Como os había prometido, os explico mi experiencia por el
parque natural de la Albufera de Valencia.
No conocía nada de estas tierras, aunque me documenté en esta web estupenda (Birding albufera), y me convencí que antes de intentar ir por
libre por territorio tan complicado, mejor empezar por el centro de
interpretación, en Racó de l’Olla, donde, además, hay una torre de observación,
y un observatorio.
Pues fue una gran sorpresa, el personal del centro es muy
amable, y me indicaron el sendero que debía transitar para llegar al
observatorio, que atraviesa un bosque de pino carrasco, con páridos y varias
ardillas. En un clarito, el 1er “susto”, en forma de la visión fugaz, pero
preciosa, de un alzacola rojizo (Cercotrichas galactrotes), un ave que no es frecuente en
absoluto por estas tierras. Fueron unos segundos, y no me dio tiempo a
desenvainar el teleobjetivo, pero creo que me quedó claro el porte de este paseriforme,
y también lo acertado del nombre, esa cola tan conspicua y llamativa se
reconoce a mucha distancia. Inconfundible, pero dado que era el 1º que veía, siempre hay posibilidad de error, por supuesto.
Una vez llegado al observatorio, tras un paseo muy agradable
(en poco de sombra en tanto bochorno), otra sorpresa.
Acostumbrados como estamos en Asturias a observatorios
desastrosos y destrozados, aquello parecía un palacio, por tamaño, y por
comodidad.
El lado mayor daba a una laguna en la que tardé en fijar la
vista, ya que había muchas cosas interesantes.
Sin duda, los que más llamaban la atención era la colonia de
charranes comunes (Sterna hirundo). Por Asturias no es raro ver a estos
charranes, pero casi siempre es a distancia, en vuelo y fugazmente.
Sin embargo aquí se mostraban confiados, relativamente
cercanos, y en plumajes desconocidos por latitudes asturianas, y además, como
vemos en la foto, podemos ver aves con plumaje reproductor (2º por la izda), otros ya en
plumaje de invierno (1º), inmaduros (los demás), con esa pátina ajedrezada dorada, y como luego
vi, y queda plasmada en la siguiente imagen, hasta un pollito la mar de
simpático.
Los acompañaban unas cuantas gaviotas cabecinegras (Larus
melanocephalus), con plumajejuvenil, y es que aquí cría la mayor colonia conocida en España en la última década.
Bastante voceras, por cierto, menuda bronca llevaban entre ellas.
Además, en las pequeñas islas centrales evolucionaban varias
limícolas, los más abundantes, los chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula),
½ docenita, como siempre moviéndose frenéticamente. Había una mezcla de
plumajes reproductores e invernales, tal y como vemos en la foto.
Creí que me encontraría más chorlitejos chicos (Charadrius
dubius), pero realmente solo me encontré uno, en
plumaje yo diría que juvenil, aunque con dudas. Como ya sabréis podemos
reconocer al chorlitejo chico, en este plumaje tan complicado, por una
proyección primaria que sobrepasa la cola, con lo que parecen claramente más largos
y estilizados que los chorlitejos grandes. Además, el anillo alrededor de los
ojos es muy llamativo, incluso a distancia, a diferencia del chorlitejo grande.
Por último, carecen de ceja de color blanco, siendo de un crema muy difuminado.
Con ellos evolucionaban también varios correlimos. Con el
margen de error habitual, y teniendo en cuenta que los veía con los prismáticos
(no me traje el telescopio), diría que se trataba de correlimos menudos
(Calidris minuta), por su pequeño tamaño, la ausencia
de manchas oscuras en vientre o flancos, y la coloración del dorso, el tamaño
pequeño del pico...Había un par de ellos, los visteis en las fotos anteriores.
También entreví (enseguida desapareció), otro limícola “tipo
tringa”, pero no identificable con seguridad a ninguna especie.
Por último, una cigüeñuela (Himantopus himantopus), elegante como siempre.
En cuanto a anátidas, dominaban los ánades azulones (Anas
platyrynchos), sesteando el calor tan tremendo que había (menuda sudada que
pillé).
Fue mucho más inhabitual localizar a un ejemplar juvenil de
tarro blanco (Tadorna tadorna), que no se acercó demasiado.
Además, 2 ejemplares de lo que creo que es la misma especie,
2 zampullines chicos (Tachibaptus ruficollis), uno adulto, a distancia, y otro
calculo que juvenil. Su cuello, tamaño y coloración me hicieron pensar en
“algo” cuellirrojo, pero no me cuadra, así que salvo corrección, que como
siempre, será muy bien recibida, lo dejo en zampullín chico, por ahora.
Pues allí me estuve un buen rato, disfrutando como un enano,
pero lo mejor aún estaba por llegar, porque al cambiar hacia el lado corto del
perímetro del observatorio, localicé a 3 flamencos comunes (Phoenicopterus
roseus), en concreto 2 juveniles y un adulto.
El adulto no se llegó a acercar demasiado en ningún momento,
pero los jóvenes anduvieron a la gresca todo el tiempo, peleándose, y se fueron
acercando hasta estar a una distancia en la que me llenaban el encuadre, ¡qué
gozada! Cuando además descubrí la anilla A/XH que os presenté ayer, ya fue para
festejar.
Entre comer y acicalarse, aún estuvieron un buen rato, hasta
que se fueron.
Llegó el momento de marcharse, con gran pesar, porque para
lo sencillo que fue llegar, las sorpresas fueron muy agradables.
De vuelta al coche, aún me encontré un papamoscas gris
(Muscicapa striata) de lo más confiado, y en una pequeña charca, fugazmente, a 5
correlimos zarapitines (Calidris ferruginea), con su típico plumaje de
transición a invernal. Siempre es un placer volver a ver a estos migrantes al
África tropical.
El centro de interpretación dispone de una torre panorámica,
que si bien no es muy útil para localizar aves, por su lejanía, si da una
visión idílica del conjunto de la Albufera.
Aunque en la foto solo se ven borrosos, la charca estaba
llenita de cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), ánades azulones y cucharas
europeos (Anas clypeata).
Pues esta fue mi experiencia valenciana, para ser solo un
acercamiento rápido, no estuvo mal.
Así que, si sois novatos en la Albufera...os recomiendo vivamente el Racó de l'Olla.
Las siguientes observaciones, muy guapas también, ya en
Asturias, en casina, allí os espero y os las explico.
Seguro que has disfrutado un montón, apuntaré la Albufera de Valencia en mi debe, para algún año de estos. Saludos
ResponderEliminarEs una gozada. Solo pude ir un día, pero creo que podría haber cambiado de sitio cada día durante un mes y no se hubiese agotado la maravilla.
ResponderEliminarGracias, Ángeles, la Albufera guapísima, ¡y qué arroces ponen en el Palmar, madre mía! A 5 minutos del observatorio...es que lo tienen todo...
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