Pues sí, retomamos la aventura con una parada brusca del barco, y una llamada severa del capitán para que mantuviésemos todos un silencio sepulcral. No era para menos, teníamos a babor la cabeza de un cachalote (Physeter macrocephalus).
Al principio, con solo la punta de la cabeza, puramente el espiráculo, asomando, no parecía tan grande...
Hasta que se puso en horizontal, una de las imágenes más poderosas que haya visto en mi vida. No era solo el tamaño, era la sensación de grandeza que desprendía el cachalote...
No es común encontrárselos, y es que pasan casi todo el tiempo bajo el agua, en profundidades enormes.Así que es una suerte encontrárselo justo cuando emerge para tomar aire, simplemente toman unas respiraciones muy profundas...
Y están unos pocos minutos descansando en la superficie, y cogiendo aire para bajar hasta incluso 3.000 metros de profundidad, una barbaridad.
Y ahí sí que se ve su inmenso tamaño, lo único pequeño es su pseudoaleta dorsal.
Podéis comparar su tamaño con el de los delfines listados (Stenella coeruleoalba) que lo acompañaban. La aleta dorsal del delfín parece de juguete.
A ojo de buen cubero, le calculo unos 15 metros de longitud, es el animal viviente más grande que haya visto en directo.
Cada vez que respiraba nos metía un buen susto a todos con el chorro de vapor.
Resultaba curioso que los delfines listados saltasen a su alrededor, parecían tan interesados como los humanos que nos encontrábamos allí.
Incluso un grupo familiar de calderones comunes (Globicephala melas) no se alejaba de allí, manteniéndose en un radio de unos 50 metros, está claro que el cachalote no pasa desapercibido para ninguna criatura.
Allí pasamos unos minutos de oro, con el barco dando vueltas a la deriva, y nos comentaron los tripulantes que en cualquier momento el cachalote se pondría en vertical y bajaría en picado una vez llenase del todo los pulmones.
Y así fue, sin previo aviso, brusco cambio, el cachalote hunde la cabeza y eleva el tercio posterior del cuerpo.
Sube su aleta dorsal, ¡y para abajo! Hasta dentro de una hora, no saldrá de nuevo a la superficie, increíble...
Buffff, fue genial. Ya solo nos quedó recoger, y rumbo de nuevo a Tarifa, con el Yebel Musa, el omnipresente monte marroquí a nuestro lado, pero envuelto en la bruma.
Una experiencia única e irrepetible, en buena compañía, y con el mar como un plato...¿qué más se puede pedir?
lunes, 30 de julio de 2012
domingo, 29 de julio de 2012
Cetáceos cercanos en el Estrecho de Gibraltar (I): Calderones, delfines y pardelas cenicientas.
Una de las cosas que hace años que me apetecía hacer en mis estancias en Andalucía era cruzar el Estrecho de Gibraltar y buscar cetáceos, y si aparecían, aves marinas.
Este año, por fin, pude hacerlo, y acompañado de mis grumetes Pablo, Ana y Miguel pasamos una mañana extraordinaria en el Estrecho, navegando muy cerca de Marruecos.
Teníamos la posibilidad de ir a buscar a las orcas cerca de la almadraba, pero esto significaba muchas horas de mar, y no tenía intención de arriesgar la salud de mis acompañantes en el caso de que hubiese mala mar.
Así que finalmente estuvimos cerca de 3 horas cruzando hasta bordear la costa marroquí, y aunque nos perdimos las orcas, mereció la pena.
Salimos desde Tarifa, donde hay varias empresas dedicadas a los cetáceos, yo escogí la única que faena con barcos sin motor, propulsados con chorro de agua (sin hélices), y no me arrepentí, porque enseguida vimos que los demás barcos molestaban a los cetáceos más que el nuestro.
El castillo de Guzmán el Bueno nos da una idea de la importancia estratégica que tuvo Tarifa desde hace 3.000 años, con continuas escaramuzas a su alrededor.
Separándonos de la costa podemos ver las amenazadísimas por el turismo y las inmobiliarias, y en algunos casos ya difuntas, playas de este tramo costero, como la antes virgen playa de Bolonia y su famosa duna.
Delante, la isla de Tarifa con su faro, unida por carretera, el punto más al Sur de Europa continental, a escasos 12 kilómetros de África.
