
Más allá de una bonita foto de una gaviota exótica, o de una anilla lejana e interesante, hay una historia que no siempre se cuenta, y que ni siquiera se entiende, voy a intentar explicarla lo mejor que sé.
Hay que madrugar mucho, porque en las grandes ciudades todo son molestias, y aunque lo ideal es hacer este trabajo con buena luz, al final, para que la gente, los perros, los servicios de limpieza, los futbolistas, los coches, las ambulancias, y en general casi todo, no espanten a las gaviotas, hay que madrugar, tanto que lo mejor es llegar aún de noche.

Hace mucho frío, pasas frío, y aunque llevas guantes los dedos se te congelan, el equipo es pesado y hay que tener mucha fuerza de voluntad para no volver al coche y a la cama, todos duermen menos tú.

Te diriges hacia las gaviotas, hay un buen bando, pero es tan de noche que aún no sabes lo que te espera, si llegará esa gaviota rara que tanto esperas o si será un buen día imaginando historias de migración muy lejos, desde otros mares.

Vas caminando hacia ellas y empiezas a ver problemas, ¡tantas veces tanto esfuerzo acaba con un solo paseante o un solo perro en toda la inmensidad de la playa que tuvieron que pasar justo entre las gaviotas!

Pero no, hoy tienes suerte y nadie molesta, pero algunas gaviotas, como esta holandesa, tienen la manía de echar a volar con el primer rayo de luz, y no, no hay suficiente luz, ni a ISO 3200, para poder leer esta anilla. Quizás vuelva otro día, o quizás la hayas perdido para siempre. Hay que asumirlo.

Ahí está el bando, no hay ninguna gaviota rara, pero sí 5 gaviotas sombrías anilladas, hoy va a ser un gran día, pero sabes que los 8 minutos que tarda el Sol en salir son los 8 minutos más desesperantes del día, y no, sigue sin haber suficiente luz.
Ya tienes a las gaviotas localizadas, pero no hay buena luz, no eres capaz de leerla con la óptica, y fotografiarla aún es imposible, si subes mucho el ISO, baja la nitidez.

Ya falta poco, tienen que aguantar un minuto más sin irse. Te agachas, te haces lo más estable posible, te relajas, te olvidas del frío que te hace tiritar, de la incomodidad de estar con 3 kilos colgando del cuello, en cuclillas,a 0ºC, azotándote el aire. Tienes que detener todo movimiento superfluo, y dar con la combinación exacta de ISO, velocidad de apertura y diafragma. No puedes fallar, hay que seguir intentándolo.
Finalmente, contienes la respiración, ya hay nitidez suficiente, se lee la anilla, sabes que es francesa, lees cada dígito, es nueva para ti, es su 1ª lectura, y respiras hondo. Sabes un poco más de esa gaviota, lo sabrás enseguida, no has molestado a las gaviotas, que allí siguen, pronto leerás intrigado una nueva biografía más, ha merecido la pena.

Sabes que solo un puñado de personas en tu país entienden esa sensación de euforia, y crees que quizás si estés un poco loco, pero bendita locura, el martín pescador, enfrente de tu coche, te entiende.
Vaya, otra vez hablando con los pájaros, sí, definitivamente, estás un poco loco, ya no solo hablas solo, ahora crees empatizar con los animales...
Como toda pasión, cuando es sincera, mejor no pensarla, hay que disfrutarla y punto.