Para los que somos papás responsables, el invierno es la única época en la que nos podemos permitir ver la puesta de Sol, ya que el resto del año, dicho acontecimiento siempre coincide con baños, cenas, bibis, y la sempiterna pelea por acostar a los cachorros.
Es una gozada estos días soleados ver cómo cae la tarde y el Sol poniente ilumina las nubes bajas, una luz mágica. Si además el paisaje es el de toda una vida por Gijón, y se acompaña de gaviotas en el horizonte, ¿para qué queremos más?
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