domingo, 4 de agosto de 2013

Gaviotas patiamarillas juveniles: Playa de San Lorenzo

Me metí un madrugón tremendo para poder ir a la Playa de Xixón sin que hubiese gente (imposible) y mi objetivo era buscar ejemplares de gaviota patiamarilla cantábrica (Larus michahellis lusitanius) recién salidos del nido, es decir, con plumaje juvenil. Encontré un montón.







Como son a esta edad muy poco tímidas, pude acercarme bastante y llenar el archivo de fotos para estudiarlas.










Y es que diferenciar a los juveniles de gaviota patiamarilla de los de la argentea y de los de la sombría es un suplicio, y el único truco válido es que se reproducen escalonadamente, llegando a Gijón los juveniles de patiamarilla mediterránea antes de que salgan del nido los pollos de la cantábrica, los locales. Y posteriormente llegarán los de sombría, y por último (en teoría), los de la argentea, así que voy llenando tarjetas de memoria y estudiando esto (os lo explico en la siguiente entrada).



Ya digo que había un montón de juveniles en la playa, y muy gorditos, en un par de meses empezará lo malo para ellos, con menos comida disponible, ya estarán mucho más delgados, muriendo muchos en ese primer invierno.













Además, había más de 200 gaviotas en la playa, la gran mayoría, patiamarillas de diferentes edades, mudando plumaje como para tapizar de plumas la arena donde estaban.






Había unas cuantas gaviotas sombrías (Larus fuscus), algunas veraneantes, y otras, como esta, que parece claramente de la raza intermedius, muy probablemente emigrando ya al Sur, y de parada en nuestras tierras.











También un puñadín de gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), muchas de ellas cambiando ya su aspecto veraniego por el más discreto invernal.








Y quedan unos cuantos juveniles, que ya están mudando a su plumaje de 1er invierno.










Por lo demás, un suplicio disfrutar en verano en esta playa de las gaviotas. Eran las 8 de la mañana, y aunque ya no hay perros, la playa estaba bien llena de gente, no tomando el Sol, pero sí paseando (nada que objetar), o directamente tocando los sufridos tegumentos del que intentaba sacar la foto (en fin).





Y con tantas gaviotas, ¡ni una anilla! Que desastre.

Al menos el amanecer era bien guapo.

2 comentarios:

  1. Pues a pesar de no ver anillas el espectáculo mereció la pena.

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    1. Lo de las anillas es un poco anecdótico, pero da mucha vidilla a esto de las gaviotas, y se aprenden cosas que sin el esfuerzo de buscar el origen del bicho, se pierden.

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