miércoles, 28 de agosto de 2019

Visitando tortosa

Quiso el destino que visitásemos Tortosa sin saber que estaban en plenas fiestas. Aunque nos encantaron las atracciones culturales y el engalanamiento de la ciudad, en estilo renacentista, entorpeció mucho nuestros movimientos, así que visitamos todo un poco "a la trágala".
Sin duda lo primero que nos llamó la atención, aparte de su excepcional casco antiguo, fue la catedral de Tortosa.




Enorme en relación al tamaño de Tortosa, en un estilo gótico precioso, aunque a simple vista todos los tramos de su interior son bastante uniformes, se tardaron más de 200 años en concluir las obras.














Tanto, que la fachada principal ya se hizo en el siglo XVIII, y se cambió el estilo al barroco. Desafortunadamente la pillamos en plenas obras.











Nos hicimos una idea mucho más clara de las dimensiones de la catedral desde el Castillo de la Zuda, excepcional mirador sobre toda la ciudad.








El castillo, que se ve casi desde toda la comarca, de origen árabe, acabó siendo un palacio real de la familia real aragonesa, y actualmente es un espléndido parador nacional.

















Tuvimos el placer de comer (de maravilla) en los mismos salones en los que seguramente comió el rey Jaime I, la verdad es que las chimeneas que se conservan, los olores de la cocina  y la sensación de amplitud son un gran recuerdo para la vista y para el paladar.










Lo que no nos gustó tanto fue el feo recuerdo de la batalla del Ebro, por desgracia a más honra de los vencedores, en forma de monumento. Aunque se ha tratado de reinterpretar como un homenaje a todos los participantes en la batalla del Ebro, cosa que sería lógica, dado el sufrimiento de ambos bandos, cuesta bastante creerlo, por la importancia simbólica que le dio Franco a este monumento en su día.





Volveremos a Tortosa y la visitaremos con un poco más de tranquilidad, mientras tanto solo decir que nos encantó, a pesar de las prisas.

domingo, 18 de agosto de 2019

Delta del Ebro: Bassa de les Olles

Este pequeño espacio natural, dominado por una laguna central, fue uno de los más pequeños que visité en el Delta del Ebro, aunque estaba muy bien preparado para visitarlo.












Un gran estanque, rodeado de vegetación tipo carrizo, y un montón de entradas con observatorios, la verdad es que prometía.










El estanque central, sin embargo, no tenía una ocupación tan alta como pensaba, estaba un poco vacío, en relación a otras rutas posteriores por el Delta.

Con todo, no hay queja porque la diversidad de especies era muy alta, pongo ejemplos, como los flamencos comunes (Phoenicopterus rosseus) que sobrevalaron la laguna.









En el aire, más de una docena de moritos (Plegadis falcinellus).













Lo más impresionante del día fue la abundancia de garzas imperiales (Ardea cinerea).












6 ejemplares en un terreno relativamente pequeño, salían con estruendo del carrizo.













Vi un ejemplar solitario de garcilla cangrejera (Ardeola ralloides).














Más abundantes, las garzas reales (Ardea cinerea).













Lo más abundante, los ánades azulones (Anas platyrynchos), aquí con una de las muchas gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus).





También había una pareja de somormujos lavancos (Podiceps cristatus).








Constaté la abundancia y la reproducción de las fochas comunes (Fulica atra).













Una gran cantidad de fumareles cariblancos (Chlidonias hybridus), un poco por todas partes en la Bassa de les Olles.












La gran masa de carrizo ofrecía cobertura a un gran número de paseriformes, el más abundante, el carricero común (Acrocephalus scirpaceus).












También encantados con este hábitat, los pájaros moscones (Remiz pendulinus).















Me encontré varios juveniles recién salidos del nido.













De las semillas del carrizal se aprovechaban los jilgueros (Carduelis carduelis).













La combinación de agua dulce, calor y vegetación hacía que el número de insectos fuese enorme, dando de comer a un buen montón de golondrinas comunes (Hirundo rustica).











No obstante, de nuevo, muy pocas mariposas, la única en cantidades consistentes, la mariposa tigre (Danaus chryssipus).







De libélulas, por cientos la Sympetrum fonscolombii.













