Fue una gratísima sorpresa censar el SACRE de la SEO por Gijón y encontrarme una colonia de cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) bien nutrida de aves.
La especie no solo resiste en Gijón si no que parece que lentamente, pero se expande.
Estando donde están, ya era casi un milagro que hubiese un par de parejas anidando con éxito, pero en los 3 últimos años se van añadiendo nuevos nidos cada nueva temporada.
Sin contar los posibles nidos que pudiese haber del lado de la mar, solo visibles desde un barco, pude contar 7 nidos, todos con clara actividad reproductora.
Como siempre sucede con esta especie, en algún nido estaban incubando todavía, mientras en otros los pollos eran ya casi tan grandes como sus padres.
Me alegro infinitamente por estos cormoranes tan machacados y tan cerca ya de extinguirse en Asturias.
Dado el sedentarismo tan fuerte que demuestran, espero que los muchos pollos de esta temporada se queden cerca y aumenten las cifras tan menguantes en el Cantábrico. Sería una gran noticia.
sábado, 8 de junio de 2019
jueves, 6 de junio de 2019
Aguantan los colirrojos reales
Una primavera más, censo en Gijón para el SACRE de la SEO, y consigo ver a los colirrojos reales (Phoenicurus phoenicurus) en 3 pequeñas carbayedas diferentes, lo que da una idea del valor de estos pequeños retazos del bosque original para esta especie.
Esta especie, que lleva desapareciendo años de sus bastiones habituales en la campiña asturiana, aguanta como puede, dando algún año muy malo, y otros de presencia escasa pero estable, como este 2019.
A poco que nos paremos en una de estas carbayeras, veremos el comportamiento típico, pasando incansablemente de las copas del carbayo a un posadero en tierra, en busca de insectos.
Esta especie, que lleva desapareciendo años de sus bastiones habituales en la campiña asturiana, aguanta como puede, dando algún año muy malo, y otros de presencia escasa pero estable, como este 2019.
A poco que nos paremos en una de estas carbayeras, veremos el comportamiento típico, pasando incansablemente de las copas del carbayo a un posadero en tierra, en busca de insectos.
miércoles, 5 de junio de 2019
Pateando historia por Obona
Nos decidimos a caminar unos kilómetros del Camino de Santiago por Tineo, en concreto el tramo que lleva a Obona, y sin duda es uno de los tramos más interesantes.
Desde el milenario Monasterio de Santa María la Real de Obona, en su día centro local merced a la labor económica y educativa de los benedictinos, salimos lamentando el estado actual de este lugar que debió ser imponente en la Edad Media.
Atravesamos bosques de roble y castaño que aun conservaban los mojones que daban aliento y guía a los peregrinos en épocas muy duras para vivir.
Sin duda para estos peregrinos, encontrarse con el Monasterio al final de la etapa debía ser algo espléndido, de la misma manera que a los urbanitas hoy en día nos parece espléndido encontrarse con paisajes como el rural tinetense, verde en primavera y con un aroma muy difícil de olvidar para quien pasó casi una década conviviendo a diario con él.
En la lejanía, unas vistas bien conocidas del día a día de aquel entonces, cuando vivía otra vida bien distinta. El Cornón, en pleno Somiedo, a lo lejos.
En los bosques, mucho más cercanos, los futuros frutos del arándano (Vaccinium myrtillus).
Algunas mariposas, como la C blanca (Polygonia c-album).
Muchas muchas mariposas de los muros (Pararge aegeria).
Y una licena arquetípica de la mariposa de primavera, la cejialba (Callophrys rubi).
En el cielo, la imponente sombra del buitre leonado (Gyps fulvus).
Y el mucho más juguetón vuelo del milano negro (Milvus migrans).
De vuelta en Obona, uno se pregunta si merece la pena vivir en la comodidad del S. XXI, en comparación con la plena pero seguramente efímera vida que llevaban los monjes del S. XI.
Desde el milenario Monasterio de Santa María la Real de Obona, en su día centro local merced a la labor económica y educativa de los benedictinos, salimos lamentando el estado actual de este lugar que debió ser imponente en la Edad Media.
Atravesamos bosques de roble y castaño que aun conservaban los mojones que daban aliento y guía a los peregrinos en épocas muy duras para vivir.
Sin duda para estos peregrinos, encontrarse con el Monasterio al final de la etapa debía ser algo espléndido, de la misma manera que a los urbanitas hoy en día nos parece espléndido encontrarse con paisajes como el rural tinetense, verde en primavera y con un aroma muy difícil de olvidar para quien pasó casi una década conviviendo a diario con él.
En la lejanía, unas vistas bien conocidas del día a día de aquel entonces, cuando vivía otra vida bien distinta. El Cornón, en pleno Somiedo, a lo lejos.
En los bosques, mucho más cercanos, los futuros frutos del arándano (Vaccinium myrtillus).
Algunas mariposas, como la C blanca (Polygonia c-album).
Muchas muchas mariposas de los muros (Pararge aegeria).
Y una licena arquetípica de la mariposa de primavera, la cejialba (Callophrys rubi).
En el cielo, la imponente sombra del buitre leonado (Gyps fulvus).
Y el mucho más juguetón vuelo del milano negro (Milvus migrans).
De vuelta en Obona, uno se pregunta si merece la pena vivir en la comodidad del S. XXI, en comparación con la plena pero seguramente efímera vida que llevaban los monjes del S. XI.
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domingo, 2 de junio de 2019
Mariposeando por Barayo
Una manera bien guapa de ir a la playa es escoger alguna de las playas todavía salvajes de Asturias y en vez de aparcar el coche a la orilla, caminar un poco para disfrutar del corto camino.
Este es el caso de la playa de Barayo, que disfruta de protección como uno de las pocos complejos costeros relativamente inalterados de Asturias. Bajamos desde la margen de Valdés, un camino corto pero precioso.
Al ser plena primavera, vimos algunas mariposas típicas de esta época, la más abundante, la limonera (Gonepteryx rhamni), las había por docenas.
Otra muy abundante, la blanca esbelta (Leptidea sinapis).
Finalizando con las pieridae, la blanca verdinervada (Pieris napi).
De nymphalidae, 2 muy frecuentes, la atalanta (Vanessa atalanta)...
...y la pavo real (Inachis io).
Así que disfrutamos de un perfecto día de playa, hicimos algo de ejercicio, y además descubrimos algo de naturaleza, un buen plan creo.
Este es el caso de la playa de Barayo, que disfruta de protección como uno de las pocos complejos costeros relativamente inalterados de Asturias. Bajamos desde la margen de Valdés, un camino corto pero precioso.
Al ser plena primavera, vimos algunas mariposas típicas de esta época, la más abundante, la limonera (Gonepteryx rhamni), las había por docenas.
Otra muy abundante, la blanca esbelta (Leptidea sinapis).
Finalizando con las pieridae, la blanca verdinervada (Pieris napi).
De nymphalidae, 2 muy frecuentes, la atalanta (Vanessa atalanta)...
...y la pavo real (Inachis io).
Así que disfrutamos de un perfecto día de playa, hicimos algo de ejercicio, y además descubrimos algo de naturaleza, un buen plan creo.
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