Me pasé un día de estos por la playa de Bañugues, de la que
salía de Zeluán.
Había marea muy baja, y no esperaba encontrar gran cosa,
pero sí que lo que encontrase se dejase observar y disfrutar “al estilo
Bañugues”, es decir, a corta distancia y con mucha delicadeza por ambas partes.
Pero no pudo ser. Había mucha gente sacando xorra para cebo,
y además un tractor procesando ocle. Nada de nada que objetar si ambas
actividades se realizan conforme a la autorización pertinente.
Los bichos estaban muy alerta, te acercabas a 50 metros y se
ponían tensos, al unísono. Lo intenté una vez, otra desde otro lado, pero nada,
así que los dejé en paz y no hubo 3er intento.
Allí estaban un buen grupo mixto de gaviotas
patiamarillas (Larus michahellis) y sombrías (Larus fuscus).
Llegó desde el Este, volando, una garceta común
(Egretta garzetta).
Preciosa.
De limícolas, poca cosa, un bandito en el que se integraban
un solitario correlimos común (Calidris alpina) con media
docenita abundante de chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula).
Bueno, qué se le va a hacer, como hijo de pescador, sé que
hay días que entra todo, y otros que vas
a remojar el anzuelo. No pasa nada.
Mucha gente cree al ver algunas fotos que siempre se consiguen muy fácil, y no es así, son muchas las veces que no se consiguen, y quizás eso sea lo que te motiva a perseverar para conseguirlo, siempre con el respeto a las especies que tratas de fotografiar.
ResponderEliminarA pesar de todo, a veces es tan gratificante pasar un día en la naturaleza sin agovios, viendo bichos, aunque no hagas fotos, otro día será, como bien dices con el ejem, del pescador.
Saludos Iván.
Yo siempre prefiero fotos lejanas que bichos volando aterrorizados, por eso la sonrisa de oreja a oreja cuando les das confianza y se te acercan los bichos, da igual que sea una paloma que un alimoche.
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