Algunas Orthetrum cancellatum.












Y de reptiles, solo vi una salamanquesa común (Tarentola mauritanica).












En definitiva, un paseo corto y lleno de alicientes, que además finalizó en la bonita playa del Arenal.

lunes, 12 de agosto de 2019

Delta del Ebro: El Garxal

Aunque había leído mucho de las bondades del Delta del Ebro, sin duda el viaje que hicimos este año me abrió los ojos a la extraordinaria biodiversidad y paisaje que ostenta. La primera ruta que hice para comprobarlo fue por el Garxal, justo donde el Ebro desemboca.









Ya caminando desde el chalet donde nos alojábamos, fui encontrándome aves interesantes, como las abubillas (Upupa epops).











O la cogujada común (Galerida cristata).













Las golondrinas comunes (Hirundo rustica), como en todo el Delta, por centenares.











Ya llegando al gran río, nos encontramos el Port de Deltebre. Saliendo el Sol, el Ebro presentaba un aspecto magnífico.











En el puerto me hinché a ver gaviotas de Audouin (Larus audouini). Aunque las había visto en mis diferentes ocasiones de visita al Mediterráneo, su abundancia en el Delta me sorprendió mucho.










Esperaban pacientemente la labor de descarte de los pescadores.








Pude leer unas cuantas anillas, todas con el mismo esquema autóctono del Delta.














A partir de aquí el camino toma un rumbo norte paralelo al río Ebro.


La Isla de Buda, frente a nosotros.














Un solitario pájaro moscón (Remiz pendulinus) en los cañaverales de la orilla.














Cuando el camino se acaba, es que estamos frente al mirador del Zigurat.










El nombre está claro de donde le viene.

















Desde aquí la vista es perfecta para ver dónde se acaba el río. Por desgracia, cada año termina antes, ya que tristemente el Ebro está en regresión.

Y ya tenemos propiamente el Garxal a nuestra izquierda. Llenito de garzas, por ejemplo garzas imperiales (Ardea purpurea)...












...garzas reales (Ardea cinerea)...











...avetorillos comunes (Ixobrychus minutus)...










...martinetes (Nycticorax nycticorax)...














...o garcillas cangrejeras (Ardeola ralloides).













Aunque el lugar en sí es un hervidero de aves, la verdad es que los observatorios, que son muy bonitos, están bastante alejados de "la acción", con lo que queda una sensación agridulce de estar viendo miles de aves...muy lejos.




Sin duda la estrella del lugar es el flamenco común (Phoenicopterus roseus), que ya desde el Zigurat se veía cruzar el lugar.










Abundantes, muy activos, y nada tímidos.









Pude verlos en mucha mayor abundancia en otras aventuras posteriores por el Delta, pero sin duda fueron el colofón del día.











De otras aves, el checklist sería muy amplio, pero destacar por ejemplo los moritos (Plegadis falcinellus)...











...los patos colorados (Netta rufina)...













...las fochas comunes (Fulica atra)...












...el charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis)...














...y ¡sorpresa! un ejemplar de cisne vulgar (Cygnus olor).












Desde los observatorios ya caminamos hacia la playa de Riumar.












La vegetación, rala, en esta zona ya próxima a la arena, por ejemplo, el nardo marítimo (Pancratium maritimum).











De mariposas, curiosamente, poquísima cantidad y variedad, aunque lo compense la presencia de la hermosísima mariposa tigre (Danaus chryssipus).










Pocos reptiles por el camino, ejemplificados por esta hembra de lagartija colilarga (Psammodramus algirus).








De odonatos, y fue una constante en todo el viaje, miles y miles de libélulas, pero de muy pocas especies. Sin duda, la más abundante (miles cada día), la Sympetrum fonscolombii.










El caballito del diablo Ischnura elegans, también abundante.











La libélula Crocothemis erythraea, algunos ejemplares sueltos.












Y un par de Orthetrum cancellatum.











Ya terminada la excursión, buen momento para tomarse un refresco desde el mirador de la playa de Riumar, un par de kilómetros de arena, playa tranquila y que da servicio a la pequeña urbanización del mismo nombre, igual de tranquila que la playa.