La playa de la Ribera del Molín fue un descubrimiento del
pasado fin de semana. Tenía que llevar a mis padres temprano al aeropuerto, y
aproveché para llevarme a la familia a la playa del Silencio, en castañeras(Cudillero).
Como era muy temprano, no pegaba aún el Sol, y además había
una marea baja bajísima, así que nos fuimos a explorar, y nos encontramos,
hacia el Oeste, con esta maravillosa playa, no muy grande, pero que atesoraba
suficientes encantos.
Solitaria, con mezcla de arena gruesa dorada y pequeños
cantos rodados, estaba rodeada de un anfiteatro de pináculos de roca que con
esta marea baja formaban una extensa zona de pedreros llenitos de fauna,
incluso levantamos un pulpo.
Aparte del gavión atlántico (Larus marinus)
que ya os puse en otra entrada, al final de la playa alucinamos con esta
cascada que vertía sus aguas en pleno acantilado, a la que enseguida se metió
mi hijo, encantado.
La verdad es que el conjunto es una maravilla, ya que al
otro extremo se podían ver todos los acantilados del Silencio.
Con la luz del amanecer el paisaje era prodigioso.
Y lo rematamos, ya en la frontera con la playa del Silencio,
con una extensa piscina natural, donde estuvimos retozando hasta que papá ya no
podía ni con las pestañas.
Fue una experiencia de lo más idílica.
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