Hacía 27 años que no me pasaba por aquí, y pude esta vez intercambiar mi papel con el de mi hijo, que se quedó tan embelesado con las aguas del lago surgiendo mágicamente tras una cornisa en su propio circo glacial como yo lo hice cuando fui de excursión con el colegio aquella 1ª vez.
El paisaje sigue siendo rotundo, y con los dosmiles Ausente y Requejines haciendo de fondo perfecto, aunque sepamos que desde sus cimas, la visión hacia Asturias, con los destrozos de las estaciones de Fuentes de Invierno y San Isidro, ya no sería tan bucólica.
Además la vida en el lago, por lo que pude comprobar, era abundante y variada.
Bueno, a veces todo es vitalidad, menos mal.
Por desgracia, a la vuelta todo era niebla, y aunque me sirvió como buena lección paterno-filial sobre los riesgos en la montaña, y las precauciones a tomar, lo último que vimos está en esta foto, la no menos imponente Peña de San Justo. A partir de allí todo fue niebla hacia Asturias...para variar.
Ayer pasé cerca y con cierta melancolía recordé que este año no lo he visitado; aun me puedo animar después de ver tu entrada, es un lugar hermoso cuando no está saturado de personal. En su defecto paré a descansar en el Isoba, estaba casi sin gente y muy guapo. Saludos
ResponderEliminarEse es el problema, que a veces parece la playa de San Lorenzo, a mí también me encanta Isoba, cuando esquiaba iba mucho por allí, y patinábamos sobre el hielo, es otra maravilla al lado mismo.
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