A su derecha, estamos en el Atlántico, a su izquierda, en el Mediterráneo, un punto único.
Muchas gaviotas patiamarillas mediterráneas (Larus michahellis michahellis) en el puerto, pensé que sería el presagio de un montón de aves pelágicas cruzando el estrecho...
...pero no fue así, aparte de algún cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), lo único que vi fue algo menos de una docena de pardelas cenicientas (Calonectris diomedea).
Pasaron relativamente lejos, y solo pude fotografiar a 3, y todas, creo, que se podrían integrar en la subespecie atlántica (borealis). Si no estáis de acuerdo, me lo comentáis, porque no controlo mucho este tema.
La 1ª hora de navegación pasó tranquila, con el mar en calma, y ningún atisbo de cetáceos, pero en cuanto cambiamos el rumbo hacia la costa de Marruecos, empezaron a aparecer buenos grupos familiares de los inconfundibles calderones comunes (Globicephala melas).
Eran mis primeros cetáceos vistos en libertad, tan de cerca, y un sueño hecho realidad.Inconfundibles por el color, tamaño (son grandes, al estar tan cerca te das cuenta de su volumen real), la forma redondeada de la cabeza, y las aletas dorsales "romas".
Van en grupos familiares. Al fondo, la pesquería de la almadraba, a la que acuden las orcas a saquear con mucha inteligencia las capturas de atún rojo.
En Cádiz se llama espartes a las orcas, y el cabo más al Norte de África, el cabo Espartel, se llama así precisamente por la abundancia de orcas que entran al Estrecho de Gibraltar, persiguiendo a los atunes, entre julio y agosto.
Al poco rato, empezaron a seguir al barco, durante muchos minutos, los delfines listados (Stenella coeruleoalba), que surcaban el agua a gran velocidad, deleitándonos con saltos y juegos.
Estos delfines, de tamaño medio, tienen el hocico no tan largo como el delfín mular, y un patrón de líneas grises en el dorso que lo diferencian también del delfín común.
Nos acompañaron un buen rato, y los niños que estaban en la parte sumergida del catamarán pudieron disfrutar de un espectáculo único, porque el fondo era de cristal, y podían ver las andanzas submarinas de estos delfines.
Tristemente, la mayoría de los ejemplares presentaban serios corte e incluso amputaciones en las aletas, fruto de los encontronazos con las hélices. ¡Qué desastre!
Dejamos de tener a los delfines saltando al poco rato, cuando tanto el barco como los delfines pararon en seco, por una aparición que nos dejó a todos con la boca abierta: el encuentro con el Leviatán del mar, el cachalote, un encuentro tan cercano que aún me parece increíble. Pero eso para la próxima entrada, que estoy muerto de sueño.
Este año, por fin, pude hacerlo, y acompañado de mis grumetes Pablo, Ana y Miguel pasamos una mañana extraordinaria en el Estrecho, navegando muy cerca de Marruecos.
Teníamos la posibilidad de ir a buscar a las orcas cerca de la almadraba, pero esto significaba muchas horas de mar, y no tenía intención de arriesgar la salud de mis acompañantes en el caso de que hubiese mala mar.
Así que finalmente estuvimos cerca de 3 horas cruzando hasta bordear la costa marroquí, y aunque nos perdimos las orcas, mereció la pena.
Salimos desde Tarifa, donde hay varias empresas dedicadas a los cetáceos, yo escogí la única que faena con barcos sin motor, propulsados con chorro de agua (sin hélices), y no me arrepentí, porque enseguida vimos que los demás barcos molestaban a los cetáceos más que el nuestro.
El castillo de Guzmán el Bueno nos da una idea de la importancia estratégica que tuvo Tarifa desde hace 3.000 años, con continuas escaramuzas a su alrededor.
Separándonos de la costa podemos ver las amenazadísimas por el turismo y las inmobiliarias, y en algunos casos ya difuntas, playas de este tramo costero, como la antes virgen playa de Bolonia y su famosa duna.
Delante, la isla de Tarifa con su faro, unida por carretera, el punto más al Sur de Europa continental, a escasos 12 kilómetros de África.
A su derecha, estamos en el Atlántico, a su izquierda, en el Mediterráneo, un punto único.
Muchas gaviotas patiamarillas mediterráneas (Larus michahellis michahellis) en el puerto, pensé que sería el presagio de un montón de aves pelágicas cruzando el estrecho...
