cruzar de punta a punta la isla en una alocada carrera por llegar a tiempo para el 1er ferry, llegamos al pueblo de Orzola, lugar desde el que se enlaza a la isla, bien con 2 empresas diferentes de ferrys, bien en mototaxi, aunque el mar no estaba para tonterías.

Se denomina "El Río" al estrecho que separa las 2 islas, y aunque linealmente es un kilómetro justo en su punto más corto se producen unas corrientes marinas muy potentes que dificultan mucho la navegación, como pudo comprobar parte del pasaje que pasó la 1/2 hora de trayecto apoyando la cabeza en las mesas del barco, no era apto para gente con mareo.




Al poco de salir del puerto ya nos adentramos en El Río, y las vistas hacia Lanzarote se hicieron impresionantes.











Las mayores alturas de Lanzarote están justo en este tramo Norte de la costa, y desde el barco veíamos los míticos Riscos de Famara, parque natural por derecho propio, caer justo encima nuestro.
Cuando doblábamos la Punta Fariones, el oleaje se incrementó, al entrar en la corriente que circunda La Graciosa, y la niebla y la peculiar luz le daba al Cabo un aspecto ciclópeo.








El faro de los Fariones nos indicaba que ya íbamos rumbo oeste, y se divisaba ya La Graciosa al fondo.











Unas cuantas pardelas cenicientas (Calonectris diomedea) nos acompañaron todo el camino.












Alguna permitió ver su diseño alar y aventurar que eran de la raza atlántica (borealis).









Había también alguna gaviota patiamarilla atlántica (Larus michahellis atlantis). La isla de la Graciosa forma parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo, y tiene tal abundancia en procelariformes y otras aves marinas criando en sus acantilados que en cualquier país serio sería parque nacional, aquí...bueno, no sigo...










La 1ª población, Pedro Barba, ya se veía al Este de nuestro destino.








Y finalmente, Caleta del Sebo, la capital oficiosa de la isla, rodeada de volcanes.








Una vez llegados y dejado el ferry, descargamos nuestro equipaje en el puertito de Caleta del Sebo.









Allí empezó a gestarse la maravilla que íbamos a disfrutar en unas horas, mirando hacia el cielo, y hacia Lanzarote, veíamos los Riscos de Famara, la vista bien merecía la pena el viaje.
















Y mirando hacia abajo, en el propio puerto se apreciaban los fondos marinos espectaculares que íbamos a gozar en la playa de las Conchas, nuestro objetivo, en la próxima entrada.