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viernes, 3 de enero de 2020

Los caprichos geológicos de Cobijeru y la Presa

El paseo que conecta Buelna con las playas interiores de Cobijeru y la Presa es uno de los más interesantes que se puede hacer hoy en día en la costa asturiana.







Especialmente si se va con niños, lo complejo del paisaje, y la espectacularidad de cada una de las paradas son un acierto seguro. Se aprende mucha geología, y para los más intrépidos tiene muchos alicientes.







El paseo, que sale de Buelna hacia el este, enseguida se introduce en un camino bien marcado, camino de la costa, y enseguida saltan las sorpresas.







Alrededor del camino empezamos a ver pequeñas cuevas, que recomiendo exploréis con una linterna o mejor aún un frontal. Con mucha precaución por lo resbaloso, pero merece mucho la pena ver cómo el agua forma estas caprichosas formaciones en el sustrato calizo.







Y en unos pasos, llegamos a la impactante playa de Cobijeru, o de las Acacias, por la abundancia de falsas acacias en los alrededores.














Se trata de una playa interior, surgida por la erosión del mar, que formó una conexión con el terreno interior, y como vemos, la arena surge por el movimiento incesante del oleaje y las mareas, llevando la playa a donde antes solo habría praos.










ya solo esta visión sería muy espectacular, y motivo suficiente para desplazarnos a Buelna, pero es que queda mucho más por ver. En la foto se aprecia que, por encima de la playa interior, hay una serie de acantilados, que si seguimos el camino que rodea a la derecha la playa...






...nos llevan a un enorme boquete que, con mucho cuidado, y siempre con iluminación suficiente, nos introducen bajo tierra, en un paseo alucinante por debajo de la costa, hasta que finalmente llegamos al mar.









La sensación es única y un poco surrealista, pero aquí estamos, al borde del cantábrico, después de seguir unos 10' de cuevas conectadas. El recorrido es cómodo y sin peligro, más allá de ir con calzado adecuado, luz, y ojo con los resbalones.










Pero para nada acaban aquí las sorpresas, pues de nuevo en el exterior de las cuevas por las que entramos, si seguimos el marcado camino hacia arriba, llegamos a este vertiginoso paso en los acantilados, realmente es memorable ver el mar desde aquí.














Con precaución (abstenerse gente con vértigo) podemos disfrutar de una vista única de este tramo de la costa llanisca.








Mirando hacia el lugar del que veníamos, tenemos al fondo la playa de Cobijeru, con sus acacias. Un bendito caos geológico que disfrutamos los amantes de los paisajes únicos.












Mucha gente se da la vuelta aquí, pero con un poco de paciencia, siguiendo por la pasarela "del vértigo", seguimos el tramo costero y después de unos 10' encontraremos una bajada a la izquierda que nos lleva a otra gran sorpresa geológica, ya que las mismas fuerzas que crearon Cobijeru, formaron este valle marino en el interior, antiguamente aprovechado como molino de marea, un paisaje diferente a todo lo que hayamos visto antes. Se trata de la playa de la Presa, alucinante. Si desde aquí completamos el paseo hasta Buelna habremos hecho un recorrido tan interesante como mágico.




domingo, 29 de diciembre de 2019

3 playas bien diferentes en Llanes: las 3 deliciosas y cargadas de aves.

En septiembre, ya sin tanto turista en las playas de Llanes, es un momento perfecto para disfrutar de uno de los tramos más deliciosos de la costa asturiana, de Vidiago a Buelna, pasando por Pendueles.








Salimos desde la playa de Buelna bien temprano. Esta playa, que es pequeña, tiene tantos alicientes que parece mucho mayor. Sobre todo, el monolito central, abierto al Cantábrico, que ya es un icono del concejo de Llanes.









Saliendo de la playa, vamos por la costa en dirección oeste, y en las praderías costeras podemos ver un montón de pequeños pájaros, como petirrojos (Erithacus rubecula)...
















...tarabillas comunes (Saxicola rubicola)...









...o las migradoras tarabillas norteñas (Saxicola rubetra).














Acercándonos a los acantilados de Pendueles, ya vemos algunas aves acuáticas en migración postnupcial, como los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo)....









...o las garzas reales (Ardea cinerea).
















Ya nos adentramos en una playa muy diferente de la anterior: Pendueles.








Muy acantilada, con un acceso (actualmente) muy precario, y con un tómbolo precioso hacia el mar, dio la casualidad de verla justo en una arribazón de ocle, lo que atrajo mucha avifauna.





Varios vuelvepiedras (Arenaria interpres), poniéndose morados de copépodos que a su vez prosperaban entre las algas podridas.










A su lado, un grupín de chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), cogiendo fuerzas para seguir hacia el sur.












El local colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) también aprovechaba el momento.















Un buen número de lavanderas blancas (Motacilla alba) migrantes acompañaba al grupo.















De vuelta en el camino, seguimos hacia la playa de Vidiago, viendo en los prados sin segar varios buitrones (Cisticola juncidis).












Cuesta creer que en septiembre todavía estuviésemos deseando que lloviese. La que cayó después. La sequedad del terreno impedía que prosperasen las setas, como este Macrolepiota sp.










Y finalmente, llegamos a la playa de Vidiago.













A pesar de ser una playa muy concurrida, y del vecino camping, que hace que el acercamiento sea poco atractivo, la playa en sí, tan diferente de las dos anteriores, crea un triángulo final de playas espectaculares en un tramo que solo podríamos calificar de delicioso para los sentidos.














martes, 29 de mayo de 2018

Llosa y Cuevona de Viango

Hace unas semanas nos pegamos una buena pateada para llegar a un lugar al que hacía años que quería poder conocer: la Llosa de Viango, en Llanes Y lo hicimos en el mejor momento.














Salimos desde el Alto de la Tornería, a medio camino de la carretera que llega al Mazucu. Ya sólo por este paisaje que se ve al comenzar a subir al Collau Rubiera merecía la pena el viaje.

Desde el collado ya era todo cuesta abajo, rodeando la cresta de La Pasada a media altura, siguiendo el inteligente camino que un vecino trazó con paciencia hasta los pastizales de la llosa de Viango. Aunque el camino está exento de peligro, es un rompepiernas, no se da un paso igual al anterior, y se hace realmente más largo de lo que es. Nosotros que íbamos con críos pequeños acabamos reventados por tener que trasportarlos a tramos en cuello, aunque lo dimos por bueno vista la belleza de la ruta.





El valle ciego al que vamos a penetrar tiene como remate suroeste la Peña Blanca, en pleno cordal principal del Cuera.









¿He dicho ya que el camino se hace más largo de lo que parece? Tal que así es el recorrido.














Vamos bajando hacia la Vega del Cubo, encontrándonos pequeños tramos de bosque.

















Caminamos ya todo recto hacia el oeste, con la Sierra del Cuera siempre a nuestra derecha. Afortunadamente, llevo un buen GPS con la ruta precargada, si no hubiese sido un suplicio, dadas las grandes posibilidades de perderse entre varias desviaciones de camino que van acercándose a las distintas cabañas. Hay que tener mucho ojo.









Poco a poco, ya se va viendo al fondo el Valle de Viango, aunque, afortunadamente, la propia llosa no se ve hasta entrar en ella. El factor sorpresa fue todo un shock.













Unas paradas vegetales de lo más reconfortante, íbamos cocidos y aguantando estoicamente, y multiplicada por cuatro, la cantinela infantil de ¿cuándo llegamos?













Y, finalmente, cuando ya no te lo esperas, porque el valle es cerrado, y el camino irregular te obliga a ir mirando al suelo...







...llegamos al inmenso prau de la Llosa de Viango, es de un tamaño colosal, y sorprendió a todos los presentes, algunos con 40 años de experiencia pateando monte por Asturias; hay pocas cosas iguales a ésta. Los críos, que iban reventados y desanimados, nada más ver el panorama revivieron y se dedicaron a explorar la salvajada de paisaje que se abría ante nuestros ojos.
La llosa de Viango es un enorme poljé, un valle ciego kárstico en el que se depositan los materiales que el agua va arrancando a las montañas calizas. esos rellenos se van desmoronando o cubriendo de agua, formando lagunas, dependiendo del nivel freático que haya por debajo. Dado que fuimos justo en época de deshielo, nos encontramos unas buenas lagunas, y varios sumideros bien visibles. Todo un espectáculo geológico que sólo acababa de empezar.












Llevaba media idea de dónde estaba el ponor, el gigantesco agujero que se abre en la ladera del Cuera y por el que se filtran los materiales, y, a modo de gigantesco tapón a veces "explota" por la presión de agua, llenando los alrededores de auténticas playas de arenas arrastradas por las corrientes subterráneas. Buscamos el sitio, y vaya si lo encontramos.
Ver una playa enmedio de una ladera arrasada fue todo un a impresión para todos, y al localizar la entrada a la cuevona...





...alucinamos.

















Por suerte, llevaba el frontal y pudimos introducirnos, con sumo cuidado, en especial por los chiquillos, en la boca de semejante maravilla geológica.











Entre derrubios y con una temperatura 10ºC inferior a la del exterior, el agua del deshielo formaba un sistema de cuevas y pasadizos que, ya sin niños, pudimos explorar los valientes del grupo.











Ni las fotos ni las vídeos expresan el estruendo, el frío, y la velocidad con la que caía el agua, un espectáculo para no olvidar.









Os pongo un cutrevídeo.











Toda una experiencia, ya en el exterior nos echamos en la hierba a disfrutar del panorama, la ladera del Turbina, cima del Cuera, y el bosque del Traviesu, un verdor que invitaba a subir, pero los 900 metros de desnivel no son nada recomendables, y el camino es inexistente, toda una trampa.


De vuelta al coche, muertos de cansancio pero todavía intentando asimilar los paisajes que habíamos visto, el Sol caía y el Cuera cambiaba de luz.
















Un último vistazo antes de cambiar de ladera en dirección al Mazucu. El Cuera, a día de hoy, a pesar de estar al lado de la zona de Asturias con un turismo más activo, sigue siendo un terreno quebrado y difícil, lo que hace que paisajes como este de la Llosa de Viango se mantenga libre de carreteras y demás zarandajas que lo destruirían, esperemos que siga así por muchas décadas.