...pero no fue así, aparte de algún cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), lo único que vi fue algo menos de una docena de pardelas cenicientas (Calonectris diomedea).
Pasaron relativamente lejos, y solo pude fotografiar a 3, y todas, creo, que se podrían integrar en la subespecie atlántica (borealis). Si no estáis de acuerdo, me lo comentáis, porque no controlo mucho este tema.
La 1ª hora de navegación pasó tranquila, con el mar en calma, y ningún atisbo de cetáceos, pero en cuanto cambiamos el rumbo hacia la costa de Marruecos, empezaron a aparecer buenos grupos familiares de los inconfundibles calderones comunes (Globicephala melas).
Eran mis primeros cetáceos vistos en libertad, tan de cerca, y un sueño hecho realidad.Inconfundibles por el color, tamaño (son grandes, al estar tan cerca te das cuenta de su volumen real), la forma redondeada de la cabeza, y las aletas dorsales "romas".
Van en grupos familiares. Al fondo, la pesquería de la almadraba, a la que acuden las orcas a saquear con mucha inteligencia las capturas de atún rojo.
En Cádiz se llama espartes a las orcas, y el cabo más al Norte de África, el cabo Espartel, se llama así precisamente por la abundancia de orcas que entran al Estrecho de Gibraltar, persiguiendo a los atunes, entre julio y agosto.
Al poco rato, empezaron a seguir al barco, durante muchos minutos, los delfines listados (Stenella coeruleoalba), que surcaban el agua a gran velocidad, deleitándonos con saltos y juegos.
Estos delfines, de tamaño medio, tienen el hocico no tan largo como el delfín mular, y un patrón de líneas grises en el dorso que lo diferencian también del delfín común.
Nos acompañaron un buen rato, y los niños que estaban en la parte sumergida del catamarán pudieron disfrutar de un espectáculo único, porque el fondo era de cristal, y podían ver las andanzas submarinas de estos delfines.
Tristemente, la mayoría de los ejemplares presentaban serios corte e incluso amputaciones en las aletas, fruto de los encontronazos con las hélices. ¡Qué desastre!
Dejamos de tener a los delfines saltando al poco rato, cuando tanto el barco como los delfines pararon en seco, por una aparición que nos dejó a todos con la boca abierta: el encuentro con el Leviatán del mar, el cachalote, un encuentro tan cercano que aún me parece increíble. Pero eso para la próxima entrada, que estoy muerto de sueño.
jueves, 26 de julio de 2012
Las aves del Zoo de Jerez
Nunca pongo entradas de zoológicos, porque no me gusta ver aves enjauladas, mucho menos cuando son aves que por su envergadura no pueden volar en las jaulas.
Al visitar el Zoo de Jerez, tenía una ligera idea de lo que me iba a encontrar, pero cuando llegué a la sección de aves, casi me da un patatús, porque menuda colección de aves en peligro de extinción tienen.
Doy por hecho que las aves que aquí se encuentran son aves rescatadas o imposibles de rehabilitar a la vida salvaje, o al menos eso quisiera pensar.
Bueno, toda esta larga introducción para explicar que, por una vez, y sin que creo que se vaya a repetir, os pongo una selección de fotos de aves ibéricas que, o bien son tan escasas o tan esquivas que jamás podré fotografiar a la distancia que aquí os traigo. Ya quisiera yo traeros estas aves en libertad al blog, pero eso se lo dejo a los fotógrafos de naturaleza "de verdad".
Sin más, los "pajarillos".
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).
En las guías siempre se dice que se asemejan a un enorme halcón. Visto a 2 metros, yo diría que un quebrantahuesos no se parece a nada, es único, es un ave espléndida.
Buitre leonado (Gyps fulvus). A este lo tengo visto muy de cerca, pero tanto tanto, no.
Buitre negro (Aegypius monachus), impresiona de verdad visto a corta distancia.
Estaban dando de comer a los animales cuando llegamos, y enseguida quedó muy clara la estructura de dominio de unos ejemplares sobre otros en el reparto de la comida.
Unos comían, los otros esperaban.
Águila imperial ibérica (Aquila adalberti). Nunca había visto una, ni en libertad ni en cautividad, y había 2 ejemplares, uno subadulto y este adulto. Son rapaces poderosas y profundamente hermosas.
