sábado, 31 de agosto de 2013

Los jables de Sóo: Avutarda hubara

Me fui con los dedos rotos a buscar a la avutarda hubara (Chlamydotis undulata fuertaventurae) a los extensos jables de Sóo, al Norte de Lanzarote, con un éxito total, que no me esperaba.

















Como en una premonición, en el punto que me marcaba el GPS para empezar a caminar, estaba esperándome una preciosa abubilla (Upupa epops).










Iba cansado y dolorido, así que me vino de perlas el clima neblinoso y casi oceánico que envuelve esta zona cuando los alisios empujan la niebla desde el mar, estaba casi frío ¡en agosto!, y había una luz fantasmal.





La 1ª hubara salió a varios cientos de metros sin que remotamente yo fuese consciente de que estaba a mi alrededor.










Era un terreno desconocido para mí, afortunadamente muy llano, pero intrincado, y el suelo era tan rico en pardos y amarillos que aunque salieron muchas aves, tuve que educar el ojo para encontrarlas yo a ellas y no ellas a mí.
También me di cuenta del gran poder del camuflaje de la hubara, que la hacía invisible...hasta que despegaba del suelo...








...porque entonces, entre la envergadura de gran águila...












...las manchas tan conspicuas, blancas, de la parte superior del ala...



















...y no digamos cuando daba un profundo aleteo y descubría sus inmaculadas alas por debajo...en vuelo es indescriptible la sensación de tenerla relativamente cerca, es un ave majestuosa, la reina de las Canarias, para mi gusto.







Resulta un caminar extraño lo de estos jables, es imposible perderse, ya que es llano, y siempre están claros los puntos de referencia, pero tanta arena confunde, y evitar salirse de los caminos marcados, cosa que debemos hacer para respetar a las aves esteparias, hace que vayas atravesando zonas de arena, algunos cultivos abandonados, y pequeñas lomas desde las que intentaba encontrar a alguna hubara sin que ella me viese a mí.

Acabó sucediendo.
Finalmente pude localizar, muy lejos, pero muy cerca para el punto de vista de la hubara, a este ejemplar, me tiré a la arena y disfruté un buen rato de su presencia y de su caminar de bailarina.










A pesar de haberlo leído cien veces en las guías, es increíble lo adaptado que está su plumaje a estas tierras, casi se esfumaba a ojos vista.










Finalmente, algún reflejo, o el ruido del obturador, hizo que se enterase de mi presencia, y se fue.







Me hice una idea de lo fácil que resulta molestar a esta ave y de lo necesitada que está de tener mucho mucho espacio para sobrevivir sin presencia humana.







Que por las diversas señales, intuí que no siempre es amistosa.










Aún pude, cuando ya me volvía al coche, ver a otros 2 ejemplares, muy lejanos y más confiados por la distancia que nos separaba, así que fueron en total 5 contactos, muchos más de los que esperaba, estaba alucinado.
Está claro que esta especie para ser disfrutada de verdad precisa de telescopio y mucha paciencia, quizás en otra ocasión, a mí me bastó con mis modestos 400 mm para disfrutar al 100% la experiencia.


Pude ver otras extraordinarias especies esteparias, que os pondré en sucesivas entradas, pero sin duda la gran estrella, y por lo que recordaré siempre a Sóo, fue la hubara.

2 comentarios:

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