En mi mochila, nunca falta este trabuco.
El 1er teleobjetivo que tuve era un TAMRON 70-300. Una
patata, que me sirvió para aprender bastante fotografía, porque era fallón,
perdía el foco, a 300mm daba unas aberraciones cromáticas y unos halos
terribles, y eso me obligaba a esmerarme todo lo posible con los parámetros de
la cámara, y, en casa, con el photoshop, para tratar de compensar los
resultados.
Eso sí, hacía unos macros muy dignos, y como objetivo de
retrato daba unos colores buenos, y bastante nitidez, si no se forzaba la
focal.
Ahora lo tiene mi cuñada Begoña, junto con mi antigua cámara
300D. Le debo un tutorial.
Después me pasé al CANON EF 75-300 f4-5.5 USM III, una
decepción total. Con el TAMRON, uno ya sabía a lo que se exponía, pero este
tele de CANON seguía fallando bastante en el enfoque, no tenía macro, y
costando más del doble, no daba mucha más seguridad de uso. Las fotos salían
oscuras, llenas de halos extraños que costaba un montón corregir, y el motor
ultrasónico era muy silencioso (eso sí), pero entre lo que teóricamente
enfocaba, y lo que a la larga salía de la tarjeta había un largo trecho.
Otro ejemplo más del “comprar barato a veces es comprar 2
veces”. En este caso, 3 veces.
Finalmente, lo vendí. Por no cargar con peso, lo llevé a mi
último viaje a Canarias, y salieron unas fotos tan decepcionantes que me quité
la última excusa que tenía para no meter siempre en mi mochila el tele que
ahora manejo: el peso.
Y es que el CANON EF 100-400mm IS f4-5.5 USM pesa un güevo,
pero merece la pena.
Una vez que investigué, y vi que unánimemente, era el
teleobjetivo zoom más querido de CANON, y que sacaba unas fotos estupendas, me
dediqué a buscar uno de 2ª mano curiosín. Tardé pero acabé encontrándolo, sin
garantía, pero muchas veces la garantía no la da un papel, sino la educación y
el buen hacer del anterior dueño. De nada sirve un objetivo machacao por un
dueño poco cuidadoso, pero con garantía: no va a durar mucho funcionando. Así
que llevo menos de 1 año disfrutándolo, y por ahora sobrevive a todo, incluso a
una caída al suelo montado en la cámara que se hubiese cargado cualquier otro
objetivo: solo rompió el filtro UV.
El tele pesa. Y el sistema de cambio de focal, extraño; más
parece que estás manejando un cañón, alargando y estirando todo el tiempo,
cuesta acostumbrarse. Vale, pero es ultrasilencioso, no falla un enfoque, y los
colores son buenos a conciencia. El estabilizador es útil cuando te quedas sin
luz, y sus 2 modos de uso aún dan más posibilidades. Una maravilla.
Quizás algún día me tiente un tele de focal fija. La verdad
es que excepto en el parque, donde puedes acercarte una barbaridad a las aves,
la mayoría de mis fotos son por encima de los 300mm, pero, por ahora, para mis
necesidades, que son pocas, y mis exigencias, que son nulas, tengo cacharro
para años, espero que siga el enamoramiento.
Buen pepino...yo me compre el 400mmm fijo el otro dia, estuve dudando con este.....los dos mas que de sobra para mi.
ResponderEliminarSaludos camperos!
Menuda máquina el 400 fijo, lo que pasa es que para mí es un poco incómodo, pero lo vas a disfrutar a lo grande, ya verás.
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