Águila-azor perdicera (Hieraaetus fasciatus). Otra belleza, un ave que me sorprendió por la sensación de dinamismo que irradia. Lástima que esta rapaz tan perfecta tenga que pasar el resto de sus días en una jaula.
Culebrera europea (Circaetus gallicus). Esos ojos...tan grandes que cuando la ves en la naturaleza también destacan a mucha distancia.
Búho real (Bubo bubo), un habitual, por desgracia, de la mayoría de los zoos y colecciones.
De aves acuáticas y zancudas tampoco andaban cortos en este zoo, con ejemplares muy variados de especies nada comunes.
Por ejemplo, la cigüeña negra (Ciconia nigra).
Su pariente, la más habitual y muy fácil de encontrar, pero no tan a "bocajarro" cigüeña blanca (Ciconia ciconia).
Ardéidas difíciles de localizar, como el martinete (Nycticorax nycticorax).
Y aunque abunda, no siempre se puede disfrutar de las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) con tanto detalle.
Una grulla que me diréis que no forma parte de la avifauna española, pero es que sí lo fue en época reciente, de hecho hay referencias de hace menos de un siglo, y sería un ave que reintroduciría con gusto, me encanta esta especie, y estéticamente me parece la grulla más delicada. Sí, es la grulla damisela (Antropoides virgo).
Las espátulas (Platalea leucorodia), que sí que las tengo vistas a pocos metros, aunque aquí no había que tener miedo de que se escapasen. Se pierde todo el encanto.
Lo mismo con el morito (Plegadis falcinellus), al que hace un año hubiese disfrutado más que ahora, porque realmente esta primavera disfrutamos la invasión de moritos en Asturias en toda su más amplia gama, entre las facilidades que nos dieron y su relativa abundancia, los moritos ya no llaman tanto la atención.
Otro ibis, el ibis eremita (Geronticus eremita), desaparecido hace tiempo en España, y de nuevo reintroducido en Cádiz, con ejemplares provenientes precisamente de este zoo.
Un ave de extraña belleza.
Aunque no es demasiado raro verlos, en mi caso los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) que había visto estaban muy lejanos y muy escondedizos, en este zoo se mueven sin demasiada timidez.
Y termino con 3 anátidas de las más raras de las reproductoras en España.
Un porrón pardo (Aythya niroca), al que pude ver casi a esta distancia en el Parque Isabel de Gijón hace unos años, pero nada desde entonces, además era un inmaduro no tan guapo como este ejemplar (vaya ojazos).
Una malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), especie a la que nunca he visto en libertad.
Y una preciosa cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris).
Pues nada, espero que os hayan gustado las fotos, aunque salvo por la técnica para disimular los barrotes con la apertura de la cámara, lo demás no tiene mérito ninguno.
Cualquiera de estas valiosas especies, en libertad, mal sacadas a 200 metros, tendría mucho más valor, pero mientras tengo esa oportunidad, hay que conformarse con esto.
Si pasáis por Jerez, os recomiendo que os acerquéis. Aunque tampoco os guste ver aves enjauladas, creo que es la mejor colección en España de aves raras y no es tiempo perdido.
Al visitar el Zoo de Jerez, tenía una ligera idea de lo que me iba a encontrar, pero cuando llegué a la sección de aves, casi me da un patatús, porque menuda colección de aves en peligro de extinción tienen.
Doy por hecho que las aves que aquí se encuentran son aves rescatadas o imposibles de rehabilitar a la vida salvaje, o al menos eso quisiera pensar.
Bueno, toda esta larga introducción para explicar que, por una vez, y sin que creo que se vaya a repetir, os pongo una selección de fotos de aves ibéricas que, o bien son tan escasas o tan esquivas que jamás podré fotografiar a la distancia que aquí os traigo. Ya quisiera yo traeros estas aves en libertad al blog, pero eso se lo dejo a los fotógrafos de naturaleza "de verdad".
Sin más, los "pajarillos".
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).
En las guías siempre se dice que se asemejan a un enorme halcón. Visto a 2 metros, yo diría que un quebrantahuesos no se parece a nada, es único, es un ave espléndida.
Buitre leonado (Gyps fulvus). A este lo tengo visto muy de cerca, pero tanto tanto, no.
