Uno de los hitos más tempranos en la carrera
de Gaudí fue “El Capricho”, chalet de fantasía que diseñó para Máximo Díaz de
Quijano. El pobre solo pudo disfrutar durante una semana, antes de morir, este
palacete, pero ya quisiera yo…
El resultado es efectivamente caprichoso, lleno
de detalles para el receptor del proyecto, y una auténtica proeza teniendo en
cuenta la época, finales del S. XIX.
No ha perdido ni un ápice de osadía, y sigue
siendo maravilloso, desde fuera, pero especialmente desde dentro, por el
concepto de santuario hogareño, en el que pasar las horas del día, cada rincón
es un homenaje a la luz, a la ergonomía y una distribución que al principio
parece, valga la redundancia, caprichosa, pero que hace que lo que parece un
pequeño caserón se convierta, por lo bien aprovechada de su planta, en una
superficie extensa y bien aprovechada. No es broma cuando afirman que fue una
de las primeras casas ecológicas en ser diseñada.
Así que estáis por Comillas, que está llena de
buena arquitectura, esta casa puede ser el colofón a vuestro viaje.
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