Es de las más grandes de Lanzarote, y su geografía marca su carácter, porque está cerrada al Este por el macizo de Famara, con la cresta más alta de la isla, que hace de anfiteatro colosal, y de grandioso fondo para la playa.
Es casi irreal una vez estás en ella, porque a tu espalda hay un acantilado de 600 metros de altura bramando con los vientos alisios, y en ocasiones, como esta que os retrato aquí, se cubre de nieblas que hacen que el juego de colores sea glorioso.
Encajaría perfectamente en una película del Señor de los Anillos...
Ya visité esta playa hace años, hacía frío el día de esta foto antigua, viento, y un oleaje de más de 6 metros que era aprovechado inverosimilmente por los muchos y viejos (en el mejor sentido de la palabra) surfriders locales y de casi cualquier parte del mundo, la playa lo merece, y sus olas son en si mismas un espectáculo para los amantes del surf en todo el planeta.
Pues nada, una playa en la que echarse en la toalla, la mayoría de las veces es una tontería, por el aire, y siempre, un sacrilegio: hay que pasearla, sobre, bajo y tras de las olas.
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