Buitre negro (Aegypius monachus), impresiona de verdad visto a corta distancia.
Estaban dando de comer a los animales cuando llegamos, y enseguida quedó muy clara la estructura de dominio de unos ejemplares sobre otros en el reparto de la comida.
Unos comían, los otros esperaban.
Águila imperial ibérica (Aquila adalberti). Nunca había visto una, ni en libertad ni en cautividad, y había 2 ejemplares, uno subadulto y este adulto. Son rapaces poderosas y profundamente hermosas.
Águila-azor perdicera (Hieraaetus fasciatus). Otra belleza, un ave que me sorprendió por la sensación de dinamismo que irradia. Lástima que esta rapaz tan perfecta tenga que pasar el resto de sus días en una jaula.
Culebrera europea (Circaetus gallicus). Esos ojos...tan grandes que cuando la ves en la naturaleza también destacan a mucha distancia.
Búho real (Bubo bubo), un habitual, por desgracia, de la mayoría de los zoos y colecciones.
De aves acuáticas y zancudas tampoco andaban cortos en este zoo, con ejemplares muy variados de especies nada comunes.
Por ejemplo, la cigüeña negra (Ciconia nigra).
Su pariente, la más habitual y muy fácil de encontrar, pero no tan a "bocajarro" cigüeña blanca (Ciconia ciconia).
Ardéidas difíciles de localizar, como el martinete (Nycticorax nycticorax).
Y aunque abunda, no siempre se puede disfrutar de las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) con tanto detalle.
Una grulla que me diréis que no forma parte de la avifauna española, pero es que sí lo fue en época reciente, de hecho hay referencias de hace menos de un siglo, y sería un ave que reintroduciría con gusto, me encanta esta especie, y estéticamente me parece la grulla más delicada. Sí, es la grulla damisela (Antropoides virgo).
Las espátulas (Platalea leucorodia), que sí que las tengo vistas a pocos metros, aunque aquí no había que tener miedo de que se escapasen. Se pierde todo el encanto.
Lo mismo con el morito (Plegadis falcinellus), al que hace un año hubiese disfrutado más que ahora, porque realmente esta primavera disfrutamos la invasión de moritos en Asturias en toda su más amplia gama, entre las facilidades que nos dieron y su relativa abundancia, los moritos ya no llaman tanto la atención.
Otro ibis, el ibis eremita (Geronticus eremita), desaparecido hace tiempo en España, y de nuevo reintroducido en Cádiz, con ejemplares provenientes precisamente de este zoo.
Un ave de extraña belleza.
Aunque no es demasiado raro verlos, en mi caso los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) que había visto estaban muy lejanos y muy escondedizos, en este zoo se mueven sin demasiada timidez.
Y termino con 3 anátidas de las más raras de las reproductoras en España.
Un porrón pardo (Aythya niroca), al que pude ver casi a esta distancia en el Parque Isabel de Gijón hace unos años, pero nada desde entonces, además era un inmaduro no tan guapo como este ejemplar (vaya ojazos).
Una malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), especie a la que nunca he visto en libertad.
Y una preciosa cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris).
Pues nada, espero que os hayan gustado las fotos, aunque salvo por la técnica para disimular los barrotes con la apertura de la cámara, lo demás no tiene mérito ninguno.
Cualquiera de estas valiosas especies, en libertad, mal sacadas a 200 metros, tendría mucho más valor, pero mientras tengo esa oportunidad, hay que conformarse con esto.
Si pasáis por Jerez, os recomiendo que os acerquéis. Aunque tampoco os guste ver aves enjauladas, creo que es la mejor colección en España de aves raras y no es tiempo perdido.
martes, 24 de julio de 2012
Conociendo Jerez
No conocíamos Jerez de la Frontera, y allí que nos fuimos. Volvimos sudorosos y cansados, pero encantados.
La ciudad es más grande de lo que parece, y muy dinámica, la gente hace vida de calle, cosa que echo de menos en Asturias, y da mucho colorido.
Llegamos a la hora de comer, esfamiaos, y mi instinto me llevó a buscar algún lugar donde comer, y nos metimos "aquí".
Me encanta comer bien, y cuando sucede el milagro de una grandiosa comida en tremenda compañía me embarga la misma emoción que a veces me atrapa en el interior de determinadas catedrales, en las cimas de contadas montañas, o delante de algunas obras de arte.
