lunes, 26 de septiembre de 2011

...y demasiado movimiento por el Cierrón.


Después de la Espuncia y el Picu, me fui en la dirección que llevaban todas las aves que pasaban delante mío: hacia el Cierrón.
Allí, sin ser un día memorable, estaban representadas bastantes especies de aves, con la agradable sorpresa de ver a 2 de ellas, que normalmente son bastante tímidas, al lado mismo de donde yo estaba.
Esto, que normalmente es bueno, este día en particular me causó un problema, ya que había prestado mi teleobjetivo a un amigo que lo necesitaba para fotografiar buitres en las Hoces del río Riaza, y no disponía de él.
Sacar fotos tan cercanas con el digiscoping de mi telescopio fue una tortura: como es un f13 fijo, necesita mucha luz para poder sacar a las aves a alta velocidad, y por una ley muy simple de la óptica, cuanto más ocupe el objeto a retratar el campo de la fotografía, más se nota su movimiento, y más tendencia tiene a salir movido. Esto me obligó a subir el ISO, para compensar, a límites grotescos. Para más inri, este digiscoping funciona a enfoque manual, por lo que tenía que cambiar constantemente el punto de enfoque, y darle más meneo a la rótula que soporta todo el equipo que el que le haya dado en toda su vida junta.

Así que cuando aparecieron 2 espátulas euroasiáticas (Platalea leucorodia) y se pusieron a menos de 10 metros de mí a alimentarse frenéticamente, filtrando en las pequeñas lagunas más próximas a la carretera del Cierrón, fue un goce para la vista, pero un desastre para tratar de fotografiarlas, desastre que veis reflejado en estas fotos. Con el teleobjetivo hubiesen sido una maravilla, estaban “a güevu”. Otra vez será.









Se trataba de 2 jovencitas, y además una de ellas estaba anillada: “LYL/Yfar”, anillada en Holanda este mismo verano.

Fue increíble disfrutar de su comportamiento alimenticio a escasos metros. ¡Qué vitalidad!








Después me fui a un lateral, y allí estaba otra sorpresa, un bando de 7 agujas colinegras (Limosa limosa), alimentándose también activamente. Mismo problema para sacarles una foto curiosa, ya que estaban “martilleando” a todo trapo el limo para sacarle comidita, y me costó horrores encuadrarlas.







Lo que no me costó nada fue disfrutar de su agilidad, y de su compenetración a la hora de desplazarse removiendo el fango, lo hacían al unísono, emitiendo de continuo su típico reclamo.











Si no me equivoco, son todas juveniles, y en esto ya podría equivocarme más fácilmente, pero lo superpigmentadas que estaban pudiera indicar su procedencia de la subespecie “islándica”.








No eran las únicas agujas colinegras que había en el Cierrón, otras 4, 2 adultas ya con el plumaje gris que se advierte en la foto, y otras 2 juveniles a su lado.



 
Aparte de 3 ó 4 archibebes claros (Tringa nebularia) que acompañaban a las espátulas a ratos, volando entre charcos, había más limícolas, los más curiosos, 4 correlimos zarapitines juveniles (Calidris ferruginea).





De anátidas, una docenita de ánades azulones (Anas platyrynchos), y las 1as cercetas comunes (Anas crecca) que localizo esta temporada de otoño.








De garzas, había alguna garza real (Ardea cinerea), sueltas, y banditos de las mucho más abundantes garcetas comunes (Egretta garzetta).

Alguna gaviota reidora (Larus ridibundus)…y por ahora eso es todo…

1 comentario:

  1. Tienes razón, los holandeses son unos exageraos, que si anillitas color ¡lima!, que si banderitas (las anillas ya son poco...)

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