
Este año por ahora abundan más los porrones moñudos (Aythya fuligula), con bastante diferencia, aunque manteniéndose en cifras bajas, entre 15 y 30 ejemplares.

Teniendo en cuenta que en décadas pasadas las cifras eran de 2 ceros, no es mucho, pero al menos vuelven, algunos con placa nasal incluida (sin tilde en la "i", David ;-).

Los porrones europeos (Aythya ferina), que normalmente son los más abundantes en este parque, esta temporada están siendo más escasos que los moñudos.

Es posible que se deba a que esta especie está cogiéndole gusto a invernar en el Embalse de San Andrés de los Tacones, embalse al que hace tiempo que no voy, espantado por sus cada vez peores condiciones para la observación de las aves. Una pena.

Al contrario, los cucharas europeos (Anas clypeata), cuyo reservorio natural invernal era el Embalse, y que se veían otros años en el Parque de forma muy puntual, parece que este invierno han venido para quedarse, y al menos en 2 ocasiones superaban la docena de ejemplares.
Otras anátidas, además de los omnipresentes ánades azulones son los ánades frisos (Anas strepera), siempre bajo sospecha de ser asilvestrados, ya que por desgracia en este parque la mala costumbre de soltar patos europeos de granja hace que te entren dudas. No está mal tener aves exóticas en las charcas, ya que su presencia constante da confianza a las aves salvajes para que utilicen el humedal, pero creo que deberían abstenerse de meter aves que pueden llegar salvajes y que luego, como en el caso de los patos colorados, nunca sabemos si son autóctonos o criados a pienso, en fin.
Bueno, pues que no falten.
Hace unos años, en el apogeo mediático de la gripe aviar, cierta concejala que aquel día debió sufrir una apoplejía para decir semejante barbaridad, proponía capturar con una red gigante a todas las aves (salvajes también), y meterlas en jaulas en una nave del Ayuntamiento hasta que pasase el peligro de contagio.
Lo juro, fue así.
No os lo creéis, verdad. Pues aquí os va, ver para creer, pincháis aquí y que comience el crujir de dientes.