Y sucedió. Aquí comí el mejor cordero asado que haya comido nunca, y lo dice alguien al que le han dicho que cocina el mejor cordero guisado de Gijón...así que ya tuvo que ser grandiosa la cosa...un gran servicio, amable, simpático con el peque, y además superbarato, unas tapas que eran raciones, y un helado al Pedro Ximénez que cuando cierro los ojos aún lo saboreo.
Salí de allí a punto de llorar, y solo más tarde me enteré que este magnífico edificio se llama El Gallo Azul, y fue una donación de la familia Domecq a la ciudad, con motivo de la Exposición Universal del 29 (1.929).
Su arquitectura es muy original, prácticamente es un edificio redondo, y me acordaré de esta comida mientras viva. Volveré, y os lo recomiendo a todos los que visitéis la provincia, merece muchísimo la pena. Un hallazgo y un símbolo de Jerez.
Salimos de allí a callejear por la zona vieja, que es acogedora y muy transitable, con calles estrechas, y nos topamos (no entramos y lo lamento) con la Iglesia de San Miguel, otra maravilla, con una fachada espléndida, mezcla del barroco de estilo sevillano que tanto me gusta, y unos toques de gótico tardío.
Nos fuimos para el Alcázar, una zona enorme con estilos muy diferentes, cosa lógica en una ciudad que desde la época de los tartesos hace 2.500 años pasó por todo tipo de avatares y batallas, como colonia fenicia, ciudad romana y luego como zona de frontera (de ahí el nombre de Jerez de la Frontera) primero entre almohades y nazaríes y luego de los cristianos y el reino de Granada hasta la conquista definitiva por los castellanos.
Aquí, el patio de armas. Lo que habrá visto este patio en la Edad Media...
El conjunto del Alcázar tiene parte de la primitiva muralla del S. XII, también ruinas (muy bien documentadas en la excavación que se visita) del palacio granadino (menudo lujo disfrutaban), y finalmente, el magnífico palacio barroco de Villavicencio, en el que se visitan las estancias y una cámara oscura en la que se proyectan las imágenes que varias lentes proyectan en el interior de una habitación preparada al efecto.
Y se han reconstruído los jardines árabes que siempre acompañan a estos palacios.
No es Medina-Azahara, ni la Alhambra, ni los Reales Alcázares, ni siquiera la preciosa Alcazaba de Almería, pero está cuidado este Alcázar con mimo, y no se hace pesada la visita en absoluto.
Y qué fresquito con el agua de las fuentes, ¡no sabían nada los musulmanes de la época!
Si ampliáis la panorámica del Alcázar, veréis que se ve la cúpula de la Catedral por detrás, y en esa dirección seguimos.
Ya sabía que la Catedral de Jerez lo es desde solo hace 32 años, antes no existía el Arzobispado de Asidonia-Jerez, y me temía que la catedral, como sucede a veces en catedral nombradas recientemente en zonas urbanas modernas, iba a ser de poco interés, o de tamaño reducido.
¡Maaaadre! Que equivocado estaba, desde luego, cuando la empezaron a construir, en pleno S. XVII, está claro que lo hicieron pensando que algún día sería catedral. Es un templo con estructura gótica muy tardía, pero con el interior dominado por el barroco y el neoclásico.
Y es que son 5 naves, con un crucero poderoso, y una gran cúpula que no me resistí a sacar en foto.
Salvando las distancias, me recordó mucho a la Catedral de Sevilla.
Esas columnas cuadradas de planta inmensa...
Me gustó mucho, y me pareció un templo luminoso y muy cuidado.
Su museo tiene un cuadro de Zurbarán precioso, que no se puede, lógicamente, fotografiar. El guardia jurado del Museo de la Catedral, que me debió ver cara de pena, me dijo que "con el equipo que llevaba, que me fuese a la escalera que estaba al fondo a sacar fotos"...al principio pensé que me estaba mandando finamente a freír monas, pero como insistía, me fui hacia la esquina que me señalaba y me encontré "esto".
De nuevo, hay que agradecer que aún haya buena gente, y sobre todo, gente simpática que te facilita las cosas.
¿Qué os parece la "escalerita"?
Pues nada, un placer, pena de no tener más tiempo, pero me alegro de haber conocido Jerez.
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