miércoles, 26 de octubre de 2011

Playas deliciosas: San Martín y La Almenada (Llanes).



Hoy os traigo 2 playas virtuales: si las buscáis en las guías, no suelen salir.
Solo existen en marea baja, y además están escondidas, así que hay que aproximarse a ellas como si de una aventura se tratase: hay que programar el acercamiento, y lo más importante: mirar la marea, solo las encontraréis en plenitud cuando está bajando la marea o en marea baja, y cuanto mayor sea el coeficiente de la marea, mejor.
Con marea alta ni adivinaréis que ahí hay una playa. Y con la marea subiendo, es demasiado arriesgado, incluso peligroso.
Recomiendo acercarse a ellas caminando desde el núcleo de Poo de Llanes, por la senda costera, y parar en la playa de Portiellu, playa que no me gusta demasiado por estar fuertemente humanizada. Si os quedáis aquí, con esta vista que os pongo de “lo que se ve”, os perdéis lo que hay escondido a izquierda y derecha. Tenéis que bajar a la arena de esta playa, y llegar a la orilla, y a izquierda y a derecha, están las 2 playas a las que me referiré luego.
 En esta playa de transición a las 2 que más me interesan hay un fenómeno geológico muy curioso: toda la zona es caliza, con un proceso de karst muy activo: la costa se asemeja a un queso de gruyere y el agua se filtra por la caliza, con la curiosidad de que en este caso, el agua emerge como manantial ¡debajo de la arena de la playa!, así que, a mano izquierda de esta playa, veréis una especie de mini géiser de la que emana un agua muy diferente a la del mar: es dulce, y está friísima. Los niños (y alguno no tan niño) aprovechan estos surtidores para ponerse encima y ser succionados. A mí me da mucha perceguera la sensación, ya que son arenas movedizas y cuesta salir, pero merece la pena probar.

Bueno, a lo que vamos, que para no gustarme esta playa, vaya tabarra le estoy dando: llegamos a la orilla del mar, y giramos a la izquierda, y escondida tras el muro de la playa anterior, en marea baja, dependiendo de lo fuerte que baje la marea, nos encontramos la playa de San Martín, de entre 200 y 500 metros de largo, una divinidad de arena limpia, tostada, fina, con unas vistas increíbles a los castros costeros, con charcos mareales llenos de vida, y a su espalda, gracias a los fenómenos kársticos que os contaba, una serie de cuevas y pasadizos de lo más interesantes y entretenidos, yo añadiría que misteriosos. 







Una maravilla de playa en la que tomar el Sol en plena tranquilidad y bañarse en las aguas más limpias que recuerdo, si venís en verano. Y si venís en invierno, una gozada de excursión, con un interés paisajístico superado por pocas playas asturianas.

La 2ª playa es aún más especial. Técnicamente, es un tómbolo, una lengua de arena que conecta la línea de costa con la isla de Poo. Yo diría que, aparte de tómbolo, la palabra que la define es maravilla.
Bajáis a la 1ª playa de donde veníamos caminando, y nos dirigiremos hacia la derecha, hacia la isla de Poo. Con marea MUY baja, lo haréis andando normalmente, pero solo tendréis una ventana de tiempo de unas 2 horas para disfrutar de esta insólita playa.
Si vais con marea baja “normal”, tendréis que pasar con el agua por la cintura. Es un vadeo fácil con la mar en calma, el fondo es de arena, y es una experiencia única llegar a esta playa, si vais con niños, ¡ojo!, siempre vigilados, pero os aseguro por experiencia que alucinarán con la aventura de llegar “vía marítima” a una isla.

Una vez en la playa de la Almenada, resulta difícil explicar el paisaje que nos encontraremos: una playa de arena finísima, inmaculadamente limpia, con la extrañeza de tener el mar por 2 lados diferentes; al principio es muy chocante. Y por los otros 2 lados, hacia la isla, un paredón cortado a cuchillo: tanto que es una vía de escalada muy apreciada por los deportistas por su dificultad. Y por el otro, la línea de costa, la única vía de escape en caso de subida de la marea, en todo caso, una subida complicada, con niños sería muy peligrosa.
En definitiva, una playa extraña, absolutamente desconcertante para el concepto que tenemos normalmente de “playa”, y con una capacidad innegable de dejar a los que se atreven a llegar a ella con la boca abierta.
En verano, una gozada atravesar el mar somero para llegar a este rincón increíble.
En invierno... si el tiempo es bueno y la marea baja, es un pecado haberse muerto sin conocer esta playa.

2 comentarios:

  1. Tendré que programar una excursión con la tabla de mareas este invierno,no las conozco y tienen muy buena pinta.
    